FAMILIA VARIOPINTA
Una mercería y un refugio
Es un orgullo ver que esta revista, que vi nacer en el salón de mi casa en los peores momentos de mi adolescencia, ha llegado hasta aquí
Elisa Mora Andrade 4/01/2025
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Esta pieza forma parte del libro CTXT, una utopía en marcha, en el que sesenta y siete firmas hablan sobre los primeros diez años de funcionamiento de la revista y su contexto político. Se puede comprar aquí.
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Publiqué mi primera pieza en CTXT cuando tenía 18 años. Era una especie de carta dirigida a los decisores políticos rogándoles piedad hacia los inmigrantes que se juegan la vida tratando de huir de guerras, persecuciones y miseria. Leyéndola ahora, me resulta un tanto inocente y simplona –probablemente lo propio de una chica de 18 años–, pero eso ha sido siempre de lo mejor de CTXT: que da voz a todo tipo de gente.
Esta revista, a la que, no les voy a engañar, vi nacer en el salón de mi casa en los peores momentos de mi adolescencia (sí, el famoso Saloncito era un lugar donde, a diferencia de otras muchachas de mi edad, yo no podía tirarme en el sofá a ver la tele porque estaba petado de gente fumando, haciendo cafés y discutiendo sobre la actualidad), ha sido durante años el lugar donde se han juntado grandes periodistas, intelectuales, activistas, expertos en todo tipo de materias, y jóvenes con angustias vitales y ganas de desahogarse.
Probablemente al principio nadie daba un duro por ella, y, honestamente, quizás ni los propios fundadores pensaban que podían llegar hasta aquí, 10 años llegando tarde a las últimas noticias son muchísimos. Pero, con casi todo en contra, lo han conseguido y aquí siguen, dando ejemplo y, sobre todo, la lata.
Después de aquella pieza pasé unos años sin escribir, pero colaborando en distintas actividades (e ideas de bombero concebidas por el famoso baranda que sorprendentemente funcionaron, véase El Dobladillo, el Taller o las Jornadas Feministas) hasta que un día, después de ver un bochornoso documental sobre la princesa Leonor, me lancé de nuevo a escribir y empecé con una pequeña serie de columnas llamada “No me renta”. Una vez más, los desahogos de una joven de izquierdas indignada con diversas situaciones que se daban (y se siguen dando) en este nuestro país encontraron refugio en CTXT. Me gusta pensar así en esta revista, como una especie de fuerte donde escapar de los bulos, de la manipulación y la corrupción mediática; donde denunciar las decisiones y políticas que perpetúan un sistema injusto y deprimente; donde encontrar reflexiones alejadas de aquellas que solo sirven para complacer y proteger a unos pocos. Eso es CTXT, una familia variopinta, con sus suscriptores siempre en la retaguardia, que lucha contra la corriente de pensamiento mayoritaria y lo hace con calma, humor y rigor mientras da la oportunidad de expresarse a muchas.
No les voy a mentir, no siempre me he llevado bien con CTXT. Mi padre, oséase, el jefe, a menudo se refiere a la revista como “la mercería familiar”, donde todas en algún momento hemos tenido que pringar. Pero, como bien sabéis, la meritocracia son los padres y a mí siempre me ha dado bastante pavor eso de que me metan en el mismo saco que a la hija de Amancio Ortega. Por eso, cuando empecé a escribir ahí pasaba bastante vergüenza y cuando empecé a trabajar como responsable de prensa para la Secretaría de Organización de Podemos, rompí todos mis vínculos con la mercería y evité soltar cualquier información relevante en el ámbito familiar –mi padre es mi padre, pero sobre todo es periodista y, por mucho que lleguen tarde a las últimas noticias, no me podía arriesgar–.
Pero aquí estamos otra vez, esperando que llegue la herencia.
En fin, que es un orgullo haber aportado un granito de arena al contexto y a la acción, haber pringado en la mercería repartiendo dobladillos bajo la lluvia en el dramático Vistalegre II, sirviendo copas en el Taller, envolviendo tazas para los suscriptores o vendiendo merchandising con la bacalaera, como llama mi madre al datáfono. Pero sobre todo, es un orgullo ver que CTXT ha llegado hasta aquí y saber que va a seguir dando guerra muchos años más.
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Elisa Mora Andrade ha sido columnista de CTXT, camarera y urdidora ocasional de festejos en el Taller, y fue la encargada del kiosko de merchandising y de la recepción de las ponentes en las Jornadas Feministas de Zaragoza, 2018.
Esta pieza forma parte del libro CTXT, una utopía en marcha, en el que sesenta y siete firmas hablan sobre los primeros diez años de funcionamiento de la revista y su contexto político. Se puede comprar aquí.
...Autora >
Elisa Mora Andrade
Es graduada en Ciencias Políticas.
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