PROCESANDO EL PROCESO AL PROCÉS (XXIII)
Observator
Somos los últimos en salir del TS. Cuando lo hacemos, nos encontramos con Marchena, que los miércoles le toca a él barrer la sala
Guillem Martínez Madrid , 27/03/2019
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D'ORS DESATADO. “¿Le he dicho que estuve en la comisión que tenía que establecer la nueva bandera nacional?”. No, y salga del lavabo, que lleva una hora. “Al final fue la de siempre, pero le pusimos la gallina sosteniendo el escudo. La cosa tuvo mérito, pues se trataba del águila de San Juan, y nadie sabía cómo era, salvo que tenía pico. ¿Sabe qué significa esta pequeña historia?”. D'Ors, que salga, por la gloriarl de su madrerl. “Significa que, cuando quieres salvar una bandera, le has de agregar algo. Luego, cuando el peligro ha pasado, se quita, y cuela. Las banderas son símbolos de algo anterior. La esp, de lo que es. La cat tampoco tiene un pasado reciente épico. Piense en ello cuando alguien agregue algo a una bandera. No sé. Un triangulillo. Es un cambio para una permanencia. A veces, casi nada debe cambiar para que nada cambie. Ya está. El lavabo es todo suyo”. Mire, D'Ors, ya lo mismo me da que me da lo mismo.
LA ESTRICTA OBSERVACIÓN. Llegamos al TS con cierto retraso. Pero con el culito suavito y seco. Bueno, sinopsis. Hoy vienen dos proto-observadores internacionales, un GC y, por primera vez, dos mossos curritos. Sobre los observadores: están de moda. Sobre ellos se está dibujando la cosa malversación. Constan, asegura fiscalía, pagos –por ahora, diría, los más nítidos– a esos tres grupos de observadores. El grupo a) consiste en diputados europeos. El b), un grupo de técnicos contratado por Diplocat. El c) es un grupo de The Hague Center for Strategic Studies. Es el que tiene más guasa. En su día fueron presentados y exhibidos por la Gene como los observadores internacionales ad hoc. Un observador internacional no cobra de la institución que convoca una elección o consulta. Lo que puede ilustrar sobre el corpus deontológico de los contratadores, de los contratados en el pack c) y, tal vez, en el b). La contratación del grupo c) es un indicio, otro, de que todo era una performance, con el objetivo no de engañar a una comunidad internacional, que como que no, sino a una comunidad local. Lo que por aquí abajo no es delito, sino una sólida costumbre. Vamos, que aquello que el procesismo y el Estado defendían que era un referéndum –por lo que, en el caso del Estado, se optó por pegar hasta en las pestañas a sus usuarios–, pues no lo era, ni era considerado así. La defensa de la Gene es, en todo caso, que los pagos los realizó Diplocat, no la Gene. Puede colar. Si bien, en derecho laboral, cuando la empresa matriz dice que no tiene nada que ver con los despidos improcedentes de la empresa filial-tapadera-subcontratada, suele pringar.
EL VOYEURISMO. Habla Bernhard Felix von Grümberg, del grupo de observadores a). Tiene nombre de piloto de la IWW, pero es ex-diputado alemán por el SPD. Lo traen las defensas. Informa que no fue a Cat como observador, sino como persona interesada en observar. Que de hecho no verificó ningún proceso electoral. Que se pagó el viaje y la estancia con su pasta. Que vino con otros 33 diputados, pero que no puede responder de ellos. Que el 1O estuvo en cinco colegios electorales de BCN. Uno fue el Ramón Llull, donde, por cierto, la policía se empleó a fondo. Dos porrazos más y hubieran reconquistado Cuba y un cacho de la isla de Guam. Esto, claro, no lo dice el señor del SPD que, no obstante, apunta que sólo vio violencia policial, y no de la otra, y que el comportamiento de los manifestantes fue “sereno”. Fiscalía tiene poco que rascar con este testigo, al que –glups– llega a recriminar que se interese por el problema Cat, y no por el problema bávaro –sólo le ha faltado agregar, al final de la frase, la expresión “mamón”–, en lo que es un indicio, inquietante, de la cosmovisión nacional de los Altos Cuerpos del Estado. Impresión general: parece el miembro de una comisión de invitados por una institución que, en este caso, se ha pagado el viaje. Algo común en el mundo mundial, en el que proliferan ese tipo de viajes. El viaje más anhelado por el parlamentarismo peninsular, en ese sentido, es uno que organiza el Departamento de Estado USA. Es un viaje a tutiplén, para el que muchos parlamentarios hacen cola abnegadamente. Eugeni, por cierto, le noto pocho: “Sí, es que cuando asisto a un juicio en el que traducen del alemán al testigo, me da mal rollo. Son tantos malos recuerdos...”.
OBSERVADORA B. Es hora de, yupi, Helena Catt. Observadora, o no. La Gene la presentó, en su día/la noche del 1O como observadora. Incluso hizo una evaluación del día ante alcachofas. No era observadora, ni, en tanto que su pagano era una ON-muy-G, podía evaluar nada. Fue, por tanto, parte de un decorado. Niega hoy que fuera observadora. Explica que trabajó para el Diplocat, haciendo “investigaciones sobre el contexto catalán desde una perspectiva histórica”. Lo que es un contexto muy largo y ancho. Nada que ver con la cosa referéndum, dice. Sorprendentemente, no puede contestar a ninguna pregunta sobre el contexto catalán ese. No vio violencia el 1O, porque no salió de su despacho. Sólo fue a un cole. A ver el recuento. No recuerda con quién se reunió, o a quién visitó. Facturó sus servicios y estancia a Diplocat. Cobró. En octubre. Y a otra cosa, mariposa. Por lo visto, no conoce pagos posteriores a octubre/artículo 155 a ninguno de su grupo. Impresión general: ese tipo de profesional de las CC.SS. que se desplaza al Tercer Mundo a darle la razón al Gobierno, o lo que sea, que le pague. Hay en todos los países, según vas descendiendo hacia el Sur, ese clima. Espiritual. Responden a una idea de democracia cutre, si bien con colorines.
ÚLTIMAS PALABRAS. Habla un cabo de la GC, con el siempre agradecido don del lenguaje: “Cuando llegaron los Mossos, (los manifestantes) dijeron son nuestra policía. Pero cuando actuaron ya no era su policía”. Describe la violencia en los términos tradicionales en este juicio. Lo sorprendente es que son los mismos que los dos mossos que hablan a continuación. “Las banderas son permanencias antiguas, más cuando se les practica cambios, recuerde, joven”. Eugeni, me está empezando a dar mal rollo. Fin. Somos los últimos en salir del TS. Cuando lo hacemos, nos encontramos con Marchena, que los miércoles le toca a él barrer la sala. Le ayudamos un poco, mientras departo con D'Ors. “Oiga, pollo, ¿sabe que está hablando solo?”, me dice Marchena antes de darme las bolsas de la basura: “A ver si puede bajarlas, porfa”.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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