ESPECIAL ‘OMEGA’
11. Aleluya
Rocío Márquez / Rocío Molina 2/11/2016
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Conozco esta tierra,
conozco este cielo,
y aquí estaba solo antes de conocerte.
Ahora he visto tus banderas
por las puertas de mármol de la gran ciudad,
pero el amor no es una marcha triunfal
sino un frío y solitario aleluya.
El Hallelujah del Various positions de Leonard Cohen se engendró en Granada, en 1984, en el mismo año que yo. Lorca se encargó de inspirarlo y Enrique de devolverlo cargado aún más de fuerza, vida y dramatismo.
En tiempos me hablabas lo que había dentro de ti.
Hoy tu boca no habla, sabes que es cierto.
Recuerdo nuestros cuerpos vibrando juntos
con el Espíritu Santo
y cada aliento era un frío aleluya.
La genial traducción del original de Cohen de uno de los ideólogos del proyecto, Alberto Manzano, junto a las modificaciones melódicas de Morente y Lagartija Nick aportan verdad y coherencia a un tema al que parecía imposible sumar nada más.
Jonh Cale, Jeff Buckley y hasta ochenta artistas más se sumaron a versionar esta historia.Porque, como dijo Bon Jovi, Hallelujah es una canción que cualquier músico desearía haber escrito. No puedo estar más de acuerdo. A mí, igual que a la mayoría de los flamencos de mi generación, se me abrió una puerta de la mano de Morente para descubrir música, arte y poesía más allá de nuestro entorno inmediato.
Quizá haya un Dios arriba,
pero yo lo que aprendí del amor
es a disparar a quien te amenaza.
Pero no es un lamento lo que oyes esta noche,
no es la risa malvada de alguien que ha visto la luz
sino un frío y solitario aleluya.
Inquietudes existenciales disfrazadas de historias bíblicas. La cabeza frente al corazón. Fe y creencia suplantando respetuosamente la religión. El descontrol del erotismo. Elegancia y poder en comunión. El realismo del mensaje acompañado de sutiles formas. Espiritualidad en el sentido más amplio de la palabra.
Una reinterpretación fiel a la antítesis entre el clímax pasional anillado a un ansia de conexión mundana y el abismo de la soledad. Como siempre nos pasa con Enrique Morente, no es sólo como canta, que es excepcional, sino su capacidad para dirigir los cantes a los lugares que los lleva.
Eso es lo que me inspira y lo que me hace admirar tanto su persona y su obra; su voz y su cabeza. Ambas merecen ese y otro cualquier aleluya.
Rocío Márquez
Como dice el tema, no es una marcha triunfal, es más un cántico pasional casi de protesta y dolor. El comienzo nos sitúa como en un paraíso solitario, donde nada nos perturba hasta conocer el amor.
Cada vez que grita un aleluya es como una protesta, un alivio, una rendición, un grito de agonía, pero esperanzador porque al fin es lo que todos buscamos, es lo que nos hace estar vivos, que sin embargo nos hiere casi hasta morir.
También imagino, mientras escucho este tema, un canto de amor hacia su propio Dios: a quien con una garganta rasgada y rota parece rogar compasión, una voz herida que esconde la dulzura y el alivio del encuentro con ese amor deseado pero del que te proteges para no ser llevado hacia la muerte.
Un grito vacío y perdido:
Quizá haya un Dios arriba,
pero yo lo que aprendí del amor
es a disparar a quien te amenaza.
Pero no es un lamento lo que oyes esta noche,
no es la risa malvada de alguien que ha visto la luz
sino un frío y solitario aleluya.
Morente era un cantaor muy por delante de su época. Marcó la evolución del cante con mucha valentía, honestidad, conocimiento, flamencura y verdad. El cante de Morente ha sido un cante para unir, globalizar y humanizar a través de lo que él más amaba, el flamenco y su tradición. Unió al flamenco con el rockero, al purista con el vanguardista, al aficionado con la profesión entera y es porque su voz era su alma, su respeto, su curiosidad, su atrevimiento, sus juergas, su sabiduría, su sentido del humor, su inquietud, particularidad, intuición, su entrega y su familia.
Rocío Molina
Conozco esta tierra,
conozco este cielo,
y aquí estaba solo antes de conocerte.
Ahora he visto tus banderas
por las puertas de mármol de la gran ciudad,
pero el amor no es una marcha triunfal
sino un frío y solitario...
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