Alexandria Ocasio-Cortez en la portada de la revista Time de abril.
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Decía Bob Pop unos meses atrás que tenemos serios problemas para elegir representantes a la altura de nuestras causas. “Hay demasiados influencers, y muy pocos referentes”, resumía. En un mundo en el que ya no hay celebrities –y si las hay, a nadie nacido en los últimos veinte años le interesan– y en el que, gracias a las redes sociales, se ha reducido sustancialmente la distancia entre ídolos y seguidores, ¿cómo podemos elegir a esos influencers referentes de algo más que nuestros anhelos materiales?
La premisa es clara: somos influenciables y el efecto se multiplica en internet. Si hablamos de las nuevas generaciones, las cifras se disparan: según un estudio de Google, la mayoría de los adolescentes se siente más identificado con los youtubers que con los famosos tradicionales y ve en estos creadores de contenido a un amigo, a alguien en quien confiar; en ocasiones, más que en las personas de su entorno.
Así, no es casualidad que Instagram sea la red social favorita de las marcas: la proliferación de influencers en la app la ha convertido en un escaparate permanente: moda, belleza, viajes, gastronomía. El presupuesto de las empresas dedicado a campañas con influencers no deja de aumentar, del mismo modo que aumenta la conversión; es decir, el número de seguidores que compra los productos que sus ídolos promocionan.
Jameela Jamil, actriz conocida por su papel en The Good Place, lleva algún tiempo dándole una vuelta a eso de ser influencer: sus críticas al uso publicitario que hacen algunos perfiles sociales con millones de seguidores le han servido para entrar de lleno en la conversación de masas. Jamil ha denunciado, en repetidas ocasiones y públicamente, la promoción de productos adelgazantes poco saludables que top influencers anuncian impúdicamente a sus fans, en buena parte, chicas que aspiran a tener sus cuerpos y estilos de vida.
“Eres una influencia terrible y tóxica para las chicas jóvenes”, le escribía hace un año a Kim Kardashian en respuesta a una publicación de Instagram –donde tiene más de 130 millones de seguidores– en la que la influencer norteamericana promocionaba una piruleta supresora del apetito. Su última víctima, Khloé Kardashian, quien hace solo unos días anunciaba unos batidos para adelgazar junto a una foto sin camiseta. Jamil le respondía llamándola “irresponsable” por ocultar a sus seguidores los efectos secundarios de los batidos y señalando que su aspecto tenía más que ver con el hecho de tener a su disposición “un entrenador personal, un nutricionista, un chef y un cirujano”, que con “este producto laxante”.
Si bien siempre ha habido famosos dados a ciertas dosis de activismo, lo de Jamil implica algo más que buenas intenciones: el paso adelante que alguien con posibilidad de contraatacar a un nivel de exposición parecido –y, por tanto, asumiendo las consecuencias mediáticas–, da para poner en jaque al poderoso.
Aunque si hay alguien poniendo los puntos sobre las íes a la clase más pudiente, esa es Alexandria Ocasio-Cortez. La congresista demócrata se ha convertido, con 29 años, en la mujer más joven en ser elegida en el Congreso en la historia de los Estados Unidos. Y ha merecido la pena: sus comparecencias sobre dignidad social, racial y económica son tan contundentes que semana tras semana se hacen virales en redes. La última, sobre el Nuevo Acuerdo Verde, el plan que el Partido Demócrata quiere impulsar para hacer frente al cambio climático.
“¿Le quieren decir a la gente que su preocupación, su deseo de tener agua y aire limpios es elitista? Díganselo a los niños del Bronx que sufren las tasas más altas de asma infantil del país”, le dice Ocasio-Cortez al republicano Sean Duffy tras calificar la propuesta de “hipocresía elitista”. “La gente se está muriendo. Es una crisis nacional”, exclama la congresista durante su emocionante discurso.
Sus tres millones de seguidores en Instagram y cerca de cuatro en Twitter reafirman a Ocasio-Cortez como influencer y referente política. El tipo de influencer que evidencia la falta de regulación para luchar contra la corrupción en Estados Unidos y pone como ejemplo de ella a su presidente, Donald Trump. “Tenemos un sistema que está básicamente roto”. El tipo de influencer que necesitamos en 2019.
Por suerte para todos, Ocasio-Cortez no es la promesa más joven del panorama mediático. Greta Thunberg, de tan solo 16 años, es la cabeza visible de los Fridays For Future –viernes por el futuro–, el movimiento estudiantil que exige a los políticos frenar el cambio climático: las movilizaciones se repiten cada semana en ciudades de toda Europa, en la que es una de las protestas de jóvenes más importantes y representativas de las últimas décadas.
“Dicen que quieren a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro delante de sus propios ojos”, decía Thunberg durante su comparecencia en la cumbre del clima de la ONU celebrada en Polonia a finales del año pasado. “No hemos venido aquí para rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no”, apuntaba tras poner en duda la madurez de los presentes.
Jamil, Ocasio-Cortez y Thunberg son tres grandes –y dispares– ejemplos de esas referentes a las que se refería Bob Pop. Tres mujeres cuya capacidad para conectar con el público se asemeja a la de quienes conforman ese mundo de influencia controlado por el marketing. Lo representativo es que, en este caso, cada una desde su espacio y circunstancia, utilizan ese poder para intentar cambiar nuestras vidas a mejor.
Quizá no representen el tipo de contenido que más nos apetece ver en nuestros teléfonos móviles, pero ellas y sus semejantes son nuestra última esperanza para que internet y sus virales no terminen por deshumanizarnos. Nuestra gran oportunidad para empezar a elegir bien a nuestros influencers.
¡Hola! El proceso al Procès arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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