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He aquí un extraterrestre. Marciano Rajoy se dirige desde la tribuna a los 47 millones de terrícolas que, caprichos del cosmos, lo tienen como presidente al haberles tocado habitar esta zona del planeta, casi toda ella urbanizable, comprendida entre Francia y Portugal. Lo primero que sorprende al ver a un marciano como Rajoy dar un discurso es el color de su piel: no es verde. La mimetización física con el entorno es realmente asombrosa. Un gran trabajo. Si su cara no nos resultase ya tan familiar debido al cargo que ocupa, podría pasar desapercibido leyendo el Marca, sentado en un banco de cualquier parque, sin que nadie fuese capaz de detectar que viene de otro planeta. Esa barba canosa a la que la patilla de la gafa separa del pelo teñido, peinado con raya curiosamente a la izquierda, le hace adquirir una apariencia, tan habitual en la Tierra, que nos ayuda a aceptarlo como uno más a pesar de no ser de aquí.
Pero no todo es tan sencillo. Como suele pasar cuando se ejerce una impostura, a pesar del estupendo trabajo de camuflaje, a Rajoy le delata el discurso. Por infinidad de películas sabemos que esto ocurre. Piensen en la típica escena en la que el protagonista, simulando ser quien no es, acaba siendo descubierto al desconocer una realidad básica que el personaje por el que pretende hacerse pasar tendría que saber. En la imagen de arriba, obsérvenla, el alienígena pretende hacerse pasar por conocedor de la realidad social y económica de esta zona urbanizable del planeta. Va genial todo por aquí, dice. Y los terrícolas lo observamos, frunciendo el ceño y preguntándonos si la raya del peinado no será en realidad una cremallera. Voy a crear no sé cuántos millones de empleos que, sumados a los que ya prometí la otra vez, van a acabar con el paro no sólo en la zona urbanizable sino también en Francia y Portugal, dice. Y los terrestres nos miramos entre nosotros y nos preguntamos con la mirada y algún gesto si no estarán a punto de salirle antenas con forma de trompeta de las orejas a pesar de no ser verde su piel. La zona urbanizable del planeta es la envidia económica del mundo, dice. Y, como pasa en las películas, empezamos a tener cada vez más claro que quien se dirige desde esa tribuna a la zona urbanizable del planeta viene de lejos. De muy lejos.
He aquí un extraterrestre. Marciano Rajoy se dirige desde la tribuna a los 47 millones de terrícolas que, caprichos del cosmos, lo tienen como presidente al haberles tocado habitar esta zona del planeta, casi toda ella urbanizable, comprendida...
Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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