El pecado de ser mujer y aficionada al fútbol en Irán
La FIFA exige medidas concretas a las autoridades del país para que aseguren el acceso de las mujeres a los estadios de fútbol, prohibido desde la revolución islámica
Ricardo Uribarri 26/06/2019
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Mujeres aficionadas de Irán en la final de la Champions asiática, uno de los pocos partidos a los que se les permitió acudir.
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El estadio más importante de Irán, donde suelen jugar la selección nacional de fútbol y dos de los equipos más populares, el Esteghlal y el Persépolis, se llama Azadí, que significa “libertad”. Una paradoja teniendo en cuenta que la mitad de la población, las mujeres, tienen prohibido su acceso a él y a cualquier otro recinto del país donde se juegue un partido, una situación que, pese a excepciones esporádicas, se repite desde octubre de 1981, dos años después de la revolución islámica. Los intentos de las autoridades más moderadas por modificar esta circunstancia se han encontrado con la oposición de los sectores conservadores, como el que representa el fiscal general, Mohammad Jafar Montazeri, que asegura “que una mujer acuda al estadio y se encuentre con jugadores medio desnudos con ropas de deporte lleva al pecado”. Son muchas las voces que reclaman a la FIFA que tome medidas.
El último episodio de esta problemática tuvo lugar el pasado 6 de junio, cuando se impidió a las mujeres la entrada al partido amistoso entre Irán y Siria y varias de ellas fueron detenidas durante unas horas. Un hecho que ha provocado que el presidente del máximo organismo del fútbol mundial, el suizo Gianni Infantino, haya mandado una carta al presidente de la Asociación Iraní de Fútbol, Mehdi Tadji, en la que le pide que le informe antes del 15 de julio sobre las medidas concretas que pretenden emprender para garantizar que todas las mujeres, iraníes o extranjeras (estas si pueden entrar en los estadios), puedan asistir a los partidos de clasificación para la Copa del Mundo de 2022 que empiezan en septiembre. En la misiva, Infantino añade que “esto no va en línea con los compromisos adquiridos en marzo de 2018 por el presidente Hasan Rohani, en los que nos aseguró que se realizarían rápidamente progresos importantes en este tema”.
El dirigente de la FIFA hace referencia a la promesa que le hizo el dirigente iraní después de ser testigo directo en aquella ocasión, durante la disputa de un encuentro local, de como 35 mujeres fueron detenidas cuando intentaron entrar al estadio. La repercusión que tuvo aquel hecho, que ya se había repetido anteriormente, hizo que se abriera algo la mano y que las mujeres tuvieran la oportunidad de entrar en el Azadí para ver en una pantalla gigante el duelo entre España e Irán del pasado Mundial de Rusia, que un centenar pudiera presenciar el amistoso entre Irán y Bolivia en el pasado mes de octubre, y que 850 aficionadas accedieran al campo para ver la final de la Champions asiática entre el Persépolis y el Kashima japonés en noviembre. Pero esa tímida apertura parece haber sido un espejismo ante la presión de los más conservadores, que opinan que los estadios no son espacios adecuados para ellas por las palabras obscenas de los hombres y la atmósfera que se crea.
En su artículo 4 de su Política sobre Derechos Humanos, la FIFA prohíbe la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por cuestión de raza, sexo, color de piel, origen étnico, discapacidad, lengua o cualquier otra razón. Debido a la situación que se da en Irán, el Consejo Asesor sobre Derechos Humanos de la FIFA hizo un informe en el que asegura que el organismo futbolístico “debería ser explícito al dar a la Asociación Iraní de Fútbol una agenda para que cumplan con el reglamento y advertir sobre sanciones previstas en caso de que no lo hagan”. También reclama una actitud más decidida de la FIFA el grupo “Open Stadiums”, un movimiento de mujeres iraníes que buscan acabar con esta discriminación. Han denunciado que en un partido del Mundial femenino que se está disputando en Francia, dos aficionados fueron sacados del estadio por la seguridad local por llevar una camiseta que decía “dejen que las mujeres iraníes entren a los estadios”. La FIFA ha reconocido que fue una decisión errónea y se ha comprometido a que no vuelva a suceder. En la plataforma Change.org se inició una campaña bajo el slogan #NoBan4Women para solicitar a Infantino que use la fuerza de la FIFA para impedir que Irán siga manteniendo esta prohibición. La petición lleva casi 240.000 firmas de apoyo.
