Crónica/Congreso del PP
Españoles todos del PP
Rajoy vuelve a ser proclamado presidente del partido en un Congreso sin sorpresas con continuas alusiones a la españolidad. Cospedal resiste como secretaria general y Fernando Martínez-Maíllo reedita el antiguo cargo de coordinador general
Miguel Ángel Ortega Lucas 12/02/2017
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El eslogan del Partido Popular en las elecciones generales de 2015 era España en serio. El del último Congreso Nacional de la formación, celebrado este fin de semana en Madrid, España adelante. Se ignora cuánto de sesudo cálculo publicitario hay en ello y cuánto de pura y consciente identificación con el concepto, pero la metafísica simbolizada en esa palabra se sigue revelando más que suficiente para que el PP convenza todavía a una mayoría de españoles de que España –-la verdadera, la buena–- es el PP, el PP es España, ergo cualquier español de bien es del PP, aunque no lo sepa.
A españetazo limpio, escribió Luis Cernuda (muy admirado, por cierto, por don José María Aznar, el Ausente). “Después de ver ese vídeo os diré que quiero continuar trabajando por este país, que es el nuestro, que se llama España y que es el mejor”. El autor de esa otra frase –-efectivamente–- es Mariano Rajoy, presidente español del Gobierno ídem y presidente del Partido Popular español, vuelto a ratificar ayer de manera indiscutida por los poco más de 3.000 compromisarios reunidos en la Caja Mágica de Madrid, en la jornada estrella en que el candidato único debía revelar también los cargos del Comité Ejecutivo del partido: los mismos que ya había (porque “si algo funciona hay que dejarlo como está”).
La novedad, la promoción de Fernando Martínez-Maíllo al rango de coordinador general, una figura que sólo Ángel Acebes encarnó hasta ahora, en la época de Aznar. Dolores Cospedal permanece como secretaria general a pesar de la creciente contestación interna (soterrada) que sus cuatro cargos institucionales provocan: no mostraba demasiado entusiasmo, si bien sus emociones (si las hay) son siempre un enigma. Pasadas las 21 horas de la noche se conoció el recuento final de votos, que daba de nuevo la presidencia del partido a Rajoy con un 95,65% de apoyo de los compromisarios. “Puesto que soy un ser humano, me emociona”, razonó el líder.
La novedad, la promoción de Fernando Martínez-Maíllo al rango de coordinador general, una figura que sólo Ángel Acebes encarnó hasta ahora, en la época de Aznar.
El vídeo al que se refería Rajoy es el que usó la organización para presentarle ante los militantes pasadas las seis de la tarde, siguiendo con las pretensiones de glamour cinematográfico que los responsables han tratado de darle al evento. Se trataba de un publirreportaje en el que se establecía, más o menos, que, al hacer ahora 40 años de la fundación del Partido Popular, la modernización de España ha corrido en paralelo. Cualquiera pensaría al verlo que el Partido Popular lleva gobernando esos 40 años y que todo lo acaecido aquí es obra suya: España es ejemplar, decía el vídeo, porque vive “en paz” gracias “al espíritu de la Transición”; España rompe su aislamiento, decía el vídeo, y se veía a Rajoy dándole la mano a Obama, después de la interminable autarquía sufrida hasta 2008; España es moderna, y salía el AVE; España es esfuerzo, y salían Rafa Nadal, Pau Gasol y la selección española de fútbol; España es patrimonio, y salía Rita Barberá con una fallera.
España es libertad, y salían manifestaciones de hace años contra los crímenes de ETA. Toda la poética del PP, a juzgar por dicho vídeo, pero también por los discursos de todos los primeros espadas que hablaron ayer en la Caja Mágica, podría fundarse en estos principios míticos: el Partido Popular es el partido que más se parece a España y a los españoles porque es un partido que no excluye a nadie, de gente de bien que quiere trabajar y vivir tranquila; el cambio sin cambio que mantiene en calma a esa mayoría que aspira a prosperar sin problemas y a que no le digan lo que tiene que hacer, porque uno se labra con su esfuerzo su propio futuro y eso redunda en el bien común (principio liberal recogido en las ponencias votadas este fin de semana); al mismo tiempo, es el partido que garantiza esa seguridad manteniendo a raya sin contemplaciones tanto las amenazas terroristas (de ETA y del yihadismo internacional) como las institucionales de quienes pretenden romper España y la vida tal y como la conocemos (los independentistas catalanes y los populistas de extrema izquierda, a quienes jamás se nombra por su denominación oficial pero a quienes se alude sin descanso).
La cuestión de ETA es especialmente notable por la aparente obligatoriedad de mencionarla en los discursos, sin distinción de la materia que se trate. Toda civilización necesita su leyenda fundacional, sus héroes caídos, y en el PP (seguramente muy poco interesado en remontarse más allá de 1977) parecen ser las víctimas de ETA, a quienes se encomiendan continuamente como se santiguan los fieles con agua bendita al entrar en el templo.
