El Hacha
Atleti, fracaso e infierno
Sí, al equipo le ha dolido el golpe, pero nada definitivo para el espíritu agonístico de unos jugadores y una afición que han toreado en plazas más duras y condiciones insufribles
Rubén Uría 6/12/2017
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Un fracaso. Naturalmente que sí. Lo fue. Caer en primera ronda de una competición en la que has alcanzado dos finales y una semifinal en cuatro años se puede etiquetar así. Un palo, una decepción, un golpe. Pongan el calificativo que gusten, a la carta. Sin miedo, sin tremendismo, con naturalidad. Con la misma que debe adornar a un equipo grande, porque el Atleti del Cholo lo es. ¿Un fracaso? se asume y se procesa, se apela a contar la realidad, que consiste en fijar la vista en los objetivos venideros, en erguir la cabeza, levantarse después de haber caído y volver al combate, porque esa es la característica fundamental que distingue a los atléticos de los que no lo son, aunque presuman de serlo. No estar entre los dos primeros de grupo en un envite ante Chelsea y Roma no se considera un desdoro. Pero no ser capaz de doblegar al Qarabag, miembro del segundo mundo futbolero, en un doble enfrentamiento, es una condena que exige el pago de un peaje, una eliminación. Ni más, ni menos. Las notas finales llegarán en mayo. En litigio, la Liga, la Copa y la Europa League que, por más palos que quieran darle a Gabi, es una mierda cuando crees que puedes ganar la Champions y que, fuera de ella, es una bendición que permite demostrar que, en fútbol, como en la vida, hay revancha.
Cayó el Atleti, porque no hubo victoria en Londres ni milagro en Roma, y nada más pitar el colegiado, sobre la cabeza de Simeone planearon cientos de buitres carroñeros. Nada nuevo bajo el sol. Son los que se pasan la vida comparando al Atleti con el Madrid y el Barça, mientras en sus programas le dedican un minuto al Atleti, siete horas a su equipo y dos al enemigo, por aquello del disimulo y el recato, porque tienen el cuajo de decir que representan a todas las aficiones (sic). Se estrelló el Atleti y como uno conoce ya a sus clásicos, no sorprendió que faltasen manos para azotar a Simeone, el sumo hacedor de un Atleti que ya no se arrastra por Segunda, en aquellos tiempos tan felices y añorados por sus fiscales. Al Cholo, al que pegan por sistema, por tierra mar y aire, unos días porque es conservador, otros porque no juega bonito, otros porque no pone a los de su cuerda, otros porque exige el máximo a los despachos y otros, porque la abuela fuma, le toca ahora cobrar por esta eliminación. Su canción es un hit-parade para cualquiera que esté integrado en el movimiento atlético: pimiento colorado, azul y verde, los amigos fiscales, al señorito Cholo, cargarse quieren.
Apenas unas horas después de la merecida eliminación, por más entusiastas que resulten los que exigen que Simeone dimita, se flagele o desapareza por el bien del Atleti –de fondo, se oyen carcajadas y risas enlatadas–, y por más tentadora que sea la música de funeral que le han puesto de banda sonora al Atleti, la tribu colchonera no es tonta y no deja que le tomen el pelo. Saben qué tierra pisan, hacia dónde van y lo más importante, de dónde venían. Si el Cholo fue el gran responsable de los éxitos, si dio la vuelta al club como un calcetín, incluso con el enemigo en casa, también es responsable de no haber clasificado al equipo para octavos de final de Champions. Perfecto. Dicho eso, conviene explicarle al personal que, por más veneno que lleven las palabras que se usan como armas arrojadizas contra Simeone, enemigo público número uno de los que quieren otro Atleti, más sumiso y menos competitivo, la gente tiene memoria. Hay quien sabe que Simeone no tuvo nada que ver con una sanción que impidió reforzar a un equipo que lo pedía a gritos y que, a pesar de tener ofertas que triplicaban lo que ganaba, decidió quedarse, sabiendo que corría un riesgo. Eso merece respeto.
Como a estas alturas de la vida todavía hay cierto sector de badulaques periodísticos que se permiten el lujo de hablarle a Simeone de exigencia, conviene recordar que, en su día, nada más acabar la final de San Siro, fue el Cholo el que dijo que, en su opinión, había sido un fracaso perder ante un equipo que tiene más Champions que el Atleti Ligas. Ese es el tamaño de la exigencia del entrenador del Atleti. A un tipo así, ¿quién le va a hablar de exigencia? Nadie tiene más que él, que ha hecho un equipo construido en base a la ética del trabajo y el esfuerzo. Sí, cayó el Atleti. Sí, si se quiere, se puede catalogar como un fracaso. Y sí, la temporada sigue, porque este fracaso que ahora algunos disfrutan, puede que sea gloria en mayo. Quien festeje el KO atlético está en su derecho. A ropa, que hay poca. Y quien ahora quiera hacer leña del árbol caído y pretenda basurear a Simeone, que aproveche el cartucho, que la caza no abunda mucho. Esto acaba en mayo. Más de uno y de dos han puesto a enfriar la botella de cava y quizá, sólo quizá, aún es demasiado pronto. Sí, al Atleti le ha dolido el golpe, pero nada definitivo para el espíritu agonístico de un equipo y una afición que han toreado en plazas más duras y condiciones insufribles. Si quieren quemar al Cholo en su hoguera particular, adelante, pero con la gente del Atleti que no cuenten, porque esa tribu sabe, de memoria, que como canta Estopa, el infierno sólo te quema cuando el fuego nunca te ha quemado. Porque, habiendo ardido, piensas, ven, que te estoy esperando.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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