Ambición deportiva o lealtad al país: la disyuntiva iraní
El caso del judoca Saeid Mollaei es el último ejemplo de cómo afecta a los deportistas la prohibición de enfrentarse a representantes de Israel
Ricardo Uribarri 11/12/2019
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En 1960, uno de los mejores equipos que ha tenido la selección española de fútbol, en la que militaban jugadores como Di Stefano, Kubala y Luis Suárez, entre otros, vio truncado el sueño de ganar la primera edición de la Eurocopa porque Franco se negó a que se enfrentarán a la URSS en la eliminatoria de cuartos de final que se jugaba a ida y vuelta. Casi 60 años después, los problemas políticos entre países siguen perjudicando la carrera profesional y dañando la vida personal de algunos deportistas. Es lo que le ha pasado al judoka iraní Saeid Mollaei. El campeón del mundo en 2018 no pudo defender su corona en el presente año. Su propio país hizo todo lo posible para impedir que lo lograra.
Mollaei se presentó en Tokio el pasado mes de agosto siendo uno de los claros favoritos al triunfo en su categoría de menos de 81 kilos. Su medalla de bronce en la edición de 2017 y el triunfo logrado el pasado año así lo corroboraba. Pero en su camino hacia lo más alto del podio se iba a encontrar con un obstáculo mucho más difícil de superar que cualquier rival. La decisión de Irán de prohibir a sus deportistas enfrentarse con los representantes de Israel, país al que no reconoce. Una situación que muchos creyeron que se podía corregir cuando en mayo de este año, el Comité Olímpico Nacional iraní envió una carta a la Federación Internacional de Judo en la que anunciaba su voluntad de respetar plenamente la Carta Olímpica y su principio de no discriminación. Pero la realidad fue bien distinta.
Mollaei se presentó en Tokio siendo uno de los favoritos pero en su camino hacia lo más alto se iba a encontrar con la decisión de Irán de prohibir a sus deportistas enfrentarse con los representantes de Israel
Saeid fue avanzando rondas en el torneo y la posibilidad de tenerse que enfrentar al israelí Sagi Muki, que iba por la otra parte del cuadro de competición, crecía. Hasta el punto de que antes del combate de octavos de final que le tenía que medir al campeón olímpico, el ruso Khalmurzaev, el primer viceministro del deporte iraní, Mohammad Reza Davarzani, llamó al entrenador de Mollaei para decirle que su pupilo se tenía que retirar para evitar esa posible confrontación entre Irán e Israel, advirtiéndole de las consecuencias para el propio deportista y su familia en caso de desobedecer, según relata la propia Federación Internacional de Judo. El presidente de este organismo, Marius Vizar, se reunió con Saeid al conocer lo ocurrido y le hizo ver las dos opciones que tenía: acatar la orden y volver a su país o arriesgar todo y pelear por su libertad, prometiéndole que si elegía esta última, le protegería y le ayudaría en su deseo de participar el año que viene en los Juegos Olímpicos.
El judoca iraní decidió seguir en la competición, superando esa ronda y una más, llegando a semifinales, donde le tocaba medirse al belga Matthias Case. Por su parte, Muki disputaba la otra semifinal. La posibilidad de que ambos se enfrentaran en la final era grande y las presiones fueron a más. Una delegación de la embajada iraní en Tokio se presentó en el pabellón y uno de sus miembros, con una acreditación prestada por uno de los entrenadores, se acercó al deportista en un área restringida para hacerle llegar mensajes amenazantes. Pero la situación se volvió aún más tensa. Antes del combate, el entrenador de Mollaei recibió una videollamada de presidente del Comité Olímpico de Irán, Reza Salehi Amiri, que le hizo saber al deportista que la Seguridad Nacional estaba en casa de sus padres. Al mismo tiempo, varios amigos le mandaron mensajes en los que le avisaban de que había personas que le reclamaban a su padre que pidiera a Saeid que se retirara para evitar problemas.
