PROCESANDO EL PROCESO AL PROCÉS (XV)
Los hechos
El procesismo se cree Estado. Como cualquier partido esp –más en las derechas–, cuando llega al Estado, se cree que es el Estado, se cree que agrupa o debe agrupar a toda la sociedad. No ve que sus símbolos partidistas sean símbolos
Guillem Martínez Madrid , 12/03/2019
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HECHOS Y DESECHOS. La sesión matinal ha durado 20 minutos, por lo que Pi i Margall y el menda hemos rellenado la mañana con labores propias de nuestro género en El Corte Inglés de Serrano, donde nos han puesto Essential Energy, de Shiseido, crema de una interesante relación calidad-precio. Por lo demás, hemos hablado del juicio. No le cuadran los hechos que escuchamos, si bien –está muerto–, le dan igual. “Lo que me importa no es materia de juicio, ni penal. No son condenas. Es, ya lo sabe, el control del Estado. El Estado ha carecido de control en la gestión de la crisis. En Cat, que es Estado, que no es una ONG, lo mismo. No los controla la prensa, que les ríe las gracias, ni el Estado tiene mecanismos para controlarse a sí mismo, por lo que veo. Me sorprende, por otra parte, que Cat quiera ser Estado, en vez de querer controlarlo. Es decir, que quiera reproducir el Estado sin control Esp, que añore del Estado sólo su ausencia de control. Eso es nuevo. En mis tiempos, la originalidad de las izquierdas cat consistía en querer dividir el Estado en Estados, y los Estados en entidades menores, de manera que se controlaran entre sí. Entiendo, cuando ayer usted me explicó el sistema autonómico federalizante ese, que ahora no se divide en Estados, sino que se crean entidades, autonomías, que no controlan al Estado, ni ganas, sino que lo contraprograman, lo reproducen en otro canal. Pero, ¿cuándo los federalistas cat se convirtieron en carlistas navarros? ¿Bélgica es la nueva Estella?”. Va, Pi i Margall, que se retoma la sesión, y aquí se viene llorado.
LOS HECHOS ECONÓMICOS. Les pongo al día. Los 20' de la mañana, como su nombre indica, no dieron para mucho. Fiscalía buscaba, entre testigos de imprentas y paqueterías –y diría que no encontraba–, la cosa malversación. Les costará, por otra parte, encontrarla. Por dos razones: la A), o menos determinante: está tratando con genios de la contabilidad B, especialidad en la que Esp entera brilla con luz propia. El pack CDC, contrariamente a la cosa escocesa o quebecois, no ha dado al mundo ninguna jurisprudencia o vía para acceder a la autodeterminación en el Primer Mundo, pero ha facilitado precedentes y recursos de contabilidad creativa que podrían asombrar a la NASA, esos tipos que seguirán impertérritos cuando se descubra vida en Marte. Lo que habla de la ausencia de control de la que hablaba Pi. La razón B) vuelve a hablar de la ausencia de control etc., en esta ocasión en el bando del Estado –Central, que diría Pi–. A saber: fiscalía no se preocupó por el tema malversación. Ni un ápice. Iba a por rebelión. Se despreció la malversación, incluso, cuando pudo haber apostado por ella para traer a Puigde de Alemania. El sumario de instrucción –me dicen quiénes lo han leído; 23.000 páginas– puede dar sorpresas, pero es flojito en el tramo malversación. En el resto de tramos, por cierto, me dicen las defensas, no nos hemos separado un gramo del sumario en lo que llevamos de juicio. Vamos, que rebelión hay, de seguir en esta tónica, lo que hay. Es importante saber por qué fiscalía apostó tan poco por la cosa malversación. Tal vez porque respondía a una petición gubernamental de liarla con rebelión. O, tal vez, por los atestados de la GC, que no se sabe, visto lo visto, lo que perseguían. En todo caso, sus acciones, apresuradas, tetosteronadas, en ocasiones sin órdenes de registro –lo que en principio no tiene que ser un pitote, pero orienta sobre cultura de derechos y organización del trabajo; la poli puede entrar en tu casa, en fin, con orden de registro, con tu autorización, o en caso de delito flagrante– impidieron, y esa es la sensación, que la empresa registrada pudiera acceder al reparto o al cobro del material que le incautaban. Es decir, impidieron definir nítidamente el delito.
EL DESCONTROL. Por la tarde, se intuyó más que costará encontrar nítidamente el posible delito, en el caso de lo que hubiera, con el material con el que se cuenta por ahora. No le sacaron nada a Enric Vidal, diseñador gráfico e intermediario entre la Gene y empresas. Explica que en todas las situaciones estuvo el tal Toni, funcionario de la Gene al que, en caso de República, habrá que hacer una tumba al funcionario desconocido debajo del Arc de Triomf de BCN. Importante, para hablar de más descontroles: Vidal fue interrogado, en su día, por la GC, sin presencia de abogado. Enric Mary, comercial de una imprenta. Nada. Toni. Y que, como siempre, no se cobró nada, por lo que no hay delito. Los pagos no pagados, además eran de 17.000 euros, la cantidad mágica y clásica para que una institución no convoque concurso. Fiscalía ha sacado el palabro Òmnium en más de una ocasión. Lo que puede ser un indicio, otro, de que después del juicio, el Estado ejercerá el descontrol sobre Òmnium. Sí, costará encontrar malversación. En aquellos días hablé con varios empresarios impresores. Todos estaban dispuestos a trabajar para el referéndum, incluso gratis, la palabra favorita de la Gene desde hace décadas. Por lo demás, hoy se vive en Cat el ultimátum de la Junta Electoral para que en la Gene se quiten los lacitos. La Gene se niega. Supongo que los quitará y pondrá otra cosa amarilla, y que eso se vivirá con épica. Debajo de esa acción hay, empero, esta reflexión: el procesismo se cree Estado. Como cualquier partido esp –más en las derechas–, cuando llega al Estado, se cree que es el Estado, se cree que agrupa o debe agrupar a toda la sociedad. No ve que sus símbolos partidistas sean símbolos. No ve que se debe someter a control. Socorro. “Aquí se viene llorado, Martínez”, me dice Pi.
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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