Ya en 2006, el director de cine Jafar Panahi, reflejó este problema en la película Offside (Fuera de juego), que cuenta cómo un grupo de chicas se disfrazan de hombres, usando barbas y bigotes postizos, para poder entrar a ver el partido de Irán contra Bahrein de clasificación para el Mundial de Alemania. Una situación real, como demostraron las cinco aficionadas que lograron entrar al Azadí en febrero de 2017, o la activista Zeinab Sahafi, en una acción coordinada con la fotógrafa iraní Forough Alaei, ganadora del premio World Press Photo 2019 por reflejar esta problemática, o la joven Hanieh, que colgó en Instagram una foto demostrando que estaba dentro del estadio para ver el partido entre el Persépolis y el Rahahan, en el que se jugaban la Liga, una iniciativa que le costó varias amenazas de muerte: “Hay que detener a esta chica que no respeta las normas, ponerla en una jaula y quemarla ante el mismo estadio para dar una lección a todas las mujeres amantes del fútbol, no sólo en Irán sino en todo el mundo” le llegaron a decir en un mensaje en las redes sociales.
Estos actos pueden tener consecuencias legales para las mujeres si son descubiertas y detenidas. Ese fue el caso de Ghoncheh Ghavami, que fue detenida junto a otras mujeres en junio de 2014 por intentar acceder a un pabellón para ver un partido de voleibol masculino. Después de unas horas quedó en libertad gracias a pagar una fianza, pero días más tarde fue de nuevo arrestada cuando acudió a comisaría a recoger sus pertenencias y llevada a prisión. Las autoridades negaron que su detención estuviera relacionada con el deporte y la argumentaron en que había realizado propaganda contra el régimen. Estuvo 100 días recluida en detención solitaria, lo que le llevó a realizar una huelga de hambre. Fue condenada a un año de cárcel y a dos años sin poder salir del país. Su caso provocó protestas internacionales y en noviembre fue puesta en libertad tras abonar 30.000 dólares de fianza.
Poco después, la Federación Internacional de Voleibol le retiró a Irán la organización del Mundial sub-19 en una decisión que se entendió como un castigo por lo sucedido con Ghavami. Ese tipo de respuesta es lo que muchos esperan de organizaciones como la FIFA en el caso de que las autoridades del país no modifiquen su actitud. Por cierto que en este mes de junio y después de cinco años de veto, las mujeres iraníes si han podido asistir a un partido de la Liga Mundial de Voleibol entre Irán y Canadá. Queda por ver qué pasará en los partidos de la liga local.
Los mulás (clérigos dirigentes) defienden su negativa a que las mujeres puedan entrar en los estadios porque es haram (prohibido para el Islam) que miren la parte desnuda de los hombres, pero eso es algo para lo que no les hace falta entrar en los recintos deportivos porque ya lo ven por televisión y con tomas más cercanas. Unas retransmisiones, que en algunas ocasiones, como en los Mundiales, se emiten con 10 segundos de retraso para censurar con recuadros negros las imágenes en primer plano de las aficionadas en las tribunas.
Irán se ha convertido en el único país del mundo que prohíbe a las mujeres entrar a los estadios (Arabia Saudí si lo permite aunque separadas de los hombres). El debate dentro del país existe, como demuestra que su propio presidente, Hasan Rohani, se preguntara en público hace un año si “¿impedir que las mujeres asistan a los espacios deportivos como espectadoras es favorable a la imagen del islam?” para afirmar a continuación que “dicen que las mujeres no deberían escuchar a los hinchas masculinos maldecir en los estadios de fútbol, ¿deben nuestras mujeres pagar por ello?”. Pero si las palabras no se convierten en hechos, debe ser el momento en que actúe la FIFA. “Si bien somos conscientes de los desafíos y las sensibilidades culturales, simplemente tenemos que seguir progresando aquí, no solo porque se lo debemos a las mujeres de todo el mundo, sino también porque tenemos la responsabilidad de hacerlo”, afirma Infantino en la carta que le ha enviado a la Asociación de Fútbol Iraní. En su mano tiene impedir que ver un partido de fútbol sea considerado un delito.
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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