Bajo esa presión, Mollaei salió a disputar la semifinal pero perdió. Y también cayó en el combate por la medalla de bronce, evitando así tener que estar en el mismo podio con Muki, que terminó proclamándose campeón. Si finalmente le entró el miedo y no quiso forzar más la situación o simplemente pagó el competir en unas condiciones anímicas y de concentración totalmente adversas sólo lo sabe él. Lo cierto es que siguió en el campeonato, haciendo caso omiso a las órdenes que le habían dado. Una decisión, la de anteponer su carrera a las normas de su país, que le va a suponer un caro peaje personal. Saeid decidió no regresar a Irán, a pesar de que eso pueda suponer que no vuelva a ver a su familia, por miedo a las posibles represalias, a pesar de que el presidente del Comité Olímpico iraní anunció que no habría consecuencias negativas para él y sus familiares si lo hacía.
el joven ajedrecista Borna Derakhshani, de apenas 15 años, fue vetado para representar a Irán por jugar una partida con el israelí Alexander Huzman. Borna juega y vive ahora en Inglaterra
Esta situación ha provocado que la Federación Internacional de Judo haya decidido suspender la participación de los judocas iraníes en cualquiera de las modalidades en competiciones a nivel internacional, lo que impediría su presencia en los próximos Juegos Olímpicos, hasta que la Federación de Judo de Irán “brinde fuertes garantías y demuestre que respetarán los estatutos de la FIJ y acepten que sus atletas luchen contra los israelíes”. Una sanción que no parece que vaya a provocar cambios en la política de las autoridades del país. El presidente de la Federación Iraní de Judo, Arash Miresmaeli, ha anunciado que la “seguirán firmes en su defensa de los principios del sistema de la República Islámica por más que pretendan intimidarnos con sanciones y restricciones”. Miresmaeli, que durante su carrera deportiva se negó a enfrentarse a un competidor israelí en los Juegos Olímpicos de 2004, arremetió además contra la postura de Mollaei, de quién dijo que “es muy lamentable que un deportista anteponga sus ambiciones de colgarse medallas y participar en competiciones internacionales a las posturas oficiales de su país, cuyas autoridades pusieron a su disposición todos los medios para que fuera un profesional en la disciplina de judo”.
Una vez finalizado el Mundial, Mollaei se desplazó a Alemania, país que le otorgó el estatus de refugiado reconocido. Hace unos días se ha sabido que finalmente va a volver a competir bajo la bandera de Mongolia al concederle ese país la ciudadanía, una condición que estrena en estos días en el torneo que se celebra en la ciudad china de Qingdao, después de que en una competición celebrada en noviembre en Osaka lo hiciera en el equipo de refugiados de la Federación Internacional. Ahora debe lograr la clasificación para los Juegos Olímpicos logrando los resultados necesarios en futuros torneos. Y uno de ellos, parece ser que será el Gran Premio de Tel Aviv, en Israel, que se celebra en enero.
El caso de Saeid Mollaei sigue la estela de otros deportistas iraníes que se vieron en su misma situación límite en el pasado. Como el luchador Alireza Karimi, que en el Mundial sub23 de hace dos años se dejó ganar para no encontrarse con un rival israelí en la siguiente ronda. La Federación Internacional le puso una sanción de seis meses pero en Irán le rindieron homenaje. O como el joven ajedrecista Borna Derakhshani, de apenas 15 años, que fue vetado para representar a Irán por jugar una partida con el israelí Alexander Huzman. Borna juega y vive ahora en Inglaterra. O el del también judoca Mohammad Rashnonezhad, que compite actualmente con el equipo de refugiados de la Federación Internacional después de que en 2017 decidiera huir a Países Bajos. Saeid y él pueden encontrarse ahora en el torneo de Tel Aviv.
Respetar las normas de tu país y ser elogiado a costa de renunciar a tus sueños deportivos. O hacer sacrificios personales a cambio de poder hacer lo que quieres. A esa difícil disyuntiva se ven abocados los deportistas de países como Irán por motivos políticos. Cuando Mollaei volvió a competir hace unas semanas en Osaka, el israelí Muki le escribió un mensaje en sus redes sociales: “Me gustaría felicitar a Saeid. Esto es el triunfo del deporte sobre la política”. Una victoria, en cualquier caso, con sabor amargo y con un coste muy alto.
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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