PROCESANDO EL PROCESO AL PROCÉS (XXXV)
V.A.R.CHENA
La metodología Marchena dificulta la cosa, de por sí difícil. Es la ocasión para dibujar las rarezas de la causa, algo que no tiene por qué repercutir necesariamente en la interpretación o recalificación de los hechos
Guillem Martínez Madrid , 25/04/2019
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ADAGIOS. “A muchos catalanes les interesa Catalunya, pero no creen en ella. Les pasa exactamente lo contrario que con la religión y la otra vida: creen en ellas, pero no les interesa”. Corte el rollo, y póngase la boina, que nos vamos al TS. “¿Voy bien con esta boina, o prefiere la del rabo más largo?”. Ande o no ande, que el rabo sea grande, Pla.
NUEVA FASE. Hoy el juicio entra, propiamente y de cuatro patas, en una nueva región. Los testigos de la defensa. Hasta hace 3, 2, 1, la Fiscalía tiró la casa por la ventana con sus testigos. Sinopsis: A) rebelión, nada, B) sedición, a ver lo que pilla, C) malversación, más clara, si se confirma lo de Diplocat, que ya veremos. Para la cosa sedición dibujó una idea de violencia, ambiental, nebulosa, novedosa, si bien el TS ya la ha utilizada en una sentencia. La sedición, esta es la propuesta de la Fiscalía, conectaría a manifestantes del 20-S y 1-O con los acusados, a través de una pretendida actitud pasiva de los Mossos para los días de autos. En conjunto, parece poco y endeble. Quizás el error o –como no se me ocurre qué palabra utilizar, diré una cuyo significado ignoramos– la procastinación de la Fiscalía, ha sido seguir apostando por los delitos desmesurados planteados en la instrucción. En todo caso, por la actitud raruna y caótica de la poli el 20-S y, sobretodo, el 1-O, parece que, si buscaba algo, ese algo era una foto de la cosa sedición. Por otra parte, en el tramo testigos-de-la-Fiscalía ha quedado visualizada otra rareza del juicio. No se enjuician el grueso de los actos que supusieron 5 toques por parte del TC –esa cosa que, hay días enteros, ya no se sabe para qué sirve–, entre ellos los acaecidos en los días 6-S y 7-S, en los que el Govern y Parlament desobedecieron, con todas las letras, emitiendo dos leyes contra las que el TC lanzó la artillería –y, las desactivó–. Se enjuician, por eliminación, los sucesos del 20-S y 1-O –cosas de polis, vamos–, en los que la Gene no siempre fue el sujeto más activo. De hecho, el 1-O, esa manifestación que la Gene dijo que desconvocaría, el día de antes a las 00:00, si el Gobierno ofrecía cualquier cosa –por ejemplo, una reuni, un gesto–, fue una iniciativa sostenida a lo largo de 12 horas por una parte de la sociedad, antes que por un Govern –alguno de sus miembros, en declaraciones privadas, rezaba para que el 1-O llegara el 155, la paz, la gloria, otras elecciones e ir tirando–, y por unos Mossos que respetaron las órdenes judiciales, interpretándolas, como los otros cuerpos. Este juicio es, vamos, un marrón. El marrón es un color que carece de la rotundidad –la rotundidad no es ambigua– del blanco y del negro.
SEMANAS DE LAS DEFENSAS. Bueno. Ahora le toca liarla a las defensas con sus testigos. La cosa líquida de un juicio solidificará unas semanas en la zona defensas. Cabe suponer que las defensas técnicas –fundamentalmente Melero– intensificarán con testigos aspectos locademiadepolicía, y que las defensas que optaron por una defensa política –la palabra sería con aspectos políticos y, muchas más, con aspectos comunicativos favorables a opciones políticas–, intentarán sacar la cabeza. Les costará. La metodología Marchena dificulta la cosa, de por sí difícil. Este tipo de defensa –al menos como se ha planteado hasta aquí–, en ocasiones ilumina zonas de la causa que no comprende ni aprehende ni afecta esta causa. En todo caso, es la ocasión para dibujar las rarezas de la causa, algo que no tiene por qué repercutir necesariamente en la interpretación o recalificación de los hechos, ni en la defensa de los acusados. Es la ocasión para redibujar ante la opinión pública normalidades y automatismos asumidos en este juicio, y que igual no lo son tanto.
