Tribuna
La APM: entre el querer aparentar y el no poder ser
La asociación va perdiendo por el camino credibilidad, independencia y representatividad entre los profesionales del periodismo
Guillermo Martínez Martínez 19/03/2017
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El día 6 de marzo de 2017 empezó a las nueve de la mañana. A esa hora, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) publicaba un comunicado en el que acusaba a Podemos de acosar a periodistas. La cuestión radica en que, aunque presumiblemente lo relatado en el comunicado sea verdadero, solo se mencione a este incipiente partido político y no a otros que han llevado a cabo acciones también en contra de la libertad de prensa. Parece ser que algunos no saben que contar solo una parte de la verdad que conocemos es otra forma de mentir.
De dónde viene
La APM apareció en 1895, cuando todos los directores de los periódicos del momento se pusieron de acuerdo en fundarla. A su vez, una de las primeras creaciones por parte de la asociación fue un servicio de salud para asistir a todos los socios de forma gratuita, hecho también de candente actualidad como después se podrá ver. Pese a esta buena intención, los costes de la atención sanitaria cada vez eran mayores, por lo que la APM tuvo que organizar actividades culturales para así autofinanciarse.
Pero en 1919 surgieron las primeras disputas entre periodistas, debido a que unos querían llevar más lejos sus reivindicaciones laborales creando un sindicato y otros, los más conservadores, querían permanecer como asociación. De esta forma, en ese año se realizó una huelga que enfrentó a periodistas de izquierdas contra periodistas de derechas.
Otro hecho a destacar fue la inauguración del Palacio de la Prensa en 1930, sita en la céntrica plaza del Callao, en donde se llevó a cabo la mayor parte de las gestiones. La sede social de Callao duró más de cincuenta años, hasta que en 1983 fue inaugurada la nueva sede de la asociación tras unas artimañas por parte de Luis María Anson, presidente de la APM por aquel entonces.
En 1931, año en el que se proclamó la II República, apareció La Hoja del Lunes. Bajo la directiva de Alejandro Lerroux, también una figura de vital importancia en el Gobierno republicano, esta publicación era la única que se podía distribuir los lunes, pues la prensa habitual descansaba los domingos. Así fue como se constituyó, a finales de 1933, un Montepío de periodistas, que se encargaría del pago de jubilaciones para los asociados y pequeñas ayudas económicas para los familiares cuando estos falleciesen.
Tras la Guerra Civil fue Víctor Ruíz Albéniz, que cubrió la contienda desde el Cuartel General en el que Francisco Franco comandaba las tropas, quien encabezó a los periodistas madrileños. Realmente, lo importante es que durante la presidencia de Ruíz Albéniz la APM se vio obligada a integrarse en el sindicato vertical del Papel, Prensa y Artes Gráficas.
Ya en la segunda etapa de Lucio del Álamo como presidente, a partir de 1977, se construyó la tan ansiada Ciudad de los Periodistas. Sin entrar en detalles de su fracaso, cabe destacar que debido al estrepitoso endeudamiento que ello acarreó, la APM se vio en la necesidad de hipotecar el Palacio de la Prensa de Callao.
Luis María Anson entró en escena en 1979, tras la renuncia de Del Álamo. Aunque tan solo encabezó a la asociación durante cuatro años, el logro de conseguir gratuitamente la nueva sede de la APM le coloca en una posición muy privilegiada en los anales de la corporación. Las triquiñuelas que Anson llevó a cabo para que el Estado regalara un palacete en la calle Juan Bravo, ubicado en el codicioso y codiciado Barrio de Salamanca, fue valerse de que la asociación se vio obligada a adherirse al Sindicato Vertical. Utilizó la estratagema de pedir al Gobierno que le cediese alguno de los locales utilizados por el sindicato franquista con el único pretexto de que la APM había sido parte de la organización sindical durante la dictadura.
Pero durante el mandato de Anson también hubo algún que otro revés en la APM. Por ejemplo, se suprimieron las ventajas que los socios tenían respecto al montepío que era de uso exclusivo por la asociación. El porqué se responde si tenemos en cuenta que este pequeño “banco” se sustentaba con los ingresos proporcionados gracias a la venta de La Hoja del Lunes, que se vieron considerablemente reducidos debido a que se permitió que los periódicos también publicaran ejemplares después de la jornada de descanso.
Casualmente, después Anson se convertiría en el director del diario ABC, periódico abiertamente afín a la Monarquía. Después de él, ya en 1983 fue Luis Apostua quien estuvo al frente de la APM. Nueve años después, se vio en la obligación de dimitir tras realizarse una auditoría a la asociación que dejó entrever la falta de liquidez y la deuda de cien millones de pesetas, aproximadamente, con el Instituto Nacional de Salud.
Más tarde, será Luis Roldán el que encabece a los periodistas madrileños, pero, tras seis meses en la presidencia, dimitirá. Su sucesor fue Jesús de la Serna, que se encargó de presidir la asociación siete años, desde 1992. En este mandato sobresale la firma de un acuerdo con la Fundación Jiménez Díaz, por el que se estipulaba que la Clínica de la Concepción pasaba a ser el centro de asistencia para los socios.
