1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

  315. Número 315 · Diciembre 2024

Como los griegos

La sopa de cebolla / soupe à l’oignon

El invierno es el peor momento para morir porque todo está ya muerto. De esa selva de frío solo nos salva el calor que podamos crear, pues nadie más lo hará por nosotros

Guillem Martínez 7/12/2024

<p><em>Soupe à l’oignon</em> con su estructura/ropa interior por fuera, en modo Madona. / <strong>G. M.</strong></p>

Soupe à l’oignon con su estructura/ropa interior por fuera, en modo Madona. / G. M.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

-EN BUSCA DE TU FUEGO. En el momento en el que escribo estas líneas hace un ris que parte el cutis. Es la nota de despedida que nos ha dejado en la atmósfera Perséfone, comunicándonos que se ha ido, como cada año, a que Hades le practique la custodia compartida. Ahí, apartada del mundo, en el fondo del fondo de la tierra, estará hasta marzo, dejándonos abandonados y únicamente acompañados por nosotros mismos, lo que no es mucho. Es el invierno, el peor momento para morir porque todo está ya muerto. De esa selva de frío solo nos salva el calor que podamos crear, pues nadie más lo hará por nosotros. El calor, como sabrán por el informe anual de Endesa, parte de nuestros pies, anudados con otros pies bajo el tejado de una manta, recordando el momento en el que todos éramos vegetales, enredaderas, y sonreíamos porque era bueno. Pero el calor también parte y se fabrica en nuestros labios, al cabo siempre rojos y siempre en agitación, como una llama, esa juerga, esa danza del vientre continua. Pero, finalmente, el calor también nace de nuestras manos. Con nuestras manos, que fabrican el fuego con dos maderas secas, o con otras manos, podemos fabricar alimentos, ese calor lento y sencillo con el que resistir la lógica del hielo, ese material insensible que no quiere nada de nosotros salvo todo. Es preciso, en fin, resistir al frío, porque el frío son muchas cosas y casi todas malas. Hola. Bienvenidos a Como los griegos, una sección fieramente partidaria del fuego, que hoy propone al mundo un clásico eterno de la cocina francesa, que por ello mismo carece de autoría salvo la colectiva. Es la sopa de cebolla / soupe à l’oignon. Esta sección, por otra parte y como ya sabrán, diferencia, por un tubo y por militancia dogmática –de hecho, es su único dogmatismo estúpido y absurdo–, entre la sopa y el caldo. Sinopsis: el caldo es eso, caldo, agüita amarilla, mientras la sopa tiene que ver, históricamente, con el pan, con mojarlo con caldo, para crear un no-sólido y un no-líquido. El pan, a su vez, sería el alimento más humilde del mundo, si no fuera por la cebolla. La diferencia entre el pan y la cebolla, y que cuenta a favor del pan, es que el pan ha estado tan intensamente meditado desde la humildad, por lo siglos de los siglos, que ha creado una palabra fantástica y única como solo lo es compañero –castellano–, company –catalán–, compañeiro/companheiro –gallego/portugués–, compango –italiano– o el más sonoro, literal e incuestionable copain –francés–, con el que los latinos aludimos al hecho de que la persona con la que compartimos el pan es importante. Mucho. Lo más. Hasta merecer una palabra. Sobre la cebolla, ese alimento tan humilde que está desatendido, es preciso vociferar que lo dijo casi todo el señor Hernández.

Comer sangre de cebolla tuvo que ser un buen recurso invernal. Los inviernos, hasta la agricultura, debieron ser interminables, duros

-DIMINUTAS FEROCIDADES. Miguel Hernández hizo, en esa etapa de la vida denominada agonía, un canto al perdón, al olvido y al poder desbordante y revolucionario de la vida, a través de la cebolla, en sus Nanas de la cebolla. En tan solo un centenar de versos, Hernández redefine la cebolla –“escarcha grande y redonda”; es el frío, sí, pero poco y simpático–. Explica lo que nos alimenta de ella, su esencia –la “sangre de cebolla”–. Explica las ventajas de comer, cebolla o no. La primera es la alegría, que crea consecuencias tales como la risa, algo trascendental –“tu risa me hace libre”; piensen en esa frase cuando un político o un periodista le inviten a no reír, a crisparse–. Explica lo contrario a ese despertar de la inteligencia que es el comer: la tristeza, el nacimiento de otra inteligencia, que tal vez no sea la nuestra –“desperté de ser niño / nunca despiertes”–. En un poema tan carnal, que une la libertad con los alimentos –como así es; lo que hará caer a Milei de manera estruendosa, como siempre y aunque, como siempre, nadie lo crea–, Hernández anima, por ello mismo, al vitalismo más absoluto frente a la barbarie, cuando la barbarie lo copa todo: “No te derrumbes / no sepas lo que pasa / lo que ocurre”. Alude al cuerpo de su hijo a partir de sus herramientas incipientes para comer –cebolla, por cierto–. Se trata de los dientes, a los que califica de “frontera de los besos”, como así es. Y, sin venir a cuento, zas, alude a los dientes de los bebés por el que tendría que ser su verdadero nombre desde ese momento de 1939: “Diminutas ferocidades”. Gracias a Hernández sabemos lo que es una cebolla. Es una región importante de la vida. Y de la rebeldía, la especie más sabrosa de la propia vida. Sean alegres, rebeldes y osados. Y coman cebolla. Con pan. Con copanes, esos compañeros por/con los que partimos el pan con las manos.

