Cartas desde Meryton
‘Let Sánchez be Sánchez’
Distraídos por los gritos de la reacción y las maniobras de ‘lawfare’, nos estamos olvidando de que tenemos retos urgentes, como la turistificación, el cambio climático, la abolición de la ley mordaza o la vivienda
Silvia Cosio 9/08/2024
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Contra todo pronóstico está siendo un buen verano para mí: al final voy a poder cogerme vacaciones la última semana de agosto, mi hija es ya oficialmente una universitaria tras los sudores y las angustias por las notas de corte y la EBAU de infarto, hay Olimpiadas –y el equipo japonés de gimnasia artística no me ha dado más que alegrías– y estoy revisitando El Ala Oeste de la Casa Blanca. Y es que me gusta la política más que unas buenas Olimpiadas con todos sus récords y sus Maria Antonietas guillotinadas. Y eso que París 2024 ha venido calentito y emocionante, pues ha logrado desatar la locura facha simplemente por mostrar que en Francia –y a pesar de los Macron y las Le Pen– hay franceses racializados y gente LGTBI+ que no viven avergonzados dentro de las banlieues o los armarios. Esto, por lo visto, ha sido demasiado para algunas catedráticas que hasta hace dos días se autodefinían como expertas en la Ilustración y que no han tardado en coger el móvil para cargar contra los excesos revolucionarios de hace dos siglos que nos han llevado a este sindiós de gente negra y gay. Están, desde la inauguración de las Olimpiadas, las redes sociales inundadas de lágrimas de señores y señoras de las extremas derechas que no distinguen entre un banquete de dioses griegos y una última cena de Yisucrist –por qué será esto, me pregunto, sabiendo que Jean-Pierre Vernant y Friedrich Nietzsche tienen la respuesta a este enigma pero sabiendo también que igual son demasiado wokes ya para esta gente y que les van a hacer llorar todavía más fuerte–, mientras que las terfas, que cada día son más indistinguibles de la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera, han iniciado por su cuenta una caza de brujas contra la boxeadora argelina –que qué casualidad que casi siempre señalen a personas racializadas, me pregunto también por qué será– Imane Khelif, porque esta no se ajusta al concepto de mujer-mujer que tanto les gusta a ellas y a José María Aznar. Se suponía que el verano se había inventado para descansar y coger fuerzas para lo que se nos viene encima, entre otras cosas unas elecciones en USA, y mira tú por dónde estamos en pleno agosto sacando el arsenal racional y retórico para defendernos de gente que desde ambos lados del océano anda defendiendo sin complejos el Antiguo Régimen y demostrando que la Idea de Progreso no ha sido más que un cuento precioso de la Modernidad.
Ante este panorama la serie de Sorkin es un oasis utópico que merece la pena disfrutar como los buenos vinos, en sorbos pequeños y en buena compañía. Entre tanto griterío y añoranzas cromañonas, Sam Seaborn y compañía nos recuerdan la importancia del poder de la palabra y la inteligencia y sobre todo del juego limpio entre rivales políticos. Pero como la Idea de Progreso, El Ala Oeste no es más que otro bonito cuento para irse a dormir, aunque no deberíamos olvidar nunca que la sociedad necesita contarse estos cuentos para que le señalen el camino correcto a seguir. El problema viene cuando nos levantamos de la cama y nos ponemos a leer las noticias desde el móvil. Que una no sabe ya ni a dónde mirar: Israel sigue cometiendo un genocidio al que parece que ya nos hemos acostumbrado, en el Reino Unido se han iniciado pogromos contra las personas migrantes; Donald Trump ni disimula sus intenciones tiranas, Venezuela es un lío inescrutable, hay gente de izquierdas defendiendo el régimen neofascista de Putin porque viven en una ensoñación en la que nunca ha caído el Muro de Berlín y no sigo más porque me deprimo y os deprimo y nos ponemos todos a llorar y a cantar el Kumbayá.
¿Y en casa? Pues el panorama tampoco está para tirar cohetes, porque las derechas españolas, en su línea tradicional si somos sinceras, siguen prefiriendo que se hunda todo si ellos no tienen el poder y ya no se paran ante nada. Se han lanzado en brazos del mismo discurso racista que ha arrastrado al Reino Unido a un brexit que ha arruinado al país económica y moralmente, mientras utilizan a los jueces como palanganeros en un indisimulado intento por acabar con el gobierno a cualquier precio. Y mientras el juez Peinado se burla de la ley, de las urnas, del Parlamento y de toda la ciudadanía, incluida la que le aplaude, la izquierda a la izquierda del PSOE está presa en esta eterna carrera por defender los principios básicos de la separación de poderes y la legitimidad del gobierno. En plena oleada reaccionaria, mediática y judicial, parece que la consigna consiste en resistir y agarrarse fuerte... hasta que les fallen las fuerzas.
Todo el mundo está de acuerdo en que Dos catedrales es el mejor episodio del Ala Oeste y uno de los mejores de la historia de la televisión. Sin embargo mi episodio favorito sigue siendo aquel en el que Bartlett, en medio del pesimismo y con las encuestas en contra, se da cuenta de que para sobrevivir no hay que estarse quieto sino actuar, convirtiendo el lema “Let Barlett Be Barlett” en el leitmotiv del resto de la serie. Distraídos por los gritos de la reacción y las maniobras de lawfare, nos estamos olvidando de que hay que hacer política y que tenemos retos complejísimos y urgentes, con la turistificación, el cambio climático, la abolición de la ley mordaza y la vivienda a la cabeza, frente a nuestras narices. No más berrinches ni bochinches, por favor. Es hora de reaccionar.
Contra todo pronóstico está siendo un buen verano para mí: al final voy a poder cogerme vacaciones la última semana de agosto, mi hija es ya oficialmente una universitaria tras los sudores y las angustias por las notas de corte y la EBAU de infarto, hay Olimpiadas –y el equipo japonés de gimnasia artística no me...
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Silvia Cosio
Fundadora de Suburbia Ediciones. Creadora del podcast Punto Ciego. Todas las verdades de esta vida se encuentran en Parque Jurásico.
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