Crónica / Vistalegre II
Un montaje superlativo
La maquinaria de Podemos funcionó engrasada para acoger a casi 15.000 personas que recibieron a sus líderes al grito de ¡unidad!
Gorka Castillo 11/02/2017
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Ni el militante de Vallecas ni el portero más fornido de Vistalegre se atreven a hacer pronósticos sobre el desenlace del agotador drama de Podemos que por fin se ventila este fin de semana. No es de extrañar que los dos principales candidatos a liderar el partido apuraran sus últimas sonrisas de campaña persiguiendo indecisos hasta segundos antes de que el reloj marcara las ocho de la noche y se cerrase la votación por internet.
Llueve a ráfagas contra las calles abarrotadas de Carabanchel. Miles de personas rodean la remozada plaza de toros de Vistalegre. El agua y el frío fabrican curiosos espejismos: desde el exterior, el recinto parece un fortín inaccesible iluminado por una luz enfermiza. A través de una cristalera que agrisa más el incierto día, Manolo Rodríguez hace suyo el último diagnóstico de los analistas: “Pablo Iglesias se hará con la secretaría general pero el documento más votado será el de Errejón”. Es lo que algunos llaman “división”. Sin embargo, a Manolo, nacido en Jaén hace 32 años, le gusta más la combinación que conforma la intensidad de Urbán con la dulzura de Teresa Rodríguez. “Tienen el sabor de la comida china”, dice con una sonrisa confabuladora.
Pese a que al remozado complejo de Vistalegre le sigue gustando cobrarse epítetos taurinos, la zona era ayer un emporio de cables, brazos tatuados de forzudos descargadores y electricistas, gradas pobladas de focos, cámaras y personas llegadas desde los lugares más recónditos de España. Desde Salobreña a Muxia, Seu d'Urgell e incluso un simpatizante llegado de Botija, Cáceres. “Apenas vivimos allí 200 personas pero somos de Podemos ¡y republicanos!”, exclama con furor extremeño. Los aparcamientos están copados por camiones coronados de antenas parabólicas dispuestos a retransmitir al mundo la segunda entrega de la novela podemista de Vistalegre en su versión más genuinamente política. “La de 2014 fue un parto y lo de ahora es su maduración. Aquel bebé se ha hecho adulto”, comenta Rita Maestre, portavoz municipal de Ahora Madrid.
“La de 2014 fue un parto y lo de ahora es su maduración. Aquel bebé se ha hecho adulto”, comenta Rita Maestre
Alejandro, 27 años, licenciado en Ciencias Políticas, trabaja en Podemos de sol a sol. Su función en Vistalegre es limpiar los pasillos de personas, que los apasionados seguidores no bloqueen el paso de las grandes figuras. Y lo hace muy bien. Su flanco es una autopista hacia el escenario. De hecho, hace gala de un impresionante arsenal de poderes, mañas y destrezas para mantener el orden, desde la táctica de la mediación con algún insistente simpatizante a la visión estereoscópica de los camaleones para ver dos cosas al mismo tiempo. “Sin duda en Vistalegre 2 hay el doble de gente y también de prensa que la que hubo hace 3 años. Tenemos acreditados a casi 500 periodistas de varios países del mundo. Para nosotros es un hito histórico y no vamos a defraudar a esta gente”, asegura.
No le falta razón. Desde primeras horas de la mañana, se repartían acreditaciones como salvoconductos para la inmortalidad mientras los viejos burladeros se convertían en mesas de boda con los nombres de los invitados que coincidían curiosamente con cabeceras de periódicos, radios y televisiones de medio mundo. El acontecimiento mediático por excelencia empezaba a calentar el agua.
Porque casi nada en el enfervorizado Palacio de Vistalegre, a cubierto de la roñosa lluvia que caía en el exterior, daba a entender que el futuro de Podemos se encontrara en juego. Apenas un par de hurras personalizados a Errejón, un “Love Pablo” pegado en el respaldo de una de las sillas de la primera fila, y poco más.
casi nada en el Palacio de Vistalegre daba a entender que el futuro de Podemos se encontrara en juego
En las galerías interiores del recinto, la gente daba buena cuenta de sus bebidas a la carrera, un simpatizante lenguaraz con su bandera colgada a modo de capa compartía bocadillo con un miembro de la organización. Rafa, que así se llamaba el bienaventurado, con palillo en la boca, ha votado por Iglesias: “Los moderados habrán votado por su candidato. Nosotros lo hemos hecho por el nuestro”. Una joven empapada aprovecha un momento despejado para cubrir el suelo de la entrada con periódicos y así paliar los estragos de la lluvia. Porque la película de Podemos ha comenzado a filmarse en el interior.
Deslumbrados por las luces de cuarzo de un pelotón de cámaras en vigilancia permanente, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón admiten sentirse “recompensados” por la acogida y el griterío de advertencia de ¡Unidad! tras jornadas de campaña agotadora que se podía leer en sus ojeras. Son conscientes de que están haciendo “historia” en esta antigua plaza de toros teñida de morado, custodiada a todas horas por militantes y adonde seguían llegando miles de votos hasta que se cerró el goteo en más de 155.000.
Faltan cinco minutos para que termine la primera jornada y Luis, uno de los relaciones públicas del partido, destila tanta amabilidad como si se acabara de levantar. Fresco como una lechuga, camisa y jersey de lana gruesa, se ofrece a acompañar a los visitantes del atardecer húmedo. Estará en Vistalegre hasta el domingo al anochecer, ocupado desde las siete de la mañana hasta bien entrada la noche junto a una batería de equipos de un centenar de personas que, en turnos rotatorios, para que no se produzca ningún error y todo discurra sin sobresaltos. Da igual el resultado. “Gana Podemos”, añade. Sobre una mesa reposan parejas de pulseritas de diferentes colores, “para distribuir a la gente en las diferentes ubicaciones del recinto”, y una pequeña linterna “por si se va la luz”, explica solícito Luis.
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Autor > Gorka CastilloEs reportero todoterreno. Suscríbete a CTXT
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