Esta receta parte del recetario de Julia Child, con leves modificaciones, que aportan las experiencias. El resultado es, por lo tanto, una suerte de sopa de la experiencia

-CEBOLLA LA NUIT. Comer sangre de cebolla tuvo que ser un buen recurso invernal. Los inviernos, hasta la agricultura –hasta bien entrada la agricultura quiero decir, pues sus inicios fueron terribles, puro ensayo y desnutrición–, debieron ser interminables, duros. En la cueva del Sidrón, en Asturias, se han encontrado los restos de 13 neandertales, de diversas edades, algunos del mismo grupo familiar, que se remontan a hace casi 50.000 años. El análisis del esmalte de sus dientes –sus diminutas, o no, ferocidades– explica periodos de desnutrición frecuentes, que podrían coincidir con el abandono anual de Perséfone, esa irresponsable. La cebolla, alimento de fácil almacenamiento, podría haber evitado, en parte, aquella agonía anual. La cebolla, que viene de Asia –casi todos los vegetales nos vinieron, en primera instancia, de Asia, por lo que es razonable que hoy Asia lo reclame casi todo; la vida siempre requiere y exige simetría–, accedió a la sopa en la Edad Media, momento en el que se vertía esa sopa de cebolla sobre una rebanada de pan –hoy hacemos lo contrario; no se pierdan la receta–. La primera receta resultona aparece en Le viandier, de Guillaume Tirel –1314-95–, aka Taillevent, cocinero real que demuestra que, de alguna manera, la sopa de cebolla, en la Francia del siglo XIV, estaba abandonando el punto en el que nació –la pobreza extrema– para acceder a la realeza –la riqueza extrema–. Para ello, la sopa tuvo que ser modificada. Por ejemplo, en vez de hacerse con agua, se pasó a hacer con caldo. En el siglo XIX la sopa de cebolla vive su Edad de Oro en Francia, cuando se convierte en un alimento reconstituyente de los trabajadores del mercado central de abastos de Les Halles, en París –ha salido mucho en esta sección; es un punto importante en la cocina europea; la real, quiero decir–. Hoy no queda nada de todo aquello, salvo algún restaurante. Y, por lo mismo, esa sopa también fue un alimento alegre de los trabajadores nocturnos –actores, periodistas, juerguistas, aristócratas, cocottes, pobres de rigor–, que se desplazan allá, en mitad de la noche, a tomarse una sopa de cebolla calentita en pleno invierno parisino, tan carente de diálogo –en mi vida he pasado tanto frío como en París, debo informarles; solo al recordar aquel frío tirito, y en vez de escribir “tirito”, debido a los estertores fosilizados, escribo “mipito”–. Sucede eso mismo, en otros puntos del planeta, con otros alimentos relacionados con el caldo. En el matadero de Chicago de entresiglos –el más grande y sanguinario del mundo–, los trabajadores se dopaban con un mejunje denominado bullshot –básicamente, caldo con vodka; versión chachi contemporánea: 40ml de vodka, 80ml de caldo de carne, chorrito de salsa Worcestershire, zumo de medio limón y gotas de Tabasco; atómico; no se lo pierdan–. Existiendo el bullshot es incomprensible la venta de vasitos de caldo en Lhardy, esa costumbre madrileña que siempre sorprende al visitante bullshotero. Bueno, me he salido de madre. Es el frío parisino, que me copa la memoria de frío. Volvamos. Sopa de cebolla.

