De los Pet Shop Boys a Gerry and Pacemakers, Fito Páez, Radio Futura pero con Herminio Molero, el calvo de las gafitas, y los Creedence, cientos de grupos musicales y cantantes han prestado sus canciones para el fútbol. Hasta Raphael, que aquí no se salva nadie. Lo que jamás había sucedido es que el fútbol prestara sus canciones a los músicos. Ha pasado, naturalmente, desde el Atleti, que es lo único que al abajo firmante le gusta más que el fútbol. La Mosca Tse Tse, ese combo rockero de gafas ahumadas, ha puesto trompeta y sal al Muchachos, hoy viajamos juntos otra vez, que hace trepidar el Calderón y, por cualquier calle, tararea al despiste el colchonero feliz. Lleva la canción un viaje de ida y vuelta: fue un huevo de la Mosca (Muchachos, esta noche me emborracho) que retorna para alcanzar su máxima altura en la versión india. De pequeño yo te vi y a tu lado me quedé, Fondo Sur del Calderón, yo de ti me enamoré. Ese enganche infantil prendió en el pecoso y hasta hoy. Ha dicho Fernando Torres (mejor delantero centro europeo en 2016) que no le vengan con lo de la selección que eso ya sabemos cómo funciona y que a ver si le va a distraer del partido más importante de su vida, en Milán el 28. Y que la renovación, sí, que los viajeros que se buscan al fin se encuentran y el etcétera tópico, pero que ni cantidades, ni años, ni gaitas: sólo el partido del 28. Lo demás luego; lo de la Selección cuando le llamen, que está dispuesto, o sea: con el próximo técnico. Sólo el 28. Sólo esa tarde para la que descontamos los minutos. Ese rato que da una respuesta asombrosa a los veteranos que salían de Lisboa diciendo “vosotros que sois jóvenes, quizá, pero nosotros ya no veremos una final de Champions y menos contra éstos”. Mira por dónde, si han aguantado un par de añitos, se van a topar con los mismos en la misma circunstancia.

No sé qué va a pasar. Sé lo que ha pasado. El Atleti llega a San Siro por su camino habitual, largo y difícil. El adversario con una wild card, dice con heredada sabiduría el perspicaz Rubén Amón. Y sé porque lo acabo de ver, que brilla en los ojos de Fernando Torres la luz determinante de los que van a las finales a ganarlas. La que le vimos en las que ha jugado antes. La que vimos en el Cholo hace cinco años cuando llegó al Calderón para elevar la historia del Atlético de Madrid.

Enamorado del Atleti, no lo puedes entender.