Análisis
Madrid en Pie: una fe de erratas
Cuando defendí que la candidatura de Sánchez Mato podía superar el 5% cometí al menos dos errores: valoré mal las encuestas y el impacto de las maquinarias de IU y Podemos
Fray Poll 28/05/2019
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La semana pasada me uní a las voces que defendieron que Madrid en Pie (MEP) podía superar la barrera del 5% y, en consecuencia, mejorar el resultado en escaños para la izquierda madrileña en las elecciones municipales del 26-M. A la luz de los recientes resultados electorales, quiero revisar por qué suscribí esta propuesta, tratar de describir los errores de juicio que creo que cometí, así como pedir disculpas a las personas que pudieran haberse visto defraudadas o confundidas en sus expectativas.
En primer lugar, no era descabellado pensar que MEP, en tanto propuesta patrocinada por Izquierda Unida, podía superar la barrera del 5% en la capital. La marca IU no está, ni mucho menos, muerta. Valga un ejemplo. En los barómetros del CIS (y específicamente de las entrevistas de la región de Madrid) se puede comprobar que, de manera continuada, en la intención de voto que se le atribuye a Unidos Podemos, cerca de un tercio de las menciones corresponden a personas que lo que realmente hacen en la entrevista es afirmar espontáneamente que votarían a IU (posición que luego se reasigna a UP). Es decir, la marca IU, aparentemente, conserva un suelo electoral interesante que podría conducirle a un resultado significativo en un escenario de competición en solitario.
Por otro lado, se podía apreciar que al inicio de la campaña parte de los electores de izquierdas no estaba considerando en su decisión de voto a la candidatura de Sánchez Mato. Se podía suponer que esta dificultad iría aminorando conforme pasaran los días y el conocimiento y la información sobre la candidatura fueran llegando. El hecho de que las primeras encuestas dieran magros resultados para MEP podía venir de esta circunstancia. Además, sugerí que era posible que hubiera dificultades técnicas a la hora de separar el voto a esta formación del de Más Madrid, debido a las distintas denominaciones de las candidaturas, partidos políticos implicados y líderes asociados en distintos niveles.
Aparte de esto, en mi valoración pesó el potencial impacto de las maquinarias partidistas. La organización local de IU (con larga trayectoria e implantación en la ciudad) estaba desplegada en la campaña de MEP, con resultados de convocatoria aceptables. Si finalmente se le sumaba a la movilización parte de la maquinaria de Podemos, era razonable pensar que, entre las dos, podían alcanzar el objetivo.
Sin embargo, es obvio que no se logró. Por lo tanto, cometí al menos dos errores principales, siendo el primero el más grave: valoré mal las tendencias de MEP en las encuestas, así como el grado de compromiso de los aparatos de IU y Podemos con Sánchez Mato (revisen, por ejemplo, los casi inexistentes apoyos de Alberto Garzón). En fin, dos sonoros fracasos que tienen difícil justificación y no dicen nada bueno de mi capacidad como analista.
Por supuesto, en este contexto, habrá quien opine que fueron las propias encuestas, al dar magros resultados para MEP, las que generaron una profecía autocumplida. Es decir, que la percepción de que MEP no iba a conseguir representación pudo haber llevado a parte de sus electores potenciales a votar a Más Madrid como mal menor. Como señalamos más arriba, había un problema inicial de conocimiento de la candidatura que quedó negativamente reflejado en las primeras encuestas publicadas tras el 26-A y que estas, a su vez, estabilizaran a la baja la preferencia por MEP. Si hay gente a la que le complace consolarse con este tipo de razonamientos, adelante. En todo caso, sería el resultado de un retraso en la comunicación de la candidatura, vinculado a los ajustados tiempos en los que Manuela Carmena esclareció que su candidatura excluía definitivamente a IU y que se planteaba una lista sin negociación posible con Podemos (en marzo de 2019), dando curso al nacimiento de MEP, además, en el contexto preelectoral de las elecciones generales de abril.
