El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la declaración institucional que ha realizado en La Moncloa tras la celebración de un Consejo de Ministros extraordinario.
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Mucho se está hablando sobre la fecha elegida por Sánchez el resistente para las elecciones generales: por qué abril y no un superdomingo. O por qué no dejarlo todo para otoño. Si es buena o mala estrategia, si tiene sentido. Como si a estas alturas la política española tuviera sentido y hubiera que buscarlo. Pero aceptemos el reto, busquemos el sentido. A continuación, diez tesis y una coda sobre el adelanto:
1. Sánchez dispone hasta abril del relato de la ruptura con los independentistas en paralelo al pinchazo de la manifestación de la derecha. Ese relato le proporciona el sustrato de toda la narrativa de campaña: él es quien representa el orden, quien puede operar como centralidad, el justo medio que asegura certezas frente al resto de opciones que solo implican confrontación, caos y desorden.
2. De aquí a abril no le da tiempo al PP a centrarse después del giro a la extrema derecha. No, su intento de contener las fugas mediante una ofensiva ideológico-cultural perdiendo así la cierta moderación necesaria para ganar el Estado no se revierte en dos meses.
3. Tampoco le da tiempo a Ciudadanos a desligarse y reponerse de la foto con VOX en Colón. Todo lo que se encuentre a la izquierda de la foto de Colón cabe en Sánchez: no es poca transversalidad.
4. Ni le da tiempo a Vox para que su resultado sea lo suficientemente bueno como para que les proporcione escaño en las provincias pequeñas y medianas, y no conviene pasar por alto que ese escaño que no consigue Vox se lo quitará a PP y C’s para dárselo al PSOE. Y ojo, ahí puede estar o no estar la mayoría absoluta para la triderecha. Poca broma.
5. La opción más racional o razonable según no pocos politólogos hubiesen sido unas elecciones en otoño. Pero, después de haber perdido algunas comunidades autónomas en mayo, ¿no hubiese llegado el PSOE a una seria crisis interna? ¿Un Sánchez cuestionado por los suyos, sobre todo por los barones destronados, durante los meses previos a la campaña electoral? ¿Seguro? En abril el PSOE está unificado y todos a una.
6. Durante el juicio al procés, el conflicto con Cataluña queda apaciguado porque tiene un espacio aparente de resolución. Para Sánchez, casi mejor una campaña sin sentencia que con ella: la sentencia hay que gestionarla políticamente, la no sentencia te permite dejarlo simbólicamente todo en manos de los jueces y tú jugar la carta de la separación de poderes y blablablá. No es este el peor relato para la campaña: tensiona menos al electorado españolista, máxime si le sumas el marco con el que ya viene machacando el PSOE de que han intentado negociar y resolver el conflicto territorial pero la sinrazón de Waterloo lo ha impedido.
7. Las encuestas, todas, muestran que en plena movilización de las derechas -como parece ser hoy el caso- su mayoría absoluta peligra. Vale decir, una movilización realista de los votantes progresistas (y está el 8M aquí cerca) puede alejar esa mayoría absoluta de la derecha y darle juego al PSOE para buscar pactos más allá de Podemos (¡o más acá!).
8. Pensando en la interna del PSOE, Sánchez va a sacar un resultado histórico dadas las circunstancias: gana al PP, sube de los 100 diputados y tiene a las derechas más cerca de los 80 que de los 100 diputados: igual pasa a la oposición, pero igual Sánchez mantiene el partido. De algo hay que vivir, que diría Echenique.
9. Gobernar hasta otoño a base de decretos leyes con Unidos Podemos es todo menos seguro para Sánchez, y el caso de la ley sobre los alquileres muestra bien la cuestión: miedo del PSOE a apoyarlo y alejarse del centro y/o miedo a no hacerlo y desangrarse por no poder legislar.
10. Y, por último pero no menos importante: en abril haces depender la negociación del Gobierno de la nación (en caso de no mayoría absoluta de las derechas e, incluso, en ese caso si le ofreces cositas a Ciudadanos) de la negociación de todos los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos. Aquí entra en escena la relación de dependencia mutua que podrá adquirir la dupla PSOE-Ciudadanos. Miedo.
Y ahora la CODA: igual es tontería darle muchas vueltas a si mejor en abril que en otoño, o mejor en otoño que en abril, porque tal y como pinta la cosa, no sería de extrañar que tras las elecciones generales en abril y tras las autonómicas en mayo nos encontráramos que, por negativa revival de Unidos Podemos a un gobierno del PSOE con Ciudadanos, tuviéramos de nuevo elecciones generales en otoño. Y eso, amigos y amigas, es toda una sonrisa del destino. O algo. Fin.
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Autor >
Jorge Lago
Editor y miembro de Más Madrid.
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