SI BREVE
Kárate a muerte en el TS. Y en ERC
La argumentación del Supremo no es tanto jurídica, sino parajurídica. Por lo que no es una región de la inteligencia. Algo dramático en una democracia ¿El fracaso de la amnistía afectará a la investidura de Illa? Sí, por un tubo
Guillem Martínez 3/07/2024
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1- El presente artículo, como indica ya el título, es un homenaje al gran pensador oriental Bruce Lee. Y, por lo mismo, un intento de be water, my friend, de ser dúctil e intentar adaptarse, como el agua, a los recodos y volúmenes, de manera que en este articulete/chorro queden esbozadas no solo las últimas escenografías de la amnistía, esa región de la época, sino otras regiones también amplias y lejanas. Como, agárrense, los últimos partes médicos habituales de Biden, el Tamames del Nuevo Mundo, y el fin de la V République –se trata de eso; literalmente; socorro; bueno, au secours–. ¿Qué interés tiene hablar de Cat y de Esp –ambos dos conceptos, la aldea de cabreros de la que hablaba Gil de Biedma–, sino el de aludir al mundo y a su época, ese agua que todo lo cala?
2- Sobre la amnistía, últimas tendencias.
3- ¿Qué está pasando? Básicamente, lo apuntado en CTXT el pasado 31 de mayo, me temo. Que la amnistía va a tener dos tipos y pico distintos de aplicación. Absoluta y niquelada, para los hombres G –hoy han sido amnistiados, de una sola tacada, 46 miembros de las FyCSE., que en octubre del 2017 actuaron como voluntarios chetniks avanzando hacia Badajoz–, relativamente absoluta, para los minions del procesismo, y nula para sus all stars –por ahora, los exiliados y los ya juzgados en el TS; no se pierdan el punto 8–, que no van a ser amnistiados en la vida/hasta que el TJUE se manifieste –el TS, y esto es importante, cuando llegue ese momento, tendrá que asumir el veredicto europeo, o agarrar una manta, un detente-bala y un bazooka, y subir a la sierra, en modo guerrilla soberanista–.
4- Por lo mismo, otra explicación de lo que está pasando es también la siguiente. La siguiente: la judicatura ha optado, en algunos tramos y puntos geográficos, por asumir y cumplir su función –lo que sería un comportamiento democrático, es decir, aburrido–. Y, en otros puntos –MAD, TS, AN– por asumir y cumplir su misión –lo que sería un comportamiento no democrático y, por ello, apasionado, salido de madre–. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿a qué misión se ha acogido el TS?
5- Se trata de una misión antigua, predemocrática, planteada en la I Restauración, momento en el que se formula –ojo al dato– la monarquía parlamentaria española –es decir, también sus límites, que serían el enemigo interior; en aquel entonces, la AIT/la I Internacional, y el republicanismo federal, que en 1874 pasa a denominarse “separatismo”–. Pero, ojo, aquel también fue el momento en el que se formula la derecha española –como pensamiento católico, es decir, contra la heterodoxia; que es, otra vez, la AIT y el federalismo–, y los poderes fácticos del Estado, que se decía cuando era peque: el ejército, las Fuerzas de Seguridad y el bloque judicial, cuya misión era, otra vez, impedir el federalismo, la AIT y, es un decir, la minifalda. El TS ha interpretado la misión de la monarquía española, de la derecha española, así como su propia misión particular, y ha actuado. Y, con ello, se ha decantado antes hacia su misión que hacia la CE78. Es decir, la argumentación del TS no es tanto jurídica, sino parajurídica. Mítica. Por lo que no es una región de la inteligencia. Algo dramático en una democracia. La democracia, al contrario que una monarquía bananera, requiere una pulsión intelectual, antes que una pulsión autoritaria/misiones.
6- El catedrático en Filosofía del Derecho en la UPF, BCN, el riguroso, pero sexi, José Luis Martí, explica en términos jurídicos el funcionamiento de esa misión, y su carácter garrulo, alejado de la aludida inteligencia. El TS, así, ha realizado una interpretación a) contra legem –esto es, interpretando la ley hasta que no la reconozca ni su madre– y b) contra reo. Donde a) y b) son prácticas –bueno, son más bien errores, carencias, defectos– prohibidas por la CE78 –pero, claro, no por la Misión, anterior–. El TS, en sus 51 páginas de auto, se permite, además, meterse en política, evaluar con desprecio las intenciones del legislador. Es decir, chulea el principio de exclusividad legislativa del Parlamento. Así como suena.
