Análisis
¿Ideología, nacionalismo español o inmigración? Las claves del voto a la ultraderecha
El crecimiento de Vox se debe a una activación de la identidad nacional que tiene consecuencias tanto en el conflicto centro/periferia, como, en mayor medida, en el fenómeno inmigratorio
Mariano Torcal 20/11/2019
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El enorme crecimiento electoral de Vox resultó la mayor sorpresa de los resultados electorales del pasado 10 de noviembre. Este hecho ha despertado una enorme preocupación en foros públicos y de debate propiciando una discusión, en muchos casos más bien poco fundamentada, sobre qué factores han podido influir de manera más significativa en el apoyo que esta formación ha recibido. Frente a las opiniones versadas por “opinadores y/o tertulianos” poco documentados que se lanzan a afirmar que todo este apoyo depende de lo que está pasando en Cataluña, un conjunto de expertos, en cambio, defienden que la inmigración y su creciente politización en la arena política parece ser el asunto catalizador de dicho apoyo.
el efecto de la inmigración es sustancialmente mayor que el efecto de la percepción de la situación catalana. Sería por tanto absurdo pensar que el deseable diálogo político para la pacificación de conflicto catalán disminuya el voto a Vox
En este sentido, recientemente el profesor Sánchez-Cuenca presentaba un análisis en este mismo semanario en el que venía a mostrar que la clave para entender el respaldo a Vox está más en el sentimiento de identidad española que en el potencial efecto de la presencia de inmigrantes, al mismo tiempo que concedía una relativa escasa importancia a la ideología. Sin embargo, el trabajo presentando por este respetado colega no dejaba de ofrecer un problema básico: sus conclusiones estaban basadas en el análisis de la distribución de votos por provincias y su correspondencia con ciertos indicadores a nivel provincial. Esto, aunque no está exento de un cierto valor informativo, no proporciona información válida a la hora de mostrar qué factores individuales pueden estar favoreciendo el crecimiento electoral de dicho partido.
La limitada evidencia y el tono especulativo de algunas otras intervenciones en el debate sobre el crecimiento electoral de esta formación de extrema derecha se debe en gran medida a la escasa presencia de datos de encuestas que permitan esclarecer este asunto de manera concluyente y válida, algo ya señalado por el propio Sánchez-Cuenca. Afortunadamente y como parte de un proyecto sobre polarización política en España financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (proyecto número CSO2016-79772-P) y que yo mismo coordino, contamos con un estudio de encuesta de tipo panel realizada a 2.500 individuos con cuatro olas realizadas entre los meses de diciembre a junio de este año. Las dos últimas olas, además, correspondieron en el tiempo con las campañas electorales de las elecciones del 28 de abril y el 26 de mayo pasados.
Este tipo de datos permiten observar en detalle el peso de cada uno de estos factores a nivel individual, pero lo que es más importante, permiten apreciar cómo la variación de ciertas opiniones y preferencias en el tiempo pueden explicar el cambio en la probabilidad de votar a Vox. En este caso, además, el voto a Vox está medido por una escala de 0 a 10 que recoge la probabilidad de cada entrevistado de votar a este partido, generando una información más rica, aunque tal vez menos precisa, sobre la intención de voto. En otras palabras, estos datos nos permiten, bajo ciertos supuestos estadísticos, observar dinámicas de cambio que van a más allá de momentos concretos y extrapolarse en el tiempo. Este tipo de datos, bien tratados estadísticamente, permiten observar las dinámicas detrás del cambio electoral proveyendo una perspectiva de las áreas o asuntos que podrían incidir en el potencial crecimiento del voto a esta formación, y que va más allá de una fotografía estática.
Para empezar, y en una estimación más conservadora, he tratado de ver el efecto de la ideología y la identidad nacional en el aumento o disminución de la probabilidad de votar a Vox. Como puede apreciarse en el gráfico 1a, y contrariamente a lo argumentado por Sánchez-Cuenca, el peso de la ideología (medida en una escala entre 0 -izquierda– y 10 –derecha–) en la predicción del cambio en la probabilidad de votar por Vox es enorme y desde luego mucho mayor que el que se observa en una escala de 0 a 10 que mide el grado de identidad española (ver gráfico 1b). Como puede apreciarse, la probabilidad individual de optar por Vox aumenta en el tiempo casi dos puntos entre las posiciones 7 a 10 más a la derecha de la escala; mientras que la probabilidad de votar por esta formación política aumenta en tan sólo 0.4 puntos entre los individuos que declaran el mayor grado de identidad con España (posiciones 7 a 10). Esto muestra que existe una vertiente ideológica muy marcada tras el voto a Vox que trasciende la mera activación del discurso nacionalista español.