Aunque carezco en estos momentos de base empírica suficiente sobre la que sustentarme (y pese a que habrá otros muchos factores implicados) me inclino por pensar que una de las claves de esta decisión de voto (Más Madrid vs. MEP) ha estado en la valoración personal de Manuela Carmena. Me explico.
Seguramente parte de los electores que han votado a Más Madrid no están del todo satisfechos con algunas de las decisiones adoptadas por la alcaldesa en estos últimos 4 años. Puede que no les cayera en gracia su gestión de los casos “titiriteros”, “Open Tenis” o “Zapata”, su apoyo irrestricto a la operación Chamartín, a los sectores golpistas de la oposición venezolana, su estilo personalista, su manera de desentenderse del programa electoral de Ahora Madrid (relegado a listado de sugerencias), su falta de voluntad para confluir con los partidos que la catapultaron o su más reciente maniobra con Errejón.
Los electores de Más Madrid, o bien han sido parcial o totalmente indiferentes a estas cuestiones, o bien hacen un balance de conjunto que evalúa su figura de manera más positiva que negativa. Al otro lado de la balanza estarían las medidas más llamativas de su gobierno y que han podido satisfacer a sus votantes: fundamentalmente el cambio en el modelo de movilidad, la reducción de la deuda y el incremento del gasto social. La decisión de voto de este sector resultaría, de esta manera, difícil de cambiar.
Los electores de MEP son el segmento que ha considerado que (uno o varios de) estos elementos les habían “colmado el vaso”. Esto es, sostienen una animadversión suficiente hacia la figura de la alcaldesa como para decantar su voto hacia MEP de manera estable. Ese sentimiento, como ha quedado en evidencia, era minoritario y en buena parte estaba cargado de impulsos que, para algunas personas, pueden ser difíciles de compatibilizar: albergar sentimientos de rechazo hacia la cara visible (Carmena) de un proyecto político (Ahora Madrid) con el que se está de acuerdo no resulta fácil.
En definitiva, creo no haber estado desacertado cuando afirmaba que la mayoría de votantes de MEP tenían, en su gran mayoría, una probabilidad muy baja de votar a Carmena. También es perfectamente razonable plantear que, a priori, el escenario más beneficioso para la izquierda madrileña era que esta opción superara el umbral del 5%, minimizando los votos sin representación del llamado “bloque de izquierdas” y maximizando los escaños logrados.
En cambio, valoré de manera completamente equivocada la capacidad de la candidatura MEP para desbordar las previsiones negativas de las que partía. Pensé que se podía. Tal vez el límite de crecimiento de MEP era demasiado estricto: sostener un balance global negativo de la figura de Manuela Carmena es algo solo al alcance de sectores muy politizados y a la izquierda.
Como sabemos ahora, aunque se hubiesen podido sumar los votos de MEP y los de Más Madrid, la alcaldía igualmente se habría perdido. Establecer el impacto de esta división en la movilización o desmovilización de la izquierda no está a nuestro alcance. En todo caso, el mal ambiente entre las campañas de ambas candidaturas y la ausencia de desborde han sido evidentes para cualquier observador interesado, situándonos muy lejos de las dinámicas de 2015.
Pasado el 26-M, preocupan las secuelas que deja esta confrontación. El voto a MEP ha quedado sin representación, pero los sectores que han apoyado a Sánchez Mato tienen una relevancia política que no puede soslayarse. El errejonismo por su parte parece enfadado y a la ofensiva, planteándose dar el salto a nivel estatal.
Tal vez resulte útil invertir en un relato de conjunto que considere los aciertos y desaciertos de la gestión de Manuela Carmena sin idealizaciones románticas, separando sus éxitos de los que corresponden a su (a veces denostado por ella misma) equipo de gobierno. Consolidando una historia común (como lo fue el proyecto de Ahora Madrid) sobre la que puedan sentarse las bases de proyectos políticos que, a día de hoy, han quedado profundamente divididos.
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Fray Poll
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