Toda civilización necesita su leyenda fundacional, sus héroes caídos, y en el PP parecen ser las víctimas de ETA, a quienes se encomiendan continuamente
Rajoy, en fin, atacó su discurso mientras se iba acallando la eficaz musiquilla preparada para este encuentro, y que recordaba lejanamente a la escena en que Elliot se despide de E.T. El presidente y único aspirante a seguir presidiendo el PP pidió a los compromisarios el apoyo para seguir haciéndolo reconociendo que “en los gobiernos se está y se deja de estar, las alcaldías se ganan y se pierden, pero el partido sigue, el partido permanece”. Y [aquí viene] “si España merece algún elogio, es porque la sostiene un gran partido” [sic]. “Algo bueno debe de tener este partido”, repitió varias veces, si “tras los arduos años pasados volvimos a ganar las elecciones”.
“Algo bueno tendremos”, insistía Rajoy, si es el partido “más grande y que más españoles congrega. Y no diré que hay partidos que caben en una plaza de toros, no lo diré... El nuestro no cabe en una plaza de toros ni en ninguna parte porque es tan extenso como la superficie total de España” (es decir, que el PP, que es España, no cabe siquiera en España de lo grande que es, que son, España y el PP). Un partido que “sabe integrar las diferencias” y en el que “no hay miedo al debate. Lo demuestran las 4.000 enmiendas” [en realidad fueron 1.334, según especificó Maíllo] presentadas por los compromisarios a distintos puntos de las ponencias, aunque sólo llegaron vivas al debate un 5%. “Estamos unidos en lo que importa a la gente y somos el mismo partido en toda España”. “Sin ley no hay democracia”, dijo también. “En este partido vamos a trabajar para que se cumpla la ley, y porque creemos en la ley [aquí viene] nunca dejaremos de defender la memoria de las víctimas del terrorismo”.
Pero el corpus de su filosofía llegó al señalar lo siguiente: “Os diré algo. Conozco bien el Partido Popular. Llevo aquí desde 1977”. Y, desde esa remota fecha en que las cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo, “he recorrido toda España. He visitado todas las provincias. He ido a todas las islas, conozco infinidad de pueblos. Y ayer entré por una de esas puertas [del plenario] y empecé a hacerme fotos [con los militantes]. Y me contaban de dónde eran, y yo había estado en todos los lugares donde se me citaba, en todos [aplauso divertido y entrañable]. Me acuerdo: en Ceuta, en Villajoyosa, en Malagón... También me preguntaban si estuve en Villena, ¡y estuve!: ¡inaugurando una cárcel!”. Moraleja: para ser presidente del PP, y gobernar el país, hay que habérselo recorrido entero. (Lástima que Labordeta no esté ya entre nosotros.)
Y su praxis, magistralmente resumida: “Hay una cosa que a mí me parece de cajón pero hay gente a la que no: yo creo que las cosas primero se piensan y luego se deciden o no, que también es una forma de decidir. Pero primero decidir, o no, y luego pensar, no parece un buen método”. Ayer hablábamos del Oscar que el PP se estaba dando a sí mismo en este Congreso: sería una injusticia que los asesores de Rajoy no se llevaran el correspondiente al mejor guión original.
Respecto a los documentos que se llevaron a votación, todos aprobados por mayoría abrumadora o por mayoría total, la Ponencia Política y de Estatutos, por ejemplo –-defendida por Maíllo–- apunta que “serán consideradas causas de no honorabilidad” el ser “condenado por sentencia firme a pena privativa de libertad, hasta que se haya cumplido la condena y se hayan cancelado sus antecedentes penales”, así como los “condenados por sentencia firme por la comisión de delito” y los “inhabilitados o suspendidos para empleo o cargo público”.
Respecto a los documentos que se llevaron a votación, todos aprobados por mayoría abrumadora o por mayoría total
En cuanto a la ponencia Social, a cargo de Javier Maroto, se hace especial hincapié en que el motor para crear empleos es crear riqueza, y en que son los empleos “de la mayor calidad posible” lo que la ciudadanía demanda, “antes que una subvención o una renta social”, aunque no se especifica cómo lo harán. También en que hay que “recuperar la población española que durante los peores años de la crisis dejó España para buscar trabajo en otros países”, aunque tampoco explican de qué forma. La natalidad es otra de las principales preocupaciones, por el envejecimiento de la población y la pervivencia de las pensiones, por lo que planean incentivos para la maternidad y las familias numerosas.
Al hilo de la juventud: una de las últimas intervenciones, antes del discurso de Rajoy fue de Beatriz Jurado, presidenta de las Nuevas Generaciones del PP. ¿Cuál ha sido, según ella, el “momento más difícil” para los jóvenes españoles “en los últimos 20 años”? “El asesinato de Miguel Ángel Blanco”. Este crimen de ETA (uno de los más miserables de su historia, sobra decirlo) es el principal pensamiento que tienen al subirse al avión los muchachos que en 2017 se van a Laponia a trabajar deloquesea.
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Autor > Miguel Ángel Ortega LucasEscriba. Nómada. Experto aprendiz. Si no le gustan mis prejuicios, tengo otros en La vela y el vendaval (diario impúdico) y Pocavergüenza. Suscríbete a CTXT
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