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Estoy a punto de cumplir 42 años y no veo OT. Pero esta mañana he visto un vídeo recogiendo 11 momentos de ‘Los Javis’, Javier Ambrossi y Javier Calvo, que son motivos según los cuales ambos deberían ser los profesores de nuestras vidas. Hablemos de esos momentos. Por cantar canciones de La llamada, criatura en forma de película de la que son los padres. Por decirle a una concursante “enamórate de ti”. Por pedirle a una concursante que se dijera a sí misma, mirándose en el espejo: “Soy lo más y canto genial. Dilo, coño”. Por cantar El hombre del piano. Por ver Paquita Salas en la academia, otra de sus criaturas esta vez en forma de serie. Por disfrazarse de jurado, por lucir una camiseta con el mensaje: “Protect trans kids”. Por hacer buena pareja. Por cantar Resistiré y hacer llorar de emoción a los concursantes.
Yo soy hija de mis padres y de las madres Calasancias. Entre ellos y las monjas hicieron al menos el 80% de la mujer que soy hoy. La madre Consuelo tenía un flequillo igualito que el de Jesús Hermida que causaba mofa y befa en las 43 muchachas hormonadas que convivíamos en clase, pero nos enseñó a hacer raíces cuadradas y a permanecer en silencio mientras ella hablaba.
La señorita Elisa olía a madre y nos machacó con la ortografía. Hoy puedo decir, con orgullo, que sé colocar acentos y comas donde corresponde. Una vez me dijo que la d mayúscula me salía regular, un mensaje que trasladó a mis padres y conllevó la compra de cuadernillos Rubio hasta que conseguí hacer la mejor D de Getafe y puede que alrededores. Acabo de comprárselos a mi hijo de siete años.
La señorita Raquel nos daba gimnasia y era el azote de todos, la malvada de los cuentos. A mí me ganó enseguida, pero nos cronometraba para que nos pusiéramos el chándal en menos de tres minutos y si no lo hacías te castigaba. Tampoco toleraba que nos tocáramos el pelo y la cara cuando estábamos en fila. “¡No se toquen!”, repito de vez en cuando en casa. Nos enseñó poca gimnasia pero aprendimos a cantar Naveira do mar. Lástima que como gallega no nos trajera nunca unas xoubas. Tampoco llegué a dominar el plinto pero nos enseñó a bailar The time of my life en el último año de colegio, para lo cual tuvimos que ver esa bendita coreografía decenas de veces. Las hormonas de esas 43 alumnas estaremos eternamente agradecidas.
En Bachillerato tuve a dos de mis favoritas. La señorita Sedeño, de nombre Maricarmen, nos enseñaba latín. Una mujer cursi y con los ojos azules más bonitos que recuerdo. También recuerdo que su marido era guapo. Una vez nos vio tiradas en el patio sobreviviendo a la edad del pavo y nos dijo: “¿Qué hacéis ahí, cuan largas sois?”. Aún seguimos haciendo risas al respecto.
Como las hacemos con la madre Pilar, jefa de las jefas, de la que muchos sospechábamos que igual era un hombre pero que nos hizo amar las matemáticas, y que nos castigó con un viaje a Jaca de fin de curso cuando nosotras lo que queríamos era ir a Grecia. Una mujer que decía “Eurodinis” en lugar de Eurodisney. Imaginen las risas. Nuestro canto de guerra cuando jugábamos al baloncesto era: “Calasancias, mejores no hay, es el equipo más chulo que pisa la cancha de todo Getafe”. Lamentable.
“Buenos días, ¿qué tal estás”, me han preguntado esta mañana uno de mis mejores amigos. “Bien, mejor que hace un año”, he respondido. “Me alegro, eres enorme”, me ha dicho. No me ha pedido que lo diga ante el espejo pero me ha gustado. Ayer canté Felices los cuatro con mis hijos en el salón y también lloraron, pero de risa. Mi amiga África y yo nos disfrazados de divas que actúan en Las Vegas para ver en concierto a una que lo hace de verdad: Jennifer Lopez. Llevo 16 años con el mismo y nos dicen que hacemos buena pareja. No me gustan las camisetas con mensaje pero tengo una taza que dice: “No tengo el chichi para farolillos” con una caricatura de la Reina Isabel de Inglaterra. Mi amiga Florita llevó un tiempo Resistirécomo sintonía de móvil y algunas veces la tarareamos cuando la llamaban.
Los Javis son amigos que yo quisiera tener para cantar Rata de dos patas, de Paquita la del Barrio, en un karaoke. O cualquiera de la Jurado. Los Javis me hacen reír cuando veo sus perfiles de twitter o de Instagram. Los Javis son unos tipos listísimos que viven un momento dulce y merecidísimo. Pero los profesores son otra cosa. Y a mí me da miedo que se los quiera convertir en los nuevos Alaska y Mario, los nuevos popi-divertidos-caen-bien-a-Lomana-y-Monedero y que los profesores tengan que ser, como los padres, tus colegas de risas.
Los profesores son esos que te exigen y te putean para sacarte brillo, para divertirme ya tengo a mis amigos. Los profesores son una cosa muy seria y a mí me sale la chica Telva que llevo dentro. Los profesores de hoy tienen miedo de que una bronca genere traumas infantiles, y los padres estamos siendo cómplices de una generación de blanditos que a este paso seguirán, con la mayoría de edad, comiendo espaguetis y helado. Nada les turbe, nada les espante.
Se me olvidaba. Es que yo soy hija también de Física y Química. Y sufrí mucho contigo, Javier Calvo.
Estoy a punto de cumplir 42 años y no veo OT. Pero esta mañana he visto un vídeo recogiendo 11 momentos de ‘Los Javis’, Javier Ambrossi y Javier Calvo, que son motivos según los cuales ambos deberían ser los profesores de nuestras vidas. Hablemos de esos momentos. Por cantar canciones de La...
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Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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