Ahora bien, aunque menor, el nada despreciable peso de la identidad nacional en el voto a Vox puede ser reflejo o propiciar dos tipos de conflictos que favorezcan el voto a esta formación. Por un lado está un conflicto de naturaleza nativista que sería responsable de sentimientos contra el colectivo de inmigrantes. Por el otro, un sentimiento de rechazo de otras identidades nacionales que entrarían en conflicto como consecuencia del “proceso catalán”. En este sentido se trataría de observar si dicho nacionalismo español promueve en mayor medida una reacción contra la inmigración o más bien contra la amenaza que supone los acontecimientos acaecidos en Cataluña. Para abordar esta cuestión, es importante hacerlo teniendo en cuenta el elemento grupal/identitario que hoy articula muchos de los procesos de polarización en las democracias contemporáneas. Es lo que han llamado los politólogos norteamericanos la polarización afectiva; es decir, aquella que se produce entre colectivos concretos de la sociedad que van más allá de mera polarización ideológica. Existen muchos instrumentos para medir la polarización afectiva, pero en este caso he optado por utilizar una batería que mide el grado de confianza en un conjunto de grupos sociales cuyo conflicto identitario podría estar tras el propiciado por la identidad nacional. El gráfico 2 muestra el coeficiente de regresión (y sus intervalos de confianza representados por las líneas horizontales a ambos lados de los puntos) de cada uno de los indicadores de confianza en una lista amplia de grupos sociales. Si dichos coeficientes aparecen a la izquierda de la línea vertical roja, significa que hay una relación negativa entre la evolución del grado de confianza en ese determinado grupo y el voto a Vox. Si aparece a la derecha, entonces, la relación es positiva. En caso de que la línea horizontal que representa los intervalos cruce la línea roja debe interpretarse que dicho coeficiente no es significativo, es decir, en términos prácticos se entiende que es igual a cero en el conjunto de la población española. Los resultados de este gráfico evidencian que la confianza negativa hacia los catalanes e inmigrantes son igualmente importantes a la hora de explicar el voto a Vox. En sentido inverso, la creciente confianza en los “madrileños” propicia el aumento en la probabilidad del voto a la organización ultraconservadora. Es curioso observar cómo la confianza en vascos y extranjeros en general carece de efecto alguno. En otras palabras, el crecimiento del voto a Vox se encuentra favorecido por el conflicto identitario nativista que se encamina en dos sentidos, el propiciado por el conflicto catalán y aquel que genera la politización de fenómeno inmigratorio.
Para abundar más en este último aspecto, he procedido a estimar un modelo con tres variables que miden el cambio en la apreciación individual de la situación respecto de Cataluña, la inmigración y el desempleo (como elemento de control). Como muestra el gráfico 3, cuanto más aumenta la percepción del deterioro de ambas situaciones, más aumenta la probabilidad de votar a Vox. Ahora bien, el efecto de la inmigración es sustancialmente mayor que el efecto de la percepción de la situación catalana. Sería por tanto absurdo pensar que el deseable diálogo político para la pacificación de conflicto catalán tenga el efecto de disminuir el voto a Vox. El crecimiento de la ultraderecha, además de responder a una creciente polarización ideológica, se debe a una activación de la identidad nacional que tiene consecuencias tanto en el eje del conflicto centro/periferia, como, en mayor medida, en un conflicto respecto del fenómeno inmigratorio.
Tras esta apreciación empírica, conviene destacar, que, como conocen bien los expertos en opinión pública, la evolución de muchas de las opiniones de los ciudadanos dependen fundamentalmente de los mensajes emitidos por los líderes políticos y los medios de comunicación. En este sentido, ambos tienen una responsabilidad manifiesta en cómo los ciudadanos perciben la situación política, su grado de deterioro o mejora, el grado de atribución de responsabilidades, y sobre la validez de las propuestas para sus potenciales soluciones. Esto me lleva a dos reflexiones importantes. La primera es la necesidad de abordar en el espacio público con rigor y claridad un proceso informativo y de diagnóstico rigurosos que ayuden a los ciudadanos a formar sus opiniones en ambos temas que vayan más allá de los intereses comerciales y partidistas de los responsables de hacer llegar la información a los ciudadanos. Dado que, por otro lado, además, dichas opiniones están propiciando el crecimiento electoral de una formación política ultra-conservadora que amenaza con romper los ejes fundamentales de nuestra convivencia y de nuestro sistema democrático. Un sistema que, pese sus evidentes defectos, nos ha proporcionado los años de mayor paz, libertad, y prosperidad de los que este país ha gozado en su historia. Segundo, me gustaría destacar la necesidad de apelar a la responsabilidad moral e histórica de la derecha democrática de este país para que trate de hacer frente a la retórica alarmista y salpicada de desinformación interesada sobre estos temas que dan pábulo a opiniones en el espacio público con posiciones extremas y poco fundadas en hechos concretos y claramente verificables sobre el proceso catalán y sobretodo, de la inmigración en España. Una vez hecho el diagnóstico, no podemos demorarnos ni un minuto en hacer frente a tales manipulaciones y desmontar los discursos que favorecen el odio y que propician el crecimiento electoral de sus hostigadores interesados.
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Mariano Torcal es catedrático en Ciencia Política en la Universitat Pompeu Fabra. Coordinador Nacional de la European Social Survey en España.
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