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Álvaro Pérez, el 'Bigotes', llegando a la Audiencia Nacional.
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El Bigotes flipa con la prensa. Porque, a su juicio, lo que ocurre en la sala de vistas no tiene nada que ver con lo que lee en los periódicos.
--Como el hijodeputaque el otro día escribió que iba vestido de paramilitar- soltó después de declarar.
Álvaro Pérez lleva un bolso de tela, y asas de piel, con estampado militar, o cargo, o de cazador... hay mil formas de llamarlo. Un periodista, levantando el dedo, se identificó ante el corrillo que formó El Bigotes con un grupo de plumillas y dijo:
- Ese soy yo.
Entonces El Bigotes le explicó que cuando lee cosas así sufre. Porque nosequiénle había llamado por teléfono, alarmado por su exótica vestimenta, intentando contrastar esa información de calado. Álvaro Pérez tranquilizó a su interlocutor, explicándole aquello de ya sabes cómo es la prensa.
- O como el otro día -- siguió despotricando El Bigotes-- que si llevo pinquis o que si no llevo pinquis.
--Esa fui yo-- exclamó servidora izando el índice, en comunión con el compañero insultado.
La verdad es que El Bigotes en un hombre de pie desnudo prácticamente todo el año. Le gusta, sin más.
--Pero es que el otro día usted llevaba pinquis color carne, hay fotos --añadió la de CTXT, en relación a una imagen que tomó el lunes Manolo Finish.
El señor del "bigote espléndido" se comparó con el mismísimo Nobel de Literatura Camilo José Cela al reconocer que adora decir tacos. Y como en un inquietante homenaje al autor de La familia de Pascual Duarte, aseguró que los utiliza de forma cariñosa. El Bigotes fue el autor de aquello de "Luis el cabrón", que no es Bárcenas sino Luis Delso, a quien Álvaro Pérez definió como un padre para él.
Después de divagar sobre bolsos y pinquis otra compañera le cortó el rollo: "Sí, pero vamos a lo importante". Como El Bigotes es un tipo relacionado desde siempre con los medios, lo importante quiso decirlo fuera, ante las cámaras de televisión. Llegaba a las tertulias de mañana y con suerte se colaría en los informativos en unos días de silencio gürteliano por el trasiego en la Carrera de San Jerónimo.
Álvaro Pérez resumió en 3 minutos lo que había dado de sí su declaración como acusado. Fue corta porque sólo quiso contestar a las preguntas de su abogado. Su comparecencia ante el tribunal estuvo salpicada por las paradas que solicitó para ir al baño. Y lo explicó a su manera. Hace un tiempo El Bigotes tuvo cáncer y pasó por el quirófano, pero no pudo "traer el tumor" hasta la sala para acreditarlo. Porque a la prensa, según él, no nos interesa contarlo. Como si haber tenido cáncer fuera a rebajarle la pena de 5 años y dos meses de cárcel que la Fiscalía socialista pide para él por cohecho.
Es cierto que Pérez tiene permiso para abandonar la sala, por este motivo, cada vez que necesite ir al baño. De hecho los recesos en su declaración estuvieron marcados por sus tiempos fisiológicos, siendo él quien indicó al presidente del tribunal esa necesidad.
Si la declaración de Pablo Crespo ante su abogado estuvo enfocada a relatar el sufrimiento que vivió en los calabozos de Moratalaz, la de "Alvarito" (como le llama Correa) fue lo peor de lo peor: "Lo del señor Crespo fue un palacio comparado con lo que pasé yo. Llevaba el pantalón meao desde hacía tres días".
Tampoco quiso El Bigotes ratificar su declaración ante el juez y prefirió incidir en lo que verdaderamente domina. Lo suyo es el mundo de la creatividad artística y de la producción. En ámbitos faranduleros, televisivos, radiofónicos, también en el sector de la organización de actos, hay dos tipos de producción: uno afecta a la organización del evento (coordinación, traer, llevar, recoger… estar en el ajo, por entendernos) y otro se centra en hacer números, cuadrar cuentas y aprobar proyectos en función de la pasta disponible.
Álvaro Pérez era de los primeros. No ha hecho números en su vida. Él creaba. Si se le ocurría que del escenario tenía que bajar una nave espacial, El Bigotes movía cielo y tierra para conseguirla. Por eso el presupuesto para hacer actos del PP se disparó en las empresas de Francisco Correa con la llegada de El Bigotes. El partido de la gaviota encargó a Don Vito y cía cambiar su imagen. Según Álvaro Pérez el PP tenía un aspecto "rancio" que él cambió y que todos le copiaron.
Se relamió El Bigotes explicando lo bien que lo hizo en la época de Aznar. Era tan bueno en su trabajo que engañufleó a los medios de comunicación a través de la luz. Aznar tenía "la ceja poblada y el ojo hundido". Había que hacer algo ya y al Bigotes se le ocurrió bajar la tarima sobre la que Josemari mitineaba. El Bigotes hizo que Aznar alcanzase la gloria desde el suelo a golpe de foco. Y todos se lo tragaron. Incluso se rumoreó que el marido de Ana Botella se había hecho un lifting.
Parece que Álvaro Pérez viva de los recuerdos de un pasado que siempre fue mejor. En concreto se acordó de la tía Chonchi, que en realidad se llama Asunción. A pesar de que El Bigotes ha sido, como reconoció él mismo, un desastre con la pasta, cuando podía ayudaba a la hermana de su madre. Incluso se atrevió a decir que la Fiscalía tiene "una obsesión tremenda con la tía Chonchi", a raíz de unas grabaciones telefónicas. El presidente le frenó en seco: "La Fiscalía no tiene ninguna obsesión con nada".
Aparte de pasar una mañana como de vermú, El Bigotes reconoció su firma en un regalo a Ana Mato, un bolso de 180 euros:
--Barato, ¿eh?-- exclamó convencido.
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Raquel Agüeros
Raquel Agüeros. Persona. Periodista. Autónoma. Nació navarra y voló del nido. Lleva 17 años picando, casi siempre en televisión y radio. Escribir es su espina clavada. Vive en Mallorca.
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