Tuiteando vengo
El fontanero, el repartidor y otras cosas de la corrupción
Moe de Triana 30/12/2015
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Ya casi enviamos a 2015 al cajón desvencijado en el que descansan los años rotos. El rápido tránsito de sus meses ha ido trayéndonos un peculiar reguero de vivencias, experiencias y anécdotas. En el panorama nacional de la actualidad no digamos. Vaya añito de emociones trayendo sin descanso un poco de todo, como en botica: de lo bueno, de lo malo y de lo peor.
El año que empezó con 2.000 imputados por escándalos de corrupción no ha querido dejar de sorprendernos hasta su último suspiro. Semana a semana iría generando una ingente cantidad de nombres de implicados en prevaricaciones, cohechos y modalidades varias del siseo fino al que se nos tiene acostumbrados en este santo país, en el que algunos cual peces en el agua se mueven constantemente entre la falta de ética y valores, la legalidad y las caras de panolis que se nos quedan al resto al oír hablar de los chanchullos que protagonizan.
La corrupción y los leggings nunca pasan de moda y dan rienda suelta a la imaginación. Y para imaginación la que echan determinados prendas de los que andan embarrados en corruptelas, que a menudo se acercan acertadamente a la mente del Berlanga que mejor supo dibujar la España de hoy y de siempre. El millón de euros dejado por el fontanero o el trabajador de Ikea, aún no sabemos quién de los dos, en casa del suegro del señor Granados es otra de las viñetas políticas que desafiarían mano a mano a cualquiera del propio Ibáñez. El dibujante de la escena no encontró más brillante manera de salir del embrollo tras el registro de su domicilio. Estos fontaneros han cambiado mucho. No contentos con recorrer de punta a cabo el hogar enseñando la hucha, ahora van y te enmarronan a las primeras de cambio dejando bolsas de dinero. Eso si el responsable de la treta no fue el repartidor de Ikea, que les llevó a la morada el maletín rebosante de pasta para que ellos mismos pudieran montarse su propia trama corrupta en la Gotham madrileña que es Valdemoro. Sea lo que sea, pronto lo descubriremos. O puede que no. Esta tropa de pajarracos es impredecible.
A 2016, que se acerca de puntillas, en silencio, qué menos que pedirle que nos deje momentos por los que ser recordado. Aunque sean como éste. Jamás está de sobra que nos llamen tontos a la cara porque la provocación es una magnífica espoleadora de conciencias y porque, quizás, esos granujas que nos toman por bobos tengan incluso razón.
Ya casi enviamos a 2015 al cajón desvencijado en el que descansan los años rotos. El rápido tránsito de sus meses ha ido trayéndonos un peculiar reguero de vivencias, experiencias y anécdotas. En el panorama nacional de la actualidad no digamos. Vaya añito de emociones trayendo sin descanso un poco de todo, como...
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Moe de Triana
Álvaro Ballén (Sanlúcar de Barrameda, 1983) Como técnico superior trabajo en el ámbito de la animación sociocultural y la integración aunque de vez en cuando intento pensar y me da por escribir. Desde CTXT oigo los latiditos de Twitter. A menudo blogueo en moedetriana.com.
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