-LA RECETA. Esta receta parte del recetario francés de Julia Child –El arte de la cocina francesa, Debate, BCN, 2013; no se lo pierdan, que es la chica más canónica de la cocina francesa; tal vez porque es americana, y los integristas siempre son los nuevos–, con alguna leves modificaciones, que matizan y aportan las experiencias vividas. El resultado es, por lo tanto, una suerte de sopa de cebolla de la experiencia. La receta de Child es sencilla. Pero larga, de gran duración. Más de dos horas de cocción, lo que sin duda dibuja una de las dos horas mejor empleadas de su vida. Necesitarán un kilo de cebollas –en bruto; al limpiarlas, queda menos; últimamente utilizo cebolla dulce; mola–. Se cortan a la cojonésima en pedazos pequeños, y se vierten a una olla de la marca ACME, en la que se ha derretido mantequilla y se ha vertido aceite de oliva. Se tapa. Se olvida todo ello por 15´, de manera que la cebolla sude su sangre. Echar después la sal y el azúcar –la mitad de azúcar que de sal–. Y, ya sin tapa, volver a olvidarlo todo en la olla ACME. Pero no mucho, que si no se mueve cada X minutos la cosa se quema, créanme. Pasado ese segmento de tiempo, empieza el pitote. Echen al conjunto tres cucharadas de harina. Remover continuamente por 3´, y por la Grandeur de la France. Y aquí puede verter a) vino blanco, o b) chorrito de cognac –yo hago eso último; la madera del cognac, ese sabor, equivale a verter a la cebolla un tronco de leña, lo que hace al compendio rústico, salvaje e interesante, como un vikingo alfabetizado–. Tras el vertido de alcohol, recuerden subir el fuego, para que el alcohol se evapore. En la olla, no en su hígado, lo siento. Posteriormente hay que echar el caldo, ya caliente. Child, no obstante, es partidaria de agregar, en este punto, un chorro discreto de oporto y madeira. Yo no hago eso, que es un tanto cursi. Child, por cierto, da a elegir también entre echar un litro de caldo, un litro de agua –no lo hagan, que queda triste–, y un litro de fondo oscuro. Y sí, mola echar fondo oscuro. Pero hoy echaremos caldo –y más de un litro; más bien dos– en tanto en mi próximo artículo –le filet mignon; llevo unas semanas del palo francés; es el olor del frío, me remite a París; los estertores que me crea el recuerdo del París invernal me hacen escribir en modo el meneito-el meneito-el meneito; ahora mismo quería escribir el “agua que lava tu rostro” y me ha salido “el agua que lava tu chocho”; otro año sin el Nacional de Periodismo, brrrrr– les explico cómo hacer un fondo oscuro. Es la pera. Y sencillo. En cada hogar debería haber uno. Dejar hervir 30’. Y punto pelota. Child propone diversos aderezos para servir esa sopa. El llenapistas es, claro, servirlo con croûtes au fromage. 

-DIEU RÉUNIT CEUX QUI S’AIMENT. Agarren una rebanada de pan por bigote. Tuéstenlas al horno, un rato, a 160 grados. Añadir aceite de oliva por ambas caras. Espolvorear con queso rallado por ambas caras. Poner cada rebanada encima de un bol, en el que se ha servido la sopa. Gratinar hasta que el queso funda. Servir a la francesa, arrastrando la errrrrre. Yo hago todo esto más a pelo. A saber: tostada de pan, emmental rayado por la cara superior, se ubica eso sobre la sopa y se gratina, hasta que el queso se ponga cachondo. La sopa crea vapor, y el vapor es la esencia de la evocación. Tal vez por ello he escrito este artículo –y previamente, he cocinado esta receta– escuchando a toda leche Hymne à l’amour, de Edith Piaf, una obra de arte profunda, compuesta por esa mujer en parte italiana, en parte argelina, es decir, francesa. La canción arranca mal, con lugares comunes sobre el amor, una manera de ocupar el tiempo y el ocio. Hasta que, zas, da un giro inesperado hacia la profundidad y empieza a hablar de verdad, sin trucos. Lo que es un truco sensacional. Explica entonces lo que haría por amor. Explica todo lo que haría a demanda del amado. Y aquí inicia un crescendo. Parece que llega al límite de lo posible cuando explica que se teñiría de rubio –la canción es de 1949; en aquella época de postguerra, recordemos, solo se teñía de rubio Carmen Broto–. Hasta que formula la entrega absoluta. Con estas palabras: je renierais de ma patrie –“(si me lo pides) yo renegaría de mi patria”; recordemos: la canción es de los años 40–. Esa Francia es la que adoro, y la que ahora parece que no es posible. Posteriormente, la canción, sin perder su belleza, se adentra en las tinieblas, en el amor tras la muerte. Y tras un momento instrumental turbador, finaliza con un Dieu réunit ceux qui s’aiment –“Dios reúne a quienes se aman”–, que es, por cierto, el epitafio de su tumba, en el cementerio de Père Lachaise. Ahí iré, por cierto, en unos días, a visitar a los últimos miembros de mi familia. Hará un frío espantoso, ese frío de cuando Perséfone parece que no volverá nunca jamás. Mis dedos volverán a temblar. Necesitaré una sopa de cebolla. 

-EN BUSCA DE TU FUEGO. En el momento en el que escribo estas líneas hace un ris que parte el cutis. Es la nota de despedida que nos ha dejado en la atmósfera Perséfone, comunicándonos que se ha ido, como cada año, a que Hades le practique la custodia compartida. Ahí, apartada del mundo, en el fondo del fondo de...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Guillem Martínez

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí