Cada vez que la OCDE publica nuevos resultados de su macroestudio sobre educación PISA –las evaluaciones se realizan cada tres años, pero la información y los análisis se van liberando poco a poco–, los gobiernos que forman parte de la organización sacan pecho o se inquietan, según toque, con el puesto y las calificaciones obtenidas por sus países durante su gestión. La influencia de este estudio en la política y las normativas educativas estatales lleva creciendo desde que se publicase el primer recopilatorio en el año 2000. Algunas tendencias, de sobra conocidas, se repiten durante los años: brillantes calificaciones en los países del sudeste asiático, una marcada diferencia de resultados en función de de la clase social, origen o sexo de los alumnos –es decir, desigualdad en los sistemas educativos–... Si bien las diferencias de los sistemas educativos –no solo en el mundo, sino dentro de la propia UE– son importantes, el informe PISA permite establecer una comparativa para evaluar cómo avanza la educación en los distintos países de la organización.

En España, la tendencia de los últimos años apunta a unos resultados mediocres, si no por debajo de la media de la OCDE, en muchas de las pruebas de evaluación de los estudiantes. Es el caso de los resultados del rendimiento académico en ciencias, donde solo el 4,5% de los estudiantes de más de 15 años obtuvieron resultados excelentes en este ramo en la prueba de 2015, 2,6 puntos menos que la media de la OCDE (7,1%). Las diferencias se amplían si se mira a otros países de Europa, que salen mucho mejor parados en la evaluación: Finlandia obtuvo un 13,9% de excelencia en ciencias, por el 10,1% de Alemania.

Pese a esto, el interés de los estudiantes en España por este ámbito si es superior que en muchos países: un 28,6% de los estudiantes españoles declararon querer dedicarse a una profesión relacionada con las ciencias, frente a a la media del 24,5% de la OCDE. 

Dentro del propio país también existen importantes diferencias que se traducen en una desigualdad de resultados en función de la clase, el origen y, en menor medida, el sexo de los estudiantes. En los últimos resultados de PISA para España, los alumnos de más de 15 años de nivel socioeconómico alto obtuvieron 536 puntos en ciencias, mientras que los de estrato socioeconómico bajo se quedaron en 454. En el caso del origen geográfico, las brecha también es amplia: 44 puntos de diferencia entre los estudiantes autóctonos (499) y los inmigrantes (457).

------------------

Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el infodato Rendimiento académico de los alumnos en ciencias y actitud hacia la ciencia, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.