7- En 2017 evaluaba que la judicialización del procesismo supondría una erosión fabulosa de la justicia española. Pues bien, eso es lo que se está produciendo. Al punto que el TS es un tribunal que, por carecer de ello, ya no apela a su autoridad intelectual y democrática, sino a su autoridad a secas. Lo que es dramático. Si alguien piensa que el desprestigio, la parcialidad, la arbitrariedad y las triquiñuelas de un alto tribunal son algo que conducen a una suerte de cambio, de ruptura, está muy equivocado. Suelen conducir, simplemente, a lo más simple: a la intensificación de la crisis institucional, a más inseguridad jurídica, a más desprestigio, a más autoritarismo. Importante y positivo: en esta emisión de misión, el TS ha contado con un voto en contra, el de la jueza Ana Ferrer. Algo exótico.
8- Bueno, veamos cómo ha quedado la cosa. La Sala II del TS, al ubicar fuera de la amnistía la malversación, consigue, ya de manera firme, que Junqueras, Romeva, Turull y Bassa sigan inhabilitados hasta la Liga 2030-31, mientras que Llarena, por lo mismo –por excluir de la amnistía la malversación–, niega la amnistía a Puigdemont, Comín y Puig, y mantiene sus órdenes de detención, en el caso de que pisen el suelo patrio, el único en el que funciona jurídicamente La Misión. A cambio de estas piezas de caza, La Misión deja tranqui –salvo por su cargo de terrorismo en la AN– a Marta Rovira. Pero ojo, que el futuro nos puede deparar más sorpresas. Como nuevos cargos –el de blanqueo está a huevo–, o como una euroorden, esta vez automática, rapidita e inapelable, para Puigdemont, por el cargo de terrorismo –esa es la función de ese cargo, de hecho–.
9- O, lo que es lo mismo, la amnistía no existe. No es una herramienta para normalizar la vida política y social en Catalunya. Para ello tenían que haber pasado dos cosas. Cosa a), que la amnistía hubiera tenido la oportunidad de existir. No ha sido el caso. Y cosa b), que los políticos beneficiarios de la amnistía –autores, al cabo de una Gran Mentira, así en mayúsculas– pidieran disculpas a su sociedad, polarizada, crispada, ridiculizada, para posteriormente, zas, desaparecer de la política como ninjas. No ha sido el caso tampoco. La amnistía es, así, un cadáver, un proyecto que carece de efectividad y de universalidad, gracias al TS, pero también de dimensión ética, gracias a los all stars. Es, simplemente, un acuerdo para una investidura. Y, aunque le pese al TS, ha cumplido con esa función, y de alguna manera la sigue cumpliendo.
10- ¿El fracaso de la amnistía afectará a la investidura de Illa? Sí, por un tubo. Pero aún no sabemos cómo. Lo que nos obliga a hablar de la investidura catalana.
11- Aparentemente, PSC y ERC están trabajando para un acuerdo. Pero el vértice de la toma de decisiones de ERC –Rovira– no es un elemento tradicionalmente fiable. El tándem Junqueras-Rovira trabajó con la mentira como método y herramienta sistemática. Por lo que, ahora mismo, es imposible para el PSC, y hasta para el gato, saber si está o no negociando lo que está negociando. Para acabar de liarlo, ERC está iniciando esa fase temida y terrible en la política española. La catarsis.
12- De pronto, las mentiras –útiles, satisfactorias, respetadas; una suerte de política con resultados donde no los hay– están implosionando. Y, en ese sentido, le crecen los enanos. El Diari Ara, así, ha publicado que unos polémicos carteles, que animaron la campaña electoral para las municipales de BCN de 2023 –aparecían los hermanos Maragall, y un texto salvaje, que abogaba por expulsar del Ajuntament de BCN al Alzheimer–, estaban pagados y distribuidos por ERC para provocar la indignación y la polarización en sus simpatizantes –esos dos hits de la guerra cultural–, y con ello, el voto a Ernest Maragall. Lo que puede provocar, ahora, que las bases lleguen al congreso de ERC, en octubre, más encendidas que un mechero. Lo que convertiría a ERC en un partido –aún más– impredecible.