Sin mayores hechos reseñables por parte de los demás presidentes, en la actualidad la presidencia de la agrupación recae sobre Victoria Prego, denominada como la cronista oficial de la Transición por el establishment.
Quiénes y qué son
Presidenta: Victoria Prego. La misma que defiende que en el Valle de los Caídos no hubo trabajo esclavo y la que, en un ataque de ética periodística, ocultó a los españoles las palabras de Adolfo Suárez en las que explicaba cómo el Gobierno provisional de entonces se había visto obligado a introducir el tema de la Monarquía dentro del referéndum sobre la Constitución. Este suceso encontraba explicación en que si el Gobierno preguntaba a los ciudadanos su preferencia entre monarquía y república, todo indicaba que la mayoría iba a recaer sobre la segunda.
Victoria Prego también es adjunta al director del periódico digital El Independiente. Seguramente, debido a este hecho, es por lo que Casimiro García-Abadillo, director del ya mencionado periódico, publicaba un artículo de opinión tratando el comunicado de la APM sobre la presión de Podemos a periodistas un minuto antes de que el comunicado viera la luz.
Por estas cosas, y es una lástima, la APM va perdiendo por el camino esa credibilidad e independencia que deberían ser características principales de la profesión periodística. Además de credibilidad, la asociación también pierde representatividad entre los profesionales del periodismo. Así pues, Manu Brabo, fotoperiodista ganador del Premio Pulitzer de fotografía, criticaba en Facebook ya no la publicación del comunicado sino las supuestas quejas de los periodistas a la APM.
El reportero argumentaba en Facebook: “Si después de 15 tuits con insultos te piensas si merece la pena hacer el tema, igual deberías dedicarte a ser monaguillo”. Además, al final del texto afirma que la profesión periodística le da risa, por no llorar.
Guillem Martínez, en un artículo publicado en CTXT, concluye muy acertadamente que hay muchas otras presiones no explícitas, como que la APM señale otro tipo de presiones importadas de otras culturas o que los medios ad-hoc, en lugar de reírse de la APM, le dediquen editoriales. El periodista concluye que “es presión, en fin, que un periodista anuncie espárragos, seguros, diálogos teatralizados para promocionar un banco. Indica las opciones no presionables”.
Pero hay más. La APM también tiene serias contradicciones en lo referente a determinados posicionamientos, y es que son muchas cosas a la vez. Por una parte, son solidarios con las peticiones de los freelance. Por otro lado, son también muy claros con quién puede ser socio de la APM. Tal y como recogen sus estatutos, este gran honor está fuera del alcance de los freelance, ya que entienden que no son más que personas que se dedican al periodismo sin tener una hoja de papel en la que ponga que son periodistas.
Uno de los mejores casos que atestiguan este hecho fue el secuestro del periodista Antonio Pampliega, que días antes había tuiteado a la APM y la FAPE sobre ciertas prácticas llevadas a cabo por diversos medios de comunicación.
Aquí la pregunta del periodista Antonio Pampliega y, después, la respuesta de la APM:
A su vez, también es una organización sin ánimo de lucro, pero en la que desde 2002 hay una SICAV. ¿Para qué? Aún no he podido dilucidar la respuesta con hechos constatables, pero creo que a todos nos viene a la cabeza algún que otro pensamiento cuando una asociación sin, teóricamente, ánimo de lucro realiza ciertas gestiones para tributar lo menos posible. Pero para más inri, la SICAV actualmente cuesta dinero a la APM, es decir, a todos aquellos periodistas asociados.
La Asociación de la Prensa de Madrid también es un seguro médico. Póliza que hasta hace poco costeaban todos y cada uno de los madrileños. Fue en 2015 cuando Cristina Cifuentes retiró la partida de 8,6 millones de euros que la Comunidad de Madrid destinaba al seguro privado de la APM. También es un servicio jurídico, pero la asociación, erigida como defensora de la libertad de prensa y expresión bajo cualquier circunstancia, excluye de su asesoría a aquellos periodistas que no sean socios y, claro está, a aquellos que no cumplan los requisitos para serlo.
Resulta paradójico que sea ahora mismo, precisamente ahora, cuando se publica el comunicado; ahora que Podemos había terminado una afanosa tarea desde que se programó Vistalegre 2. Paradójico también resulta que el texto de la asociación se publicase a las nueve de la mañana, marcando así toda la siguiente agenda política y de medios de la jornada. Como también fue paradójico, aunque ya empiezan a oler todas las casualidades que le pasan a la APM, cuando denunció al diario La Marea por contratar becarios para que hiciesen el trabajo de redactores. Y al final, ni iban a ser contratados como becarios, ni iban a realizar el mismo trabajo que los redactores. En fin, tú difama que siempre queda algo.
Otra gran lección de ética periodística que podemos apreciar justo cuando la cooperativa La Marea estaba en plena fase de recaudación, a partir de donaciones particulares, para llevar a cabo una investigación a todas y cada una de las empresas del IBEX35.
