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Begoña Villacís ha estado en Vallecas. La portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid se ha ido a pasar un buen rato a la batalla naval del barrio y alguien le ha hecho una foto. Begoña se ha convertido en Miss Camiseta Mojada, que es una canción estupenda de Quique González y un título al que nos hemos intentado presentar algunas con desigual resultado. Begoña aparece en esa foto y en mi mente se agolpan diferentes referencias: es la hermana patria de las Kardashian, con su contouring waterproof, que para los profanos es maquillarse sin medida y que no te lo estropee el agua; también es un poco Carmina Ordóñez en el Rocío y tiene también algo de peli de los 80, un poco Flashdance, cuando no existían los polvos mate para quitarte los brillos de la cara. Begoña es el amor platónico de Jiménez Losantos y de muchos millennials de centro, porque va impecable hasta para ir a Vallecas.
Begoña lleva, como ésta que escribe, muchos Vogues a sus espaldas, y nos hace creer que ella salió así de casa y oh, casualidad, un fotógrafo la pilló de esa guisa. Ese pelo, amigas, está de lo más trabajado. Antes se llamaba efecto mojado y ahora se llamará de otra manera (a ver la RAE, que no todo es iros). Begoña es una mujer rotunda y de voz grave, más guapa cuando está seria y con una melena que ya quisieran los de L’Oréal para sus campañas. De vez en cuando hace oposición y otras cuantas dice sandeces, pero aquí no estamos para hacer análisis político, para eso busquen en otra ventanilla.
“El amor romántico es patriarcal y tóxico”. Leo en varios diarios esta frase de una entrevista a Irene Montero en el magacín de La Vanguardia y también opino que es una sandez como una casa de grande. Luego me miro un poco al espejo y me doy cuenta de que en mi perfil de Twitter tengo una foto de la película Notting Hill y que estoy escuchando Lo siento mi amor de la Jurado mientras escribo estas líneas. Me siento la más patriarcal y tóxica de las patriarcales y tóxicas. También me siento estúpida por creer en el amor romántico y entonces, por unos segundos, me imagino a Pablo intentando darle un beso y que ella le diga: “Aparta, so tóxico”. Luego recuerdo que él le dedicó una canción a ella y también me cuenta una testigo de excepción que les ha visto en el Teatro del Barrio los dos cogidos de la mano, que cantaba Alejandro Sanz.
Irene es lista, joven y guapa, pero eso no le exime de decir gansadas y de protagonizar momentos bochornosos como la performance frente al Museo Reina Sofía, aunque tenga esa cosa que le une a Errejón, que es la permanente profesionalidad en su discurso y cierta actitud a la defensiva. Luego me voy a leer la entrevista y me doy cuenta de que la frase completa es ésta: “El amor romántico tiene mucho de mito y una forma hegemónica de entender cómo deben ser las relaciones de pareja entre el hombre y la mujer, colocando a la mujer en una posición subordinada. Lo sé y lo comparto. Pero eso no me hace desprenderme de emociones que me ponen ante el espejo. Aunque tengas muy claro que el mito del amor romántico es algo opresor, patriarcal y tóxico, nuestra educación de forma implícita nos construye”. Que no es que entienda mucho lo que dice, no crean. Al menos no dice núcleo irradiador, ya es algo. También dice que perdona pero que no olvida y que le gusta mandar. Y que tiene miedo a la soledad. Cosas que también veo cuando me miro al espejo.
Pero no todo son señoras. Mariano Rajoy ha vuelto a hacerse una foto vestido de runner haciendo campaña electoral contra el sedentarismo (lo siento, presidente, Pedro Sánchez sigue siendo el mejor six pack del hemiciclo) y en esta España que se rompe ha aparecido Bertín Osborne, que no es núcleo irradiador pero sí vertebrador, y se ha llevado al rey emérito a casa de Arévalo. Sí, han leído bien. Arévalo, de nombre Paco, el de los chistes de gangosos, le ha hecho una paella a Juan Carlos I, y ya de paso a Bertín, a su esposa Fabiola, a las hijas con los yernos y hasta a la infanta Elena, que esta vez iba peinada (brindemos). Abrazado a Bertín a mí me parece ver a un sonriente Pedro Ballvé, que es el presidente de Campofrío. Con lo cual ya estamos todos, las familias estructuradísimas, los Borbones de verdad, taurinos y golfos (no los flojos de ahora, que van a ver películas en versión original y toman copas en Malasaña), el Ibex35 y el humor patrio de putas, maricones y políticamente incorrecto. Pero si hasta la mujer de Bertín es venezolana y antichavista. No falta de nada.
Gente de mal humor, que se moja, perdona pero no olvida, que dice sandeces y que come paella. Todo esto es España. ¿De verdad te lo has pensado bien, Carles?
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Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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