EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
¡Berlinguer, vuelve, por favor!
‘Berlinguer: La gran ambición’, de Andrea Segre, narra cinco años clave en la vida del histórico secretario del Partido Comunista Italiano
Barbara Celis 13/11/2024
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Tras la debacle electoral que ha llevado al poder a un fascista como Donald Trump, refugiarse en el cine puede ser un buen antídoto. Gracias al celuloide, Enrico Berlinguer ha resucitado. Es parte de la magia de la ficción, devolvernos personajes a los que quizás ni sabíamos que echábamos de menos, pero que una vez en la pantalla nos recuerdan que si hoy estuvieran vivos, el mundo quizás sería un lugar mejor.
A primeros de noviembre, la película Berlinguer: La gran ambición, que narra cinco años clave en la vida del histórico secretario del Partido Comunista Italiano (PCI), figuraba entre las más taquilleras tras su estreno en Italia. Dirigida por Andrea Segre, el filme conseguía el premio al mejor actor –el fantástico Elio Germano–, en el Festival de Cine de Roma en octubre.
Berlinguer había sido objeto de varios documentales pero nadie se había atrevido a realizar un biopic sobre el hombre que dirigió el partido comunista más poderoso de Occidente y que, tras atreverse a criticar la falta de libertades en la URSS, luchó por conseguir el famoso compromiso histórico con la Democracia Cristiana. En plena Guerra Fría, que comunistas y democristianos gobernaran juntos parecía impensable pero Berlinguer, tras convertir a su partido en el segundo más votado de Italia en 1976 con el 34% de los votos –apenas un 4% menos que la Democracia Cristiana, en el poder desde hacía décadas–, intentó durante dos largos años convencer al partido de Giulio Andreotti para que dejara entrar a los comunistas en el gobierno.
Su interlocutor en la sombra, el democristiano Aldo Moro, le apoyó para conseguir el acuerdo trabajando entre bambalinas hasta que las Brigadas Rojas, no del todo conformes con aquella perspectiva, secuestraron a Moro en 1978. Tras una agonía que mantuvo en vilo al país durante dos meses, el democristiano aparecía asesinado en Roma a pocos metros de la sede del Partido Comunista.
Por un lado la Democracia Cristiana nunca pareció interesada en salvarle, ya que eso facilitaba no tener que pactar con Berlinguer. Por otro, la URSS se oponía a que un partido comunista llegara al poder en una democracia occidental y encima, pactando con un partido capitalista. Todo estaba en contra de Berlinguer y con la desaparición de Moro, el compromiso histórico quedaba herido de muerte, aunque la política italiana quedó impregnada de aquella gran ambición. “Fue un momento muy concreto de la historia de Italia y aquel sueño de Berlinguer fue clave para llevar al país a hacer un esfuerzo común y empujar por avances sociales. El sistema sanitario nacional, que nació después, es fruto de aquel momento histórico” explicó Andrea Segre durante un encuentro con la prensa en el Festival de Cine de Roma.
La cinta no recorre toda la vida del político sino que se centra en cinco años que marcaron a un país: de 1973, cuando publicó el documento “Reflexiones sobre Italia tras los acontecimientos de Chile”, después del golpe de Estado contra Salvador Allende y en el que proponía ‘el compromiso histórico’, que abrió un intenso debate social, hasta el asesinato de Aldo Moro en 1978. Entre medias se aprobó la ley del divorcio, se debatió sobre el aborto, los comunistas conquistaron la mayoría de los ayuntamientos italianos en 1975, y un año después, desafiando la foto fija de dos bloques creada tras la Segunda Guerra Mundial, las elecciones generales les acercaron como nunca al poder al conseguir casi 12 millones de votos.
Todo esto ocurre con el trasfondo de un país en constante tensión. Son los años de plomo, con atentados terroristas constantes y dos poderes, Washington y Moscú, utilizando Italia como mesa de operaciones geopolíticas. De hecho, el propio Berlinguer escapó por los pelos a un atentado en Sofía propiciado por la URSS –así arranca el filme–, muy crítica con las ideas del italiano, mientras Washington maniobraba en la sombra para que de ninguna manera el PCI consiguiera más poder.
Por eso no es un biopic al uso sino, como asegura su director, “un intento por transmitir la acción política de un hombre que buscaba reducir las desigualdades dentro de la democracia y la libertad. Lo que él llamaba el socialismo en democracia. Y si hoy la izquierda prácticamente ha desaparecido del mapa es porque ha renunciado a eso”, dice un hombre que como su guionista, Marco Pettenello, se declara afín a muchas de aquellas ideas. “Si decides que la política no debe intervenir para que el mercado no tenga la libertad de producir las desigualdades que inevitablemente –como ha demostrado la historia– produce, entonces es difícil entender por qué eres de izquierdas”, afirma Segre.
Berlinguer lo definía como “los automatismos del mercado que hay que corregir” y si hoy miramos hacia nuestras sociedades, parece cada vez más difícil ponerles freno porque hay pocos políticos dispuestos a ello. Para el actor Elio Germano, que da vida al personaje, “si hoy vemos que el individualismo lo fagocita casi todo, incluida la política, es porque hemos renunciado a controlar esos mecanismos. Es algo que afecta a todas las profesiones, no sólo a los políticos que hoy parecen sólo preocupados por su aspecto físico. Los médicos, los periodistas… lo único importante parece ser ganar dinero, se ha perdido la perspectiva de trabajar por el bien común, de construir sociedades mejores”.
De hecho, en la película, apuntalada de forma magistral por un sólido trabajo de investigación en el que la ficción se mezcla a menudo con imágenes de archivo, hay momentos en los que escuchar hablar a Berlinguer resulta casi ciencia ficción si se compara con el tipo de discursos, argumentos y modos que utilizan hoy los congresistas de casi cualquier bancada, signo o condición. Segre lo explica así: “Berlinguer era preciso con cada palabra y con cada detalle. Además, sabía escuchar, y sabía dialogar, algo de lo que hoy adolece la política no sólo italiana sino mundial. Berlinguer y muchos líderes de aquella época se esforzaban por encontrar puntos en común. Eran educados, respetuosos. Aquellas grandes asambleas, donde todos se escuchaban y donde finalmente, había que encontrar acuerdos consensuados hoy resultan inimaginables”.
Aunque él y su equipo afirman no haber querido con esta película reflexionar sobre el presente, el filme, que se cierra con un emotivo epílogo con las imágenes de archivo del funeral del histórico dirigente en 1984 –al que acudieron más de un millón de personas– invitan a preguntarse dónde están aquellos líderes que realmente creían en la transformación de la sociedad. En palabras de Segre, “Berlinguer es un símbolo global de un desafío y una elección: poner en práctica el socialismo en una sociedad democrática e independiente, superando las desigualdades pero garantizando todas las libertades económicas y culturales que las dictaduras soviéticas aplastaron”.
Tras la debacle electoral que ha llevado al poder a un fascista como Donald Trump, refugiarse en el cine puede ser un buen antídoto. Gracias al celuloide, Enrico Berlinguer ha resucitado. Es parte de la magia de la ficción, devolvernos personajes a los que quizás ni sabíamos que echábamos de menos, pero que una...
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Barbara Celis
Vive en Roma, donde trabaja como consultora en comunicación. Ha sido corresponsal freelance en Nueva York, Londres y Taipei para Ctxt, El Pais, El Confidencial y otros. Es directora del documental Surviving Amina. Ha recibido cuatro premios de periodismo.Su pasión es la cultura, su nueva batalla el cambio climático..
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