Asimismo, parece ser que la APM tiene cosas mucho más importantes que hacer que posicionarse junto al periodismo comprometido. Un ejemplo de ello es el silencio de la agrupación cuando dos partidos políticos, PP y Ciudadanos, intentan que tanto Diagonal, ahora incluido en El Salto, como La Marea (sí, otra vez) no sean distribuidos en centros de día. No vaya a ser que nuestros mayores lean información crítica con el poder y desde medios de comunicación financiados básicamente con el dinero de las suscripciones. Pero la APM calla, porque al poder le gusta cuando está como ausente.
La APM también es seguridad. Para sus socios, claro. Por eso, por el módico precio de 15 euros cualquier asociado puede comprar un chaleco blanco que le distinguirá por ser periodista, en aquellos casos en los que sea necesario. Desde 2012 está abierta esta oferta para socios, que se instauró durante el mandato de Carmen del Riego tras reunirse con Ignacio Cosidó, entonces director general de la Policía Nacional. Eso sí, el chaleco tiene fecha de caducidad, a ver si nos vamos a creer que la seguridad del periodista no tiene un precio.
La Asociación de la Prensa de Madrid también son toros. La tradicional Corrida de la Prensa se mantiene intacta tras haber superado ya el centenario, de hecho, a este aspecto se dedica una comisión entera: la Comisión Taurina. Pero, ¿qué necesidad hay de que una institución como la APM organice algo así? ¿Acaso representa a la mayoría de asociados? ¿Alguna vez se ha puesto en duda ese día reservado en la Feria de Abril desde la APM? Y lo mejor de todo, ¿qué hace la APM con todo ese dinero que consigue?
A la primera pregunta, respondo que ninguna necesidad, aunque si se piensa bien tan solo es otra forma de reunirse con los amiguetes, entre los que casi siempre también está el Rey, mientras se mata un animal. Mi conocimiento no alcanza para poder responder a la segunda pregunta, pero creo que la respuesta es clara en tanto y cuanto nunca se ha votado si se estaba de acuerdo en celebrar la corrida. Lo que enlaza con la tercera pregunta: no. Y la última tampoco tiene fácil respuesta, pues no se detalla en ningún sitio, aunque quizá lo utilizan para invertir, desde su SICAV, en determinados fondos que dan saldos negativos.
Por otra parte, la APM es el Informe anual de la profesión periodística. El último informe accesible desde su web es el de 2015, donde entre diferentes estadísticas se tratan diversos temas. Bien. Pero también sirve como altavoz. Altavoz de aquellas empresas que lo necesitan, que apenas conoce la gente, como El Corte Inglés, que llega a patrocinar el informe, BBVA, Repsol, el Santander, Telefónica, Iberia y CaixaBank. Otra gran lección de independencia gracias a la APM.
Pero claro, desde la agrupación se podría esgrimir que se necesitan estos patrocinios y publicidades para sacar adelante el Informe cada año. A lo que yo les contestaría que son una Asociación que tiene que respetar unas máximas, como la independencia, y que esas máximas tienen unos límites, como el crear una publicación anual patrocinada por una de las empresas más ricas y poderosas del Estado español.
Por último, la APM es silencio. Silencio ante las injusticias que enfrentan al Estado y a los periodistas, al represor y al reprimido. Casos como el de Raúl Capín y Jaime Alekos constatan cómo la connivencia entre el aparato coercitivo del Estado y una asociación con una ideología como la APM hacen que se puedan producir determinados atentados contra la libertad de información. Silencio ante ruedas de prensa en televisiones de plasma. Silencio ante el desmedido, desigual e ilegal reparto de publicidad institucional. Silencio. Silencio.
¿Adónde van?
Sencillo: van a ninguna parte, porque ninguno es su cometido. Si nada les diferencia de un sindicato, excepto que este último puede llegar mucho más lejos en ciertos aspectos, como la propia APM indica, ¿qué sentido tiene una Asociación de la Prensa?
Va a poder llenar su currículum con otro cargo más, pues la APM, además de la junta directiva y de la comisión ejecutiva, tiene nueve comisiones más. Va a poder decir lo que le plazca y lo que mayores y mejores frutos dé a sus intereses, amparándose siempre detrás de la intocable opinión de un periodista.
La APM, que se sabe de dónde viene y quiénes son, pero adónde van es todavía un misterio. Sin una ruta marcada, sin unos objetivos claros en el horizonte, con un pasado un tanto turbio y un presente un tanto agitado. A lo mejor mañana, desde la APM, lanzan un comunicado diciendo que la publicación de comunicados es una herramienta inútil para conseguir grandes cambios, que es lo que necesita el periodismo hoy en día. Pero eso sería pedir demasiado, sería pasar a la acción. Menos mal que para, pasar a la acción, cada vez hay más medios y miradas críticas que entienden la independencia como hay que entenderla, como sinónimo de libertad.
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Guillermo Martínez Martínez
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