No en mi nombre
Igiaba Scego 19/01/2015
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Hoy me han declarado la guerra. Diezmando militarmente la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, me han declarado la guerra. Han utilizado el nombre de dios y del profeta para justificar lo injustificable. Como afroeuropea y como musulmana no lo acepto.
“Not in my name”, reza el famoso eslogan. Hoy más que nunca siento este eslogan como mío. Estoy harta de que se me asocie con gente que mata, asesina, viola, decapita y orina en los valores democráticos en los que creo y que además lo hace en nombre de mi religión. ¡Basta! No debemos permitir nunca más (me lo digo a mí misma, a los musulmanes y a todos) que utilicen el nombre del islam para sus oscuros y asquerosos tráficos.
Quisiera que todos los imanes de todas las mezquitas de Europa lo dijeran alto y claro. Estoy harta de ver cómo se ensucia el nombre de una religión. No es justo. Como tampoco es justo ver denigrados esos valores de convivencia y de paz sobre los que reposa la Unión Europea, de la que soy ciudadana. Estoy harta de los que no respetan el derecho a reírse de los demás. Harta de ver cómo todos los días se derrama, desde París a Peshawar, sangre inocente. Y me producen náusea los diversos xenófobos que están al acecho. Ya sé que habrá alguien que va a utilizar este atentado contra los emigrantes y los hijos de los emigrantes para conseguir algunos votos más. Siempre hay algún buitre que se alegra de las tragedias.
Sucede siempre cada vez que hay un atentado.
Tras cada desgracia crecen mi angustia y mi frustración. Tras cada atentado quisiera gritar y hacer entender a la gente que el islam no tiene nada que ver con esos personajes con barbas largas y esa vestimenta ridícula. El islam no les pertenece, el islam es nuestro, es de los que creemos en la paz. Ellos son sólo caricaturas, afirmo. Se visten a propósito de esa forma para daros miedo. Está todo calculado. Despertemos.
Por eso digo que me han declarado la guerra. Es más: nos han declarado la guerra.
Este atentado no es sólo un ataque a la libertad de expresión, es también un ataque a los valores democráticos que nos mantienen unidos. Europa está formada por ciudadanos judíos, cristianos, musulmanes, budistas, ateos, etcétera. Somos muchos y convivimos. Es verdad que el continente cojea, que la crisis es seria, pero estamos juntos y esto es lo que importa. Es el caos lo que quieren esos asesinos profesionales y bien adiestrados que han golpeado a Charlie Hebdo. Quieren una Europa atemorizada, donde cada ciudadano sea enemigo de su prójimo. Y en esto van en amor y compañía con la extrema derecha xenófoba. Entre nazis se entienden. De hecho quieren aislar a los musulmanes del resto de los europeos. Quieren vernos solos y vulnerables. Quieren destruir la convivencia que estamos construyendo juntos con esfuerzo.
Encuentro maravilloso que vengan tantos cristianos y judíos a la mezquita de Roma para celebrar con nosotros el final del Ramadán, el Eid. Y para mí es maravilloso desear a los amigos cristianos una feliz Navidad y a los amigos judíos una feliz Januká. Es maravilloso echarse unas risas con los amigos ateos y reírse de todo. Se puede reír de todo; se debe. Por todo esto, el atentado [del 7 de enero] es tan terrible. Es doloroso saber que una mano infame ha asesinado a seres humanos sólo porque querían hacer reír, pero también duele darse cuenta de la intención que hay detrás, es decir, la voluntad de destrucción total.
Una destrucción que sabía qué y a quién golpear.
Nada se ha dejado al azar. Quien ha organizado la masacre ha gastado mucho dinero. Se han elegido hombres adiestrados. Se ha elegido un objetivo, la redacción de un semanario satírico, que era claramente un objetivo emblemático, pero también fácil de atacar. Se ha estudiado todo hasta en sus mínimos detalles, como en cualquier otra declaración de guerra. El que perpetró este atentado sabe qué va a provocar. Sabe el delirio que se está preparando. Si estamos en guerra, entonces se debe empezar a pensar en cómo combatirla. En estos años, la teoría de la guerra preventiva, del odio preventivo, de las desastrosas campañas en Iraq y Afganistán, sólo ha fabricado más fundamentalismo.
Si se quiere ganar esta guerra contra el terrorismo, quizá Europa deba apoyarse en su esencia y en sus valores. Los asesinos quieren sembrar el odio. No debemos caer en esta trampa. Debemos reafirmarnos en lo que somos: demócratas. Tiene razón la escritora Helena Janeczek cuando afirma que liberté, egalité, fraternité sigue siendo el mejor lema para vencer la batalla. Y los musulmanes europeos proclamando el “Not in my name” podrán ser el as en la manga de la partida. Europa podrá frenar la barbarie sólo si sus ciudadanos se mantienen unidos en esta hora difícil.
Igiaba Scego es escritora somalí-italiana y presidenta de la asociación Incontri di civiltà.
Traducción de Valentina Valverde
Este artículo se publicó el 7 de enero en Internazionale
http://www.internazionale.it/opinione/igiaba-scego/2015/01/07/non-in-mio-nome
Hoy me han declarado la guerra. Diezmando militarmente la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, me han declarado la guerra. Han utilizado el nombre de dios y del profeta para justificar lo injustificable. Como afroeuropea y como musulmana no lo acepto.
“Not in my name”, reza...
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Igiaba Scego
Es una escritora somalí-italiana y presidenta de la asociación Incontri di civiltá. Es autora, entre otros libros, de La mia casa è dove sono, una novela, publicada por Rizzoli, en la que de manera autobiográfica describe a una familia disperse entre Reino Unido, Somalia e Italia.
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