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“Relato” es la palabra de moda. Sirve para todo y se usa a diestro y siniestro, es el nuevo engorde del ganado raquítico, ya sea este una venta imposible, una mentira descarada o una abstención pedagógica. Esta hipertrofia del término nos resulta chocante a los profesionales del relato –el de siempre, el de Homero-- que bastante teníamos ya con ser vilipendiados –culturetas, pesebreros– y, sobre todo, mal pagados. Ahora vemos, inermes, cómo nuestro sanctasanctórum es asaltado de continuo por expertos en marketing, publicitarios, economistas, políticos y periodistas aunque ninguno de ellos haya hecho siquiera un curso por correspondencia de Storytelling.
La televisión, esa gran educadora de varias generaciones de storytellers es también la maestra del relato moderno. Y TVE, el canal pagado con dinero público, sería la caja milagrosa del mago donde la historia desaparece o es cortada, partida, despedazada sin conmiseración, como en el truco de la mujer aserrada.
“Nueva polémica en TVE: minimiza Gürtel en el telediario y lo obvia en Informe Semanal”. “El tratamiento que han realizado los informativos de TVE del juicio del caso Gürtel ha desatado un nuevo incendio en Torrespaña, donde los periodistas han recriminado a sus jefes el escaso espacio que ha concedido al tema. Varios episodios de este tipo se han producido en los últimos meses en casos como Imelsa, Púnica, Taula, Bárcenas, Púnica o De la Serna y Arístegui.” (Vozpópuli, 11-10-2016)
“A los telediarios de TVE ya no les interesa Venezuela” “El pasado junio, el Consejo de Informativos de TVE publicaba un demoledor informe en el que, entre otras cuestiones, se demostraba que el Telediario de la pública dedicó el doble de tiempo a Venezuela que al paro en plena campaña electoral. Un ejemplo claro fueron los telediarios del día 18, que dedicaron poco más de 20 segundos al récord de deuda pública (noticia negativa para el Gobierno y que afecta directamente al conjunto de los españoles), mientras que a Venezuela se destinaron más de 6’ en cada telediario. (…) Sin campaña electoral de por medio, parece que TVE se ha olvidado de Venezuela. De hecho la última vez que el Telediario de la televisión pública dedicó tiempo a los problemas de este país fue el pasado 8 de septiembre.” (El Español 18-10-2016)
En realidad, tampoco tiene mucha importancia: la televisión no tiene interés por la información ni nunca la ha tenido, quizá por su origen de representación teatral. Los telediarios no fungen más que como torpes coartadas de la verdadera naturaleza del medio en el que malviven: un instrumento de entretenimiento. Relato best-seller, eso sí.
“OT: El reencuentro: 4,7 millones de nostálgicos”. “En total 4,7 millones de espectadores (casi uno de cada cuatro eligieron La 1) que han hecho que la cadena pública lidere con holgura el prime time de un domingo lleno de buques insignia en la programación. Jordi Évole volvía a La Sexta con un documental en su Salvados, y se transformaba en la segunda opción de los espectadores, con el 14 por ciento de cuota de pantalla (2,7 millones). (ABC, 17-10-2016)
Quizá le parezca poco reseñable a ABC que un documental sea emitido en una cadena generalista en prime time, de por sí una noticia digna de titulares –hombre muerde a perro--. Pero que además el tal documental sea segundo en audiencia frente a la “Máquina de Triunfar”, es un bombazo. Pero en la prensa del ramo no ven con buenos ojos que la esencia televisiva se degrade por culpa de un documental de investigación. O de denuncia, cosa aún más imperdonable: donde estén los triunfitos nostálgicos de la época del bienestar y la paz social, que se quiten estos adalides del relato correcto y, sobre todo, político. Que se quiten, es decir: que desaparezcan. Para eso ya están los realities.
“El 'Astral' de Évole, una copia de Pesadilla en la cocina” “El documental de Jordi Évole congrega a 2,7 millones de espectadores (14%) apelando a los buenos sentimientos. “OT: El reencuentro” arrasa con 4,7 millones y el 24,8% de audiencia”.