13- Tan impredecible que es difícil predecir si esas bases votarían, en agosto, como estaba previsto, un acuerdo con el PSC. Pinta que, a presión y temperatura constantes, eso no pasaría.
14- Hay más variables para el sí y el no a Illa. Una importante: por ahora, en ERC, hay dos sectores, a) Junqueras, y b) el grueso de ERC. Y ninguno de ellos ha optado por lo que sería el llenapistas de un éxito asegurado: la bandera del no a un pacto con el PSC. Veremos quién es el primero en hacerlo. Será determinante.
15- En ERC, subsector cuadros con hambre de gol/cargo, se empieza a hablar de los beneficios de a) una repetición electoral, con una b) lista conjunta con Junts. Que calculan, electoralmente, en pasar de los 20 diputados que tienen a unos 30. Y, claro, en volver a gobernar. Esta vez, ya sin programa procesista, sino tan solo identitario. Junts, de hecho, está calentando motores para unas elecciones, centrándose en la inmigración. A tope. Lo que nos conduce al drama francés y a todo lo contrario, Amadeo Bordiga, uno de los fundadores del PCI, en su día un tipo más glamuroso que Gramsci, si bien expulsado muy pronto por el propio Lenin, por izquierdismo. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra y, todo ello, con Catalunya? Una frase.
16- Bordiga es autor de una frase que explica lo que está pasando en Francia –y en Catalunya, y en España; casi todo, en el mundo, pasa en todas partes–. La frase: “El peor producto del fascismo es el antifascismo”. El antifascismo catalán le da la razón a esa frase. Muy I+D, capaz de descubrir el árbol genealógico de un poli que, en efecto, es fascista, es a su vez incapaz de ver que la nueva extrema derecha, la mayor amenaza presente a la democracia y a la convivencia, no es el fascismo. Es algo nuevo, que permite que tu cuñado, o tu mejor amigo, que nunca votarían fascismo, voten el fin de la democracia. En Catalunya, así, ni siquiera el antifascismo, que solo observa peligro en Vox y en Aliança Catalana, parece ver lo que está pasando, desde hace años, con el palabro inmigración, fundamental en territorios en los que la Nueva Extrema Derecha triunfa, y que, más para acá, finalmente ha sustituido otros palabros, en auge durante el procesismo –como colonos o nyordos–. Y parece no ver tampoco que la palabra inmigración sería la palabra mágica en esta posible nueva asociación de ERC y Junts, que vendría potenciada por la ruina de ERC, y por la inexistencia de la amnistía.
17- El PSC no lucha contra esa posibilidad. No explica lo que sería un tripartit, su magnetismo. No pone esa pieza en el tablero. Porque no la tiene. El PSC post Maragall es un PSC que no quiere conflictos, que los evita. Por lo que es un PS, por lo mismo, de cuando el fin de la historia. Hiela la sangre, en efecto, recordar el debate Trump-Biden del otro día. Pero Biden –o lo que haya dentro o fuera de su cuerpo, y le haga hacer cosas de presidente– ha invertido el gasto público en Estados Unidos, hasta cierto punto ha refundado puntos de vista sobre la intervención económica. Ha plantado –algo de– cara ante la bestia. Y el PSC, esa es la sensación, en este momento en el que debería de ejercer cierto liderazgo en Catalunya frente al majarismo que puede volver, parece algo más viejo, incluso, que Biden. Un PS Blair, Schröeder, Craxi, Solchaga, Rocard. Algo que evita el agua de su época. ¿Han sentido el escalofrío?
1- El presente artículo, como indica ya el título, es un homenaje al gran pensador oriental Bruce Lee. Y, por lo mismo, un intento de be water, my friend, de ser dúctil e intentar adaptarse, como el agua, a los recodos y volúmenes, de manera que en este articulete/chorro queden esbozadas...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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