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TVE organizó anoche el primer debate de la campaña electoral y lo hizo sin ninguno de los candidatos a la presidencia del Gobierno. Lo normal en un país en el que nada es normal últimamente. María Jesús Montero (PSOE), Cayetana Álvarez de Toledo (PP), Irene Montero (UP), Inés Arrimadas (Cs), Gabriel Rufián (ERC) y Aitor Esteban (PNV). Seis candidatos seis para una faena que, como es habitual, no sirvió para escuchar propuestas más allá de las promesas de echarle gasolina al fuego territorial. Los españoles, para que no se extingan, tienen que ser toreados una y otra vez.

Por la tarde el PP lanzaba en redes sociales una campaña acusando al PSOE de no ser un partido español y por la noche lanzaron a Cayetana a gritarles a los independentistas que son españoles. La marquesa y candidata del PP por la provincia de Barcelona cumplió a la perfección con su misión de generar el mayor ruido posible impidiendo que hubiera debate. Tras frivolizar con las violaciones a mujeres –¿ustedes dicen que sí todo el rato?–, tocaba el turno de darle la vuelta a la tortilla y presentarse como víctima de una manada que le afeaba la barbaridad que acababa de soltar por la noble boca –“¿ustedes están diciendo que yo justifico la violación?–. El nivel del PP diseñado por Pablo Casado, que presenta al debate a quien prometió no perdonar jamás el diseño de los trajes de los Reyes Magos en una cabalgata, hace que uno recuerde al Rajoy que guiñaba el ojo mientras se liaba con los vecinos y el alcalde como algo muy parecido a Sir Winston Churchill. Tras el primer bloque, dedicado a las amenazas de querellas en los juzgados –repítalo usted y la denuncio, gritaba Cayetana– llegaba el segundo bloque de propuestas: sois todos unos golpistas.

¿Indultará el PSOE a los políticos catalanes? Interrogaban a coro Inés Arrimadas y Cayetana Álvarez de Toledo a la representante del PSOE, capaces ambas de ser las mayores defensoras de la independencia judicial al mismo tiempo de tener ya una sentencia condenatoria del juicio que se está celebrando. Modérate, Inés, que así el PSOE no te hará ministra, tiraba Gabriel Rufián de tuit oral, llevándose el zasca de Arrimadas –“yo soy más moderada que tú, chaval”. Cayetana retuiteó la respuesta. LOL. Uno, que no es de demasiados formalismos, echa de menos que alguien como Arrimadas, que supuestamente sí lo es, no tenga la prudencia de llamar señor en vez de chaval a un representante del Congreso de los diputados, le guste o no.

Hagan un ejercicio de política ficción. Imaginen un país en el que el conflicto territorial se intentase resolver sin gasolina, con diálogo. Con prudencia por lo delicado del asunto. Imaginen que, por el bien de las propuestas que afectan directamente al ciudadano, el tema territorial pasase a un segundo plano durante estas semanas. ¿Qué margen tendrían PP o Cs en un escenario en el que los principales asuntos a discutir fuesen de cómo asegurar las pensiones, cómo mejorar la sanidad y educación o cómo sacar de la pobreza a millones de españoles? La nada. Que Inés Arrimadas y Cayetana Álvarez de Toledo centraran la atención del debate de anoche con el “golpistas todos”, supone que la España vaciada no sólo está en Teruel: va de Ferrol a Algeciras.

La nada fue el papel que jugaron las Monteros de PSOE y Unidas Podemos, María Jesús e Irene, y el representante del PNV, Aitor Esteban. Los tres se presentaron a la cita con un flotador ante el tsunami territorial. Los tres intentaron hablar de otros asuntos con el éxito de una bola de paja recorriendo el desierto, especialmente el candidato del PNV, fuera de juego por formas, contenidos y casi por generación. Sin embargo, su fracaso inevitable es de algún modo un éxito. En la España del esperpento trifachito reconforta ver que una derecha digna como la de Aitor Esteban es posible. El día en que la derecha española descubra que hay una política más allá de las Cayetanas, todos habremos ganado mucho. Mientras tanto, debates como el de anoche son lo que España parece merecer.