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Julián Álvarez celebra su primer gol contra el Valencia. / Atlético de Madrid
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Mientras alguno, seguramente influido por los efluvios de esa rabiosa actualidad que pintan desde el “extranjero”, gastaba todas sus fuerzas en especular con lo que pasará dentro de quince días, los jugadores del Atlético de Madrid, lógicamente, se centraban en encarar su siguiente partido. Uno que se jugaba fuera de casa, donde el cuadro colchonero no había conseguido la victoria en un partido de liga en lo que llevamos de 2025. Y es que todo va muy rápido últimamente. Seguramente demasiado.
La última experiencia del Atleti en Mestalla, además, no había sido muy buena. En uno de sus mejores partidos en toda la temporada, y en uno de los peores de los madrileños, este Valencia en horas bajas dio un importante repaso a los de Simeone. Y lo hizo simplemente poniendo más ganas y energía que su rival, lo que hizo que el dolor fuese especialmente punzante. Aquel partido hizo daño y, quizá por eso, los colchoneros salieron hoy al césped con una mentalidad muy diferente. La de un equipo sólido y hecho. La de un equipo importante. Con la confianza de saberse en un buen momento de forma, pero con la humildad de asumir que siempre hay que correr lo mismo, o más, que tu rival. Y “solamente” con eso, espero que se entiendan las comillas, la mitad del camino estaba andado.
Como era de esperar, porque es de las pocas armas que existen en el fútbol para igualar plantillas que son desiguales, los de Corberán salieron muy motivados al campo. Javi Guerra el que más, seguramente. Y es fácil de entender, teniendo en cuenta que el muchacho tuvo que darse la vuelta este verano cuando ya viajaba hacia Madrid para fichar por el Atleti. Todo esto provocó que durante los primeros diez minutos el partido fuese una especie de enfrentamiento de trincheras, con mucha intensidad y poca fluidez en el juego. Una batalla que duró justo lo que tardó el Atleti en tener un balón para poder jugarlo tranquilo. Con la pausa que precisaba el momento, los rojiblancos trenzaron una jugada larga que acabó en los pies de Griezmann. El francés vio que Lino hacía el desmarque hacia el punto de penalti y le metió un balón de fantasía, que el brasileño logró rematar según venía, no era fácil, para estrellarlo en el larguero. Pero afortunadamente para el Atleti hay un jugador argentino llamado Julián que juega en su equipo. Un jugador que es de esos futbolistas que tienen el gol (y el fútbol) marcados en el ADN y que siempre suele estar donde hay peligro. Y sí, también estuvo allí esta vez. Así que cogió el rechace y lo metió dentro de la red.
El partido entró entonces en uno de esos modos que maneja bien el equipo madrileño. Con un Valencia visiblemente aturdido, creo que apenas tuvieron un remate a puerta en toda la primera parte y llegó tras un saque a balón parado, los rojiblancos se dedicaron a controlar el partido por activa y por pasiva. Por activa, tocando el balón con criterio siempre que podían. Por pasiva, defendiendo en bloque cerrado, con mucha efectividad, cuando no lo tenían. Y así, con la comodidad del que sabe lo que está haciendo, el Atleti llegó tranquilo hasta la media hora para hacer otra jugada larguísima, que fue de derecha a izquierda, y que acabó de nuevo en los pies de Griezmann. El francés volvió a colgar otro balón de lujo al centro del área y Julian, quién si no, remató de cabeza, entre dos centrales, para hacer el segundo gol. Y podría haber hecho un tercero antes del descanso, si no hubiese marrado un mano a mano frente a Mamardashvili, ya en el tiempo de descuento.
La segunda parte fue otra cosa. En parte por el empuje anímico y físico que impuso el Valencia en la reanudación, en parte porque el Atleti empezó a gestionar esfuerzos, y en parte también por un extraño cambió táctico de Simeone, que volvió a la defensa de cuatro al poner a Galán y Gallagher. Los locales metieron una marcha más, aumentaron mucho la presión adelantada y estuvieron a punto de hacer el gol que les hubiese metido en el partido. Pudieron haberlo hecho con Hugo Duro rematando de cabeza, con Barrenechea lanzando desde lejos o de penalti, si el árbitro hubiera pitado una clara mano de Galán dentro del área, que el VAR interpretó como involuntaria. El Atleti sufría. Los laterales no podían con sus marcas y Llorente era incapaz de ayudar a De Paul en la salida del balón. Por cierto, otro partido excelente del argentino. Por cierto también, no me ha gustado Llorente en esa posición.
El Valencia perdió su oportunidad y Simeone atajó los problemas sacando a Giménez para volver a la defensa de cinco. Y se acabaron las llegadas valencianas. De hecho, llegaron en dirección contraria, aunque resolviéndose mal, como suele ser habitual. Sorloth pudo haber sentenciado en el 85, pero volvió a marrar una ocasión clarísima delante del portero. No hizo lo mismo Correa, que un minuto después aprovechó un error de Javi Guerra para hacer el tercero, tras pase de Gallagher.
Y ahora, a por la segunda etapa del Tourmalet.
Mientras alguno, seguramente influido por los efluvios de esa rabiosa actualidad que pintan desde el “extranjero”, gastaba todas sus fuerzas en especular con lo que pasará dentro de quince días, los jugadores del Atlético de Madrid, lógicamente, se centraban en encarar su siguiente partido. Uno que se jugaba...
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