Popeye / Exsicario de Pablo Escobar y exmiembro del Cártel de Medellín
“Yo era muy buen asesino. Soy bueno para el crimen”
Beatriz Sainz de Rozas de la Serna 17/08/2016
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Pablo Escobar tenía un “ejército” de 3.000 personas. De todos ellos, sólo viven cuatro y sólo uno está en Colombia, en Medellín: Jhon Jairo Velasquez (alias Popeye). Una “leyenda viva”, como él mismo se califica, y que ahora triunfa en las redes sociales.
Asesinó a cerca de tres centenares de personas a sangre fría. No le temblaba el pulso. “Yo era muy buen asesino. Soy bueno para el crimen”, comenta por Skype.
Trescientos asesinatos mirando a sus víctimas a los ojos y unas tres mil muertes indirectas, entre las que se encuentra la que por entonces era su novia.
Popeye narra cómo era su vida criminal de una manera rotunda. Su tono es sosegado y su voz calma. Pareciera que hablase de un trabajo común y corriente. “La gente me quiere ver llorando, pero eso no va conmigo, yo soy muy fuerte” asevera.
Popeye comenzó en la organización de Escobar cuando apenas había cumplido la mayoría de edad. Fue en ese momento cuando cometió su primer asesinato: mató a un conductor de autobús. “La mamá de un narcotraficante, amigo de Pablo Escobar, se subió al bus y antes de bajarse arrancó, ella cayó y murió. El conductor la dejó tirada como a un perro. El hijo de la señora consiguió dinero, pidió ayuda y permiso a Pablo Escobar para matarle --porque en Medellín no se podía matar a nadie sin su permiso--, él se lo concedió y yo hice el trabajo. Lo hice con inteligencia y frialdad”, explica.
“Si no estuviese en YouTube sería bandido porque me gusta la adrenalina, porque el Estado no me apoya en absolutamente nada y porque soy buen delincuente. Pablo Escobar dijo que para ser buen bandido hay que pasar por la cárcel y yo he estado 23 años. Tengo dos opciones: o YouTube o el fusil”, comenta.
Popeye no esconde su admiración por el que fue su patrón. Al hablar de Pablo Escobar, su tono de voz cambia y deja entrever cierta melancolía. “Pablo era un gran hombre. Para matarle se tuvo que unir la DEA, la CIA, el FBI, la policía, el ejército, la mafia colombiana y sus propios amigos. Nos perseguían los norteamericanos, los ingleses, el Mossad israelí… Era una locura, pero él con su pistola y yo con mi fusil nos reíamos de la muerte”.
Después de 23 años en las “prisiones más bravas de Colombia”, ahora su tiempo lo dedica a YouTube. En su canal, Popeye arrepentido, cuenta los entresijos del Cártel de Medellín.
Popeye sabe que “el patrón” vende y su canal así lo demuestra. No es el de un amateur, sino el de todo un profesional. Los videos, en alta definición y con trabajo de posproducción comienzan con una presentación en la que aparece una bala a cámara lenta, fuego, música intrigante... Su puesta en escena es sencilla. Sentado en su sofá, Popeye habla mirando a cámara.
Parece desenfadado, pero todo está cuidado al milímetro. Popeye sabe cómo manejar a su personaje. Tanto es así que hace unos meses se tatuó en un brazo una frase que dice “El general de la mafia”. Un tatuaje que no se corresponde con su “arrepentimiento”, pero que, como él explica, es un nombre “meramente publicitario”.
“Quiero enseñarles a los jóvenes que no merece la pena delinquir por tener un carro de lujo o una reina de belleza. Hay que disfrutar los pequeños placeres de la vida”, asegura.
Sin embargo, cuando recuerda a su patrón, el arrepentimiento parece desvanecerse. “Si Pablo Escobar estuviera vivo me aliaría con él y esta vez me haría matar a su lado. Pero eso sólo lo haría por Pablo Escobar porque él adoraba a sus asesinos. Era un hombre que cuando hablaba te miraba a los ojos, no hablaba con sarcasmo, nunca gritaba. Era mi amigo. En más de una ocasión me salvó la vida”.
La mitad de su vida en la cárcel y la otra junto al “Patrón”, al que echa de menos. “Cuando estaba preso soñaba mucho con él. Salía de la cárcel e iba a pedirle trabajo, él estaba en una montaña, cargado de fusiles y me decía ‘no Pope porque usted habló’, y yo me retiraba triste. Desde que salí en libertad no había vuelto a soñar con él. Hasta hace tres días que soñé que llegaba donde estaba él y alguien me decía: ‘Pope entreguemos a Pablo Escobar que ganamos mucha plata’ y yo me negaba".
En su canal de YouTube no sólo hay cabida para el Cártel y el patrón, Popeye también ejerce de “activista político”. Su video De bandido a bandido es el que más visitas ha recibido (algo más de un millón). En él arremete contra Diosdado Cabello, expresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y número dos del chavismo. “Él me dijo que yo era peor que Uribe y él es el mafioso más grande de la historia. Es un narcotraficante. Pertenece al cártel de los soles”, asevera.
Sobre Colombia y las negociaciones con las FARC, Popeye opina de forma tajante que “todo es una pura mentira” pero que más vale “una paz mal hecha que una guerra perfecta”.
A Popeye le atrae la política y aspira a tener un lugar en el Congreso. La Constitución colombiana no lo permite, ya que su artículo 179 reza que “no podrán ser congresistas quienes hayan sido condenados a pena privativa de la libertad en cualquier época”.
Aun así tiene esperanzas. Quizá porque no sería la primera vez que tumbara un artículo de la Constitución. “Nosotros en la guerra contra el Estado colombiano conseguimos modificar el artículo 35 para que se prohibiese la extradición de colombianos”, explica orgulloso.
El Cártel de Medellín consiguió que el gobierno se arrodillase ¿Lo hará Popeye con su fama en las redes sociales? Lo cierto es que si las FARC, después de las recientes negociaciones, ocupan asientos en el Congreso, Popeye tendrá un argumento de peso con el que pelear su “derecho” a entrar en política.
“Quiero luchar en el Congreso de la república porque las FARC va a contaminar todas las instituciones colombianas. Colombia está en peligro, puede convertirse en Venezuela. Quiero abrir los ojos al país porque la clase política colombiana es corrupta, pero las FARC quieren más. Se harán con el país, de ahí a la presidencia y seremos como Venezuela”, asegura Popeye.
El exmiembro del Cártel de Medellín ha escrito un libro, es youtuber y hace poco firmó con Netflix para llevar a cabo una serie que contará su historia. Sobre si esto puede o no considerarse apología de la violencia o si los jóvenes pueden ver reflejado en él a un asesino que consiguió monetizar sus muertes y alcanzar la fama, él responde así: “Cuando yo salí de prisión hablé con el gobierno para enterrar a Pablo Escobar y a Popeye. No me quisieron ayudar. Sólo me han estado siguiendo, interviniendo mi teléfono… Están encima de mí. No me dejan abrir una cuenta en el banco… Nada. No puedo hacer más que vender mi historia. Es más peligroso Popeye en las montañas de Antioquia que Popeye en Netflix”, sentencia.
Pablo Escobar tenía un “ejército” de 3.000 personas. De todos ellos, sólo viven cuatro y sólo uno está en Colombia, en Medellín: Jhon Jairo Velasquez (alias Popeye). Una “leyenda viva”, como él mismo se califica, y que ahora triunfa en las redes sociales.
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Beatriz Sainz de Rozas de la Serna
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