“Inmigración, gentes desesperadas y lobos de mar solidarios. ¿A ver quién tiene narices de criticar el producto? Es la quintaesencia de lo políticamente correcto y los buenos sentimientos. Quien se oponga es un miserable y un carcamal. Paso al frente y disculpas de antemano. Y sí, Évole estuvo bien con solo tres o cuatro cameos de sí mismo, el intrépido periodista del pueblo. El tema, la inmigración, una cosa bastante digerible en el país de las pateras y las vallas. Tiene su mérito congregar a 2,7 millones de espectadores, un 14% de share, con el drama de los inmigrantes, que no es precisamente nuevo u original. No pudo con OT: El reencuentro, de la checoslovaca TVE, con 4,7 millones de televidentes y un 24,8% de la audiencia.” (Pablo Planas, El Español, 17-10-2016)
Con chistes de mal gusto incluidos, este es un relato pretendidamente rebelde e inmune a los tiempos del politically correct. Aunque se queda muy corto frente al de Salvador Sostres, quien sigue a pies juntillas el estilo “metal extremo” dentro de la línea editorial hardcore del periódico de Rubido. Hay que reconocer que su verbo de barra brava periodística forma parte de una nutrida escuela y también es muy trendy, aunque con poco perfil televisivo. (La televisión es, sobre todo, simpatía fotogénica).
“Jordi Évole y las croquetas de la izquierda”. “La demagogia del velero de lujo de Évole recogiendo náufragos es tan escandalosa que constituye un hito en el museo español del escarnio. Comercializa la agonía como si fueran donettes. Es tan descarado, y tan descarnado, el tráfico de lagrimitas sensibleras, y tan evidente el afán con que Évole las exprime, para comparecer como el periodista/ángel con conciencia, que queda claro que el negocio de la izquierda continúa funcionando a toda vela, y que convertir el sufrimiento de los demás en propaganda sigue siendo la principal industria de la intelectualidad de izquierdas en España. (…) Es su negocio, son sus croquetas, venden millones de ellas. Croquetas de miseria para insultar a la derecha. Si no hay derecha que insultar, ni Israel ni América, no les interesa la croqueta. Que haya una España tan limitada que se trague toda esta indigencia, que hayan (sic) tantos atontados que asistan encantados a ver cómo estos fantoches se ríen de ellos, y encima les paguen por hacerlo, me recuerda lo que un importante empresario americano me dijo hace algunos años: “Salvador, en el mundo siempre habrá pobres, pero no porque falten recursos, sino porque siempre habrá imbéciles”. (S. Sostres, ABC, 13-10-2016)
Es difícil considerar como algo “correcto” emitir a la hora de la cena de un tranquilo domingo otoñal el durísimo, seco y nada sentimental relato periodístico de Astral. Las opiniones airadas que denuncian manipulación y sensiblería cuando menos son poco periodísticas y, sí, muy “televisivas” por banales, sensacionalistas o directamente ofensivas. No hay aquí más que palabras dictadas por la inquina, el cinismo o una (derechista) croqueta mental de proporciones gigantescas. Según estos relatores, el éxito de Évole se debería a una calculada adaptación al discurso políticamente correcto, diseñado con malicia para hacerlo comestible al gran público, engañado por la blandura progresista que en realidad esconde dentelladas buenistas. Las voces indignadas contra Astral se autodefinen como solitarios campeones en la lucha contra la plaga de la corrección política: esta medalla la llevan muy a gala cuando insultan a las feministas, por ejemplo. Pero cuando la incorrección atiza por el otro lado se alzan las mismas voces muy ofendidas; verbigracia, cuando un titiritero se atreve a hacer una función deslenguada. Entonces la incorrección se convierte en apología del terrorismo y exigen a las autoridades competentes un buen montón de lenguas cercenadas. Son las mismas voces que clamaban contra el titiritero y gran contador de historias Dario Fo, desaparecido esta misma semana, las mismas que le tildaban, al serle concedido el Premio Nobel, de ateo irreverente, anticlerical, anticapitalista, inmoral, alborotador e incluso “juglar” (L’Osservatore Romano, 10-10-1997).
“Un teatro, una literatura o una expresión artística que no hable de su propio tiempo no tiene relevancia”
“Impedir la difusión del saber es un instrumento de control del poder porque el conocimiento te hace dudar, sobre todo, del poder; de cualquiera de ellos.”
Dario Fo (1926-2016).
“Relato” es la palabra de moda. Sirve para todo y se usa a diestro y siniestro, es el nuevo engorde del ganado raquítico, ya sea este una venta imposible, una mentira descarada o una abstención pedagógica. Esta hipertrofia del término nos resulta chocante a los profesionales del relato –el de...
Autor >
Pilar Ruiz
Periodista a veces y guionista el resto del tiempo. En una ocasión dirigió una película (Los nombres de Alicia, 2005) y cada tanto publica novelas. Su último libro es "La Virgen sin Cabeza" (Roca, 2003).
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