La inmigración se ha convertido en la herramienta política de desinformación predilecta para las extremas derechas de todo el mundo. En España, concretamente, los bulos se ensañan con la población extranjera, ofreciendo una imagen más que distorsionada de la realidad. Informes como ‘Una caracterización de los flujos migratorios hacia España y otros países de la Unión Europea’, publicado por el Banco de España, ayudan a combatir estas malas prácticas con datos.

La llegada de migrantes es un elemento rotundamente positivo para el mercado laboral español. De hecho, su tasa de participación –un indicador de la proporción de la población en edad de trabajar de un país que participa activamente en el mercado de trabajo– se situó en 2023 en el 78% y sobrepasa a la de la población nacional en más de cuatro puntos porcentuales. Esa cifra es una de las más altas de Europa. Según el informe, los trabajadores nacidos en el extranjero aportaron 2,3 puntos porcentuales al incremento total del empleo registrado en 2023, en comparación con 1,3 pp en Países Bajos y 1 pp en Alemania.

El estudio se detiene a analizar también el perfil educativo de las personas que llegan al país, con resultados que dibujan una tendencia muy marcada: casi la mitad (43%) de los extranjeros y las extranjeras que entraron en España durante el año 2022 contaban con un nivel alto de estudios (estudios terciarios), coronando una curva ascendente que ha hecho que el porcentaje de migrantes con estudios terciarios aumente en 23 puntos porcentuales desde 2008, mientras que la llegada de personas con bajo nivel de estudios ha caído en 15 puntos en ese mismo período 2008-2022. En total, prácticamente uno de cada tres (28%) extranjeros residentes en España cuenta con estudios terciarios, no muy lejos del porcentaje de la población autóctona, que se sitúa en el 33%.

España encabezó junto a Italia la lista de países de la UE con mayor proporción de trabajadores extranjeros sobrecualificados, con un 50%

A pesar de esta importante presencia de personas cualificadas, los y las inmigrantes se ven abocadas a terminar trabajando “en actividades que no requieren un nivel elevado de formación y con condiciones laborales más desfavorables”. El documento del Banco de España pone dos ejemplos paradigmáticos de esta situación: en 2022, la concentración del empleo extranjero en el servicio doméstico y la hostelería fue superior a la del empleo nacional, con siete y nueve puntos porcentuales más, respectivamente. El resultado es que, en ese mismo año, España encabezó junto a Italia la lista de países de la UE con mayor proporción de trabajadores extranjeros sobrecualificados, con un 50%.     

El hecho de que España comparta idioma con una parte mayoritaria de los países de Sudamérica, América Central y el Caribe hace que el protagonismo de estas regiones en el origen de los migrantes haya ido creciendo con el tiempo. Concretamente, representaron la mitad del flujo total de entradas en los años prepandemia (2017-2019), habiendo incrementado su peso relativo en unos diez puntos porcentuales desde las cifras anteriores a la crisis de 2008. La tendencia al alza no solo se ha mantenido, sino que ha experimentado un impulso de hasta 14 puntos porcentuales en 2022).

De forma paralela, la entrada de personas procedentes de la UE, África y Asia ha ido decayendo. Se redujo en 12 puntos en el periodo que va desde 2008 hasta 2019 y, tras el paréntesis pandémico, siguió con su bajada en 2022.

España es “el país de destino con mayor porcentaje de mujeres inmigrantes” de toda la Unión Europea, con un 49%. Además, en lo respectivo a la edad, recibe una mayor cantidad de personas adultas que Alemania o Francia, con una edad media de 32 años en 2019.