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Imagina la ciudad de Lori Meyers, Los Planetas, Napoleon Solo, Niños Mutantes y Lagartija Nick. Imagínala, ahora, desprovista de todo apoyo cultural, de toda apuesta por la escena musical. Granada es una ciudad en la que su Ayuntamiento monógamo retira las subvenciones al Zaidín Rock, el festival gratuito más longevo de España. Una ciudad en la que sus salas de música en directo son castigadas, y donde los festivales solidarios tienen que cancelar fechas para evitar pérdidas. Una ciudad rica en música y talento que podría dar mucho más de sí en cuanto a su oferta cultural.
Los días 18 y 19 de septiembre, sin embargo, tuvo lugar una de las declaraciones de intenciones más grandes que se han hecho en Granada en los últimos años. El equipo responsable de festivales como Arenal Sound o Viña Rock volvía a la ciudad en la cuarta edición del Granada Sound, y lo hacía de la mejor forma posible: celebrando cuatro años de música que vuelven a poner a Granada en el mapa de la escena de nuestro país.
Con la ampliación a dos días de festival y el traslado al mejor lugar de la ciudad para un evento de esta envergadura —el recinto ferial—, el Granada Sound se parecía este año mucho más al resto de festivales españoles de grandes dimensiones. Una treintena de grupos, tres escenarios y una estupenda producción transformados en cerca de 25.000 asistentes, de los que buena parte abarrotaron los hoteles de la zona.
Granada tenía ganas de música, y ya el viernes lo demostraba con creces con el concierto de Izal. Los madrileños, que acaban de lanzar su tercer disco, se encontraron con una inmensa cantidad de gente que llenó el recinto para escuchar sus nuevas canciones, presentadas en primicia en directo junto a temas ya míticos de la banda como Magia y efectos especiales, Qué bien o La mujer de verde. Un poco antes de Izal, Sidonie se ganaba el puesto como una de las mejores actuaciones de la noche, haciendo vibrar al público cuando sonó Un día de mierda.
El sábado, Niños Mutantes y Supersubmarina —estos últimos protagonizaron uno de los grandes momentos del festival cuando cerraron su actuación a ritmo de LN Granada y un mágico espectáculo de fuegos artificiales— “telonearon” al plato fuerte del festival, The Kooks. Los británicos, pieza destacada de la nueva generación del britpop de los años 2000s, visitaban por primera vez Andalucía para hacer un recorrido a través de sus canciones más icónicas, intercaladas con las de su cuarto álbum de estudio.
Desde Inside In/Inside Out, el primer trabajo de los de Brighton, con canciones como Naive, Ooh La o Seaside, pasando por Shine On (Konk) o Junk of the Heart de su tercer disco, hasta Listen, que salió el año pasado y desde entonces protagoniza sus directos, con un sonido más depurado y eléctrico. El grupo ha conseguido llevar el espectro de su último álbum a toda su puesta en escena, y ya no sólo temas como Around Town o Bad Habit suenan con esa chispa renovada: los ingleses aún tienen mucha guerra que dar, y es una fantástica noticia para sus fans; incluso para aquellos desencantados con el nuevo sonido de la banda.
Dorian, Carlos Sadness, Zahara, Nacho Vegas o La habitación roja, entre otros tantos, completaron un cartel bastante representativo de la escena independiente española, acompañada por ese espacio para lo internacional que el año pasado ocuparon los noruegos Kakkmaddafakka. Un espacio agradecido por el público y que dota a cualquier festival del reconocimiento necesario para ir creciendo año tras año. Y que el Granada Sound crezca y contribuya a recuperar en la ciudad el placer por la música y la buena fiesta —también necesaria— es una muy buena noticia.
Tan buena noticia como fue escuchar durante el concierto de The Kooks a Luke Pritchard, su cantante, anunciar que “for the first time mi abuela is on stage”. Decidir ir por primera vez a un concierto de tu nieto más de diez años después de que iniciara su aventura musical, sólo puede estar motivado por una visita a Granada.
El fin de semana pasado la música volvió a sonar con fuerza en la ciudad del sur de España. Ojalá eso signifique muchos más años de ilusión por la música. Una ilusión transformada en más apoyos a quienes la difunden sin importar el género de ésta, el lugar donde se escuche o la forma de hacerlo. Porque al final, lo importante es que la música suene en Granada.
Imagina la ciudad de Lori Meyers, Los Planetas, Napoleon Solo, Niños Mutantes y Lagartija Nick. Imagínala, ahora, desprovista de todo apoyo cultural, de toda apuesta por la escena musical. Granada es una ciudad en la que su Ayuntamiento monógamo retira las...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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