Cómo hacer política. Comenzamos –comenzóm–. Empezamos –en pezón–.

La primera cosa que hay que saber si uno quiere hacer política es que, haciendo política, uno puede encontrarse a gente que piensa distinto –le conmoción-. Esto, que parecería un detalle sin más importancia, es fundamental y tendrá que tenerse muy en cuenta si uno no quiere llevarse grandes disgustos –le sofocón-. Si usted hace como que está solo en política –esos quienes sóm- y se dedica a hacer monólogos –le monologó-, no estará haciendo política, sino el tonto –le capulló-.

Una vez conocida la presencia de gente que piensa distinto, el siguiente paso es hablar con ellos –qué impresión–. Si usted se limita a mirarlos de lejos, no estará haciendo política, sino viendo un documental –de La Dós-. Identificado ya el que piensa distinto y sabiendo que la clave es hablar con él, hay que tener en cuenta el tema a tratar. Si se acerca a un rival político y le pregunta la hora –qué horas sóm–, no estará usted haciendo política, sino enterándose de cuánto falta para la merienda –le atracón–. Por el contrario, si usted se acerca a un rival político y le habla de un asunto de interés general –la legislación–, estará usted por el buen camino –qué alegrón–.

Siguiente paso –le continuación–. Cuando usted trate un tema político con alguien que piense distinto, ha de seguir escuchándole –qué locurón–. Aunque no esté de acuerdo con lo que la otra persona dice –pues vaya sindiós–. Así es. Aunque le sorprenda, hacer política consiste en escuchar opiniones con las que uno no está necesariamente de acuerdo –qué profesión–. Si usted, porque no le gusta lo que escucha, sale corriendo –le maratón–, no estará haciendo política, sino sufriendo una pataleta –le niñató–.

Teniendo claro que la clave para hacer política es sentarse a hablar con otros sin salir corriendo, es importante incorporar ahora el concepto de la negociación –qué jaleó–. La negociación consiste en ceder en lo que uno piensa hasta llegar a un punto de entendimiento con el otro –com sí como só–. Si usted, en lugar de ceder posiciones lo que pretende es arrasar, por ejemplo, metiendo en la cárcel –a la prisión– a su rival político –ese cabrón– no estará usted haciendo política sino repartiendo leñazos como un policía del montón –hostión tras hostión–. Esta actitud, no sólo no sería hacer política, sino que llevaría a la gente –le poblasión– a situaciones peligrosas y sin salida –le callejón–.

En resumen –recapitulasión–. Si usted quiere hacer política –o también si no– tiene que ser capaz de hablar con otros que piensen distinto sin salir corriendo o intentar meterlos en prisión –es de cajón–. De lo contrario, lo mejor es que usted se aparte –por melón– y deje que otros que sí sean capaces de hablar de forma civilizada –le sonará a ciencia ficción– se encarguen de los asuntos delicados –por el bien de tós–.