Superar el duelo
Una fuerza política federal, un alma feminista y un proyecto de reforma del Estado Verde pueden ser lo pilares que quedan en pie para un nuevo amanecer
Alberto Tena 28/05/2019
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Creo que estamos viviendo un duelo. Muchas de las manifestaciones que estamos viendo(nos) de ira, cabreo, búsqueda de culpables es ese tratar de ponerle palabras al dolor, buscar un cierto orden mental para poder seguir viviendo al día siguiente. Creo que es este estado emocional el que decreta un cambio de ciclo que tenía la palabra “Podemos” en su centro. Supongo que en las eternas discusiones sobre sus intenciones originales habría que recordar porqué se usó esa palabra. Secretamente también todos iremos echando las cuentas de lo que han sido estos años de errores o aciertos y cambios de opinión. Supongo que esta experiencia colectiva no nos la quita nadie y que ninguno somos los mismos que en 2011. Como no soy nada más que esas historias aquí van mis palabras.
No creo que el problema haya sido que nos peleáramos entre nosotros. Siempre lo hemos hecho y los momentos de grandeza de estos años no han tenido nunca que ver con dejar de pelearse. Podemos fue lo que permitió que se juntaran un montón de cosas diferentes, no fue nunca al revés. Por mucho que parezca razonable porque nos duele vernos así se trata de eso que llaman un sesgo cognitivo. Como si el problema fueran repentinos cambios antropológicos de los grupos de militantes. Lo mismo sucedió exactamente con el 15-M. Dejar de pelearse ha sido más bien una consecuencia de otras cosas. Esas cosas que habrían pasado si Madrid y Barcelona se hubieran mantenido sostenidas por la conciencia militante de lo frágil de esa victoria hace 4 años. Una especie de rendición al goce de proyectarse más allá de uno mismo. Todos tenemos muy claro lo que es perder pero nunca lo que es ganar. En ese escapar de lo primero y la multiplicidad de sentidos de lo segundo es donde se dan las cosas grandes. Creo que hay algo de lo que permite el sentido común también ahí. El poder simbólico de la despedida entre Ada Colau y Manuela Carmena diciéndose que se querían y se admiraban, puede ser una imagen solidificada para cualquier cosa que pueda proyectarse en el futuro desde esta derrota.
Podemos se cierra como ciclo no cuando desaparece, si no cuando ocupa simbólicamente el lugar de IU y el PSOE es otra vez el centro. Podemos era una hipótesis de repensar el tablero y el eje en el que basculaba, y luego un partido. No al revés. A cambio nos quedan una serie de fuerzas alternativas que han construido su identidad en términos territoriales. Con organizaciones propias pero que son capaces de identificarse bajo un mismo paraguas y que salen de este ciclo cuanto menos enteras y con un espacio propio. Adelante Andalucía, Compromís y sobre todo la novedad en estas elecciones: en la Comunidad de Madrid tenemos una fuerza que es madrileña y no estatal que ha sido capaz de revertir la tendencia a la baja del espacio en la región desde 2015. Además, con un detalle clave viendo lo que sucede en Europa: con un programa que es netamente el de un partido Verde.
Lo de que en Madrid no nos identifiquemos directamente con España es una condición sine qua non para cualquier proyecto que pueda llamarse de alguna manera federalista en el futuro. Este movimiento rompe y expresa toda una serie de contradicciones en la construcción de nuestro relato nacional que bien tratados pueden ser una oportunidad. La crisis territorial va a seguir ahí mañana. Una fuerza política federal (de verdad) construida de fuera hacia adentro, un alma feminista (que no solo femenina) que nos han dejado en herencia Ada y Carmena y un proyecto de reforma del Estado Verde pueden ser lo pilares que quedan en pie para un nuevo amanecer.
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