EXEMPLA. Los testigos del día, vamos, han intentado aportar opiniones para separar Diplocat de la Gene –algo difícil, diría–, y para describir a Diplocat como un organismo no sólo relacionado con el procés. Han intentado explicar el carácter pacífico e incluso pacifista de los manifestantes los días 20-S y 1-O, y de Romeva y Junqueras –los testigos estaban citados por sus defensas–. No obstante, les hablaré de dos testigos en los que se ha materializado que estamos en otra zona, y que esa zona no será de confort para el Tribunal. Uno es Enoch Albertí, catedrático de Constitucional, miembro del Consell Assesor per a la Transsició Nacional, cuyos informes se recopilaron en el Llibre Blanc –no estaba muy pallá, salvo uno, en el que se fijaba, con criterio, creo, que la Gene no emana de la CE78, ni de la CE32, lo que viene a explicar el difícil anclaje de esa cosa con nombre raro denominada Gene–. En un momento dado, ante una pregunta del abogado Salellas, Marchena salta. Ha calificado la pregunta como “insulto a los miembros del Tribunal. La sala no puede escuchar lecciones de Derecho Constitucional”. No están permitidos, en efecto, los peritajes constitucionales. Con lo que, zas, borra cualquier opción de peritar constitucionalmente lo que pasó. Con David Fernández, activista y parlamentario en el Parlament en el primer pack de la CUP que accedió a él, se vislumbra otro límite en las defensas. En esta ocasión, solventado, diría. Fernández exhibió solvencia democrática y seriedad desde el primer momento –”¿Ha estado alguna vez procesado?”, le pregunta Marchena: “Sí. Tres veces”–. Describe el conflicto –que tampoco ocupa esta causa– en el local del la CUP el 20-S, cuando la poli quería entrar, y los manifestantes lo impidieron –la poli puede entrar sin orden judicial a cualquier local, bajo unos supuestos; no es normal ni de recibo entrar así en la sede de un partido que no sea ISIS–. Explica el 1-O en un cole, en el que hizo de interlocutor con los Mossos. Les dijo que no podían pasar, “que la realidad era la que era”. La realidad: más de 300 personas en la puerta, ejerciendo la resistencia pacífica. Dibuja, sí, violencia en los manifestantes en ese día. Con estos adjetivos: “marginal y reactiva”. Y responde sobre las herramientas utilizadas para impedir el paso de la policía: “con la interposición de nuestros cuerpos”. Vamos, ofrece un dibujo, con brillo, efectivo, de los hechos, politizados y ejercidos por no-políticos. Aún tiene tiempo –si bien eso no repercute en beneficio para los defendidos; ni en la causa– de chulear a Vox, “crueldad ruin y mezquina de cualquier forma de fascismo”. Coquetea con la idea de no responderles. Tras un diálogo breve, de orden jurídico, con Marchena, accede.
ORACIÓN Y CIERRE. Ah, importante, en lo que es un dato que explica que este juicio es raro desde su instrucción, hoy ha venido a declarar como testigo uno de los redactores de la Llei de Transitorietat. Y nadie ha arqueado las cejas. Bueno. Otra semana. El domingo hay elecciones, y que no está nada claro que no gane la opción, glups, Gran Serbia. “Es usted un exagerado. Mire lo que escribí yo en tiempos inciertos: 'Se está formando sobre toda España un nubarrón de carácter extremista (...) y que, como suele pasar en este país, tanto podría ocurrir que el nubarrón se resolviera en un chubasco ligero, como en un formidable estallido de rayos y truenos'”. ¿Cuando escribió eso, Pla? “En 1934. Sí, la cagué, pero es el periodismo, esa cosa que inventamos Montaigne, Larra y, luego, yo”.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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