Ceci n’est pas censure
La situación española respecto de la libertad de expresión es radicalmente distinta a la francesa. Aquí son los medios los que protegen al Estado con sus portadas
Guillem Martínez 20/01/2015
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Al día siguiente de lo de Charlie Hebdo la prensa española se llenó de artículos sobre lo de Charlie Hebdo. En general, esos artículos no dan para mucho. Por el género. Ante la brutalidad king-size, como su nombre indica, no hay mucho que decir. Cualquier cosa que se diga suena a circular. Si te desmarcas de la circular, no te salen artículos, sino jaikus. La muerte, en fin, es un hecho tan descomunal que no da para mucho espacio. Exemplum: uno de los dibujos más turbadores de la figura moral del asesinato lo formula Clint Eastwood en Sin perdón y en un plis-plas, cuando queda claro que la trama va en serio, que esto va de muerte: "Cuando se mata a alguien, se le quita todo lo que tiene y todo lo que tendrá". El hecho de que menos sea más, cuando se alude a la muerte y a las libertades, es un indicativo de que la libertad de expresión, la defensa de la vida frente a la violencia, no se realiza a través de artículos gansos, sino a través, tal vez, de jaikus. Son derechos tan básicos que reivindicarlos y defenderlos produce frases básicas y breves. Por eso mismo, lo que me llamó la atención sobre los artículos ad-hoc en la prensa española fue, precisamente, lo contrario. Su longitud. Y su preciosismo: se rellenaba el espacio con épica defensa de las libertades, frente a unos malos malos muy malos y dispuestos a todo. En cierta manera, y por eso mismo, eran artículos formalmente y poéticamente de cuando ETA, ese periodo aciago del periodismo hispano. Artículos para la galería / para entrar en el grupo de los buenos y alejarse arreando del de los malos, y en los que la libertad de expresión volvía a ser esa cosa chachi que sólo se ve amenazada puntualmente y por el bestialismo desmesurado del enemigo.
Conviene recordar que eso —la amenaza de las libertades por parte de un enemigo puntual— no sucede ni siquiera en Francia (en su día Sarkozy, verbigracia, vetó, presionó y modificó información en los medios, sin excesivo escándalo). A pesar de ello, no obstante, los artículos franceses que he leído sobre Charlie Hebdo, y que vinculan libertad de expresión y laicismo, tienen una tradición efectiva a la que retrotraerse sin hacer el ridículo, con efectividad y beligerancia democrática. El Republicanismo. Por aquí abajo, la situación es diferente. Radicalmente. De hecho, el humor gráfico local y hasta cierto punto la prensa recientes nacen con un atentado victorioso de los malos. Aquí, vamos, los malos ganaron. Algo. El atentado contra El Papus, en 1977, envió al garete la prensa humorística en la Transi. No volvió a levantar la cabeza. De las chorrocientas revistas prometedoras, rupturistas, que había, sólo quedó una. La razón: quedó claro que ningún Estado las protegería de sus portadas. Con el tiempo, y en lo que parece un chiste, fueron los medios los que protegieron al Estado con sus portadas. El 11-M, ese día en que con tan solo una llamada gubernamental cambiaron portadas y editoriales del periodismo local, es en ese sentido la caricatura de una dinámica que ha sido cotidiana, constante, abrumadora. Sin salir de la serie del humor, y para empezar a apuntar que los artículos sobre Charlie Hebdo en España se han orientado hacia el fraude, el parcialismo y la épica de silicona, El Jueves fue censurado recientemente y sin artículos Charlie Hebdo style en la prensa generalista, que tanto han abundado estos días. La cosa fue en 2007, por una portada sobre los actuales reyes. En su día, intenté colar un artículo al respecto. Mientras lo preparaba con Manuel Fontdevila, sabíamos que no saldría. No salió. Por supuesto, no fue censura. Como siempre en estos casos fue todo lo contrario / se me dijo que ya se había hablado mucho del tema. Supongo que en formato monólogo interior. En aquella ocasión, la censura fue vía judicial, se supone que por iniciativa de Casa Real. En 2014, es decir, esta mañana a primera hora, El Jueves volvió a ser censurado. Sin vía judicial, y por iniciativa, indeed, de Casa Real, que llamó a la empresa y mandó parar. Según la empresa, la retirada de 60.000 portadas no fue censura, sino bla-bla-bla.
Con esta crisis, por cierto, ha aumentado la censura bla-bla-bla system. Los bancos, acreedores de la deuda de muchos medios, han cambiado su deuda por accionariado. Son propietarios de los medios. Por lo que los bancos —su rescate ha supuesto el abandono de la sociedad a sí misma— han desaparecido de los medios salvo para explicarnos su obra social y sus éxitos lationamericanos. Anécdota que ilustra la sensibilidad hacia la libertad de expresión de esos nuevos propietarios: hace un año, el vicepresidente de una entidad bancaria llamó al director de un diario para comunicarle que, en ese preciso instante, un redactor estaba tuiteando cosas sobre su banco. En otro orden de cosas, el mismo día del atentado a Charlie Hebdo, Facu Díaz, guionista en La Tuerca News, fue encausado por un gag sobre el PP emitido en Internet. Creo que los cargos son enaltecimiento del terrorismo, bla-bla-bla, o alguna chorrada por el estilo. He observado que nadie ha escrito nada sobre él y los malos. Los malos viven en Francia, supongo. Antes había malos por aquí abajo. Pero desaparecieron. Para eso se cerraron por la vía judicial varios diarios. España, en fin, es el Estado europeo en el que más diarios se han cerrado en las últimas décadas por motivos políticos. Aunque parezca que no. Por ejemplo, eso no ha aparecido en ninguno de los valientes artículos locales sobre lo de Charlie Hebdo.
Me la pelan los artículos hispanos sobre Charlie Hebdo. Impiden ver las casillas anteriores a Charlie Hebdo. Impiden ver que los que atentan contra Charlie Hebdo dejan de atentar contra Charlie Hebdo cuando pueden promulgar leyes contra Charlie Hebdo. Impiden ver la fragilidad de la libertad de expresión por aquí abajo. Impiden ver la cotidianidad de la brutalidad. Evitan ver que la cotidianidad de los Charlie Hebdo es, en verdad, épica, incluso varias casillas antes de que entre alguien a Charlie Hebdo y quite a varias personas todo lo que tiene y todo lo que tendrá.
Al día siguiente de lo de Charlie Hebdo la prensa española se llenó de artículos sobre lo de Charlie Hebdo. En general, esos artículos no dan para mucho. Por el género. Ante la brutalidad king-size, como su nombre indica, no hay mucho...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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