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Se ha hablado mucho, y se seguirá hablando, de las distintas fases por las que ha pasado Pedro Sánchez desde que fuera elegido secretario general del PSOE en julio de 2014. Desde entonces, han transcurrido cinco años y medio, un período en el que el líder socialista ha atravesado a toda velocidad la pubertad y adolescencia política hasta consagrarse como presidente del Gobierno; un tiempo, en definitiva, en el que hemos sido testigos de la construcción de Pedro Sánchez.
Aún pasará algún tiempo hasta que sepamos en qué medida dicha construcción responde únicamente al propio Sánchez y, hasta qué punto, los factores políticos y meramente circunstanciales han ido interviniendo para dar forma a quien hoy se erige –con independencia ideológica– como la figura más interesante del panorama político español. “Aún peor que estar en la oposición es estar en la irrelevancia”, le decía Adriana Lastra a Inés Arrimadas hace pocos días, durante la sesión de investidura. Tenía razón. La presencia de Arrimadas en el Congreso, como la de buena parte de políticos que hoy ocupan sus escaños, responde únicamente a factores temporales de la vida política que, antes o después, se transformarán en otros diferentes.
La presencia de Sánchez, sin embargo, responde algo mucho más intrínseco: la épica. Véase desde el punto de vista de la poesía heroica, o bien desde la idea de algo grandioso o fuera de lo común, la épica permite explicar por qué cada uno de los pasos del presidente del Gobierno han sido, en realidad, cruciales para llevarnos hasta donde estamos hoy. Un solo paso en falso y los versos se habrían desmoronado, provocando una quimera con la cara de Albert Rivera y el cuerpo de Susana Díaz.
Susana Díaz es, de hecho, una pieza clave en esta suerte de Odisea contemporánea. Con un PSOE en horas bajas que ya había concurrido con el novísimo Sánchez a las elecciones sin lograr grandes resultados –y que tenía enfrente a un Podemos mucho más fuerte que el actual–, la expulsión del candidato a manos del aparato del partido fue no solo un revulsivo para las bases, sino la única salvación posible para un PSOE condenado a muerte.
La vuelta a casa de Pedro/Ulises, que tuvo que enfrentarse a las máximas autoridades del PSOE y a sí mismo, se consumaría en 2017 tras vencer a Susana Díaz en primarias. La épica ligada a este episodio fue fundamental para reaupar a Sánchez. Los dioses le habían concedido una segunda oportunidad, y los mortales habían respondido jubilosos ante la lucha de poderes resuelta con un candidato victorioso y convertido en héroe.
En 2018, el héroe empieza a planear su venganza. La moción de censura a Mariano Rajoy le confiere la connivencia de un Congreso que lo coloca a cargo de la presidencia de España. Tras ello, comienza una descarnada guerra por el reino. Con unos presupuestos fallidos, el resentimiento de su partido, y los poderes fácticos acechando a cada momento, Pedro Sánchez planea una jugada maestra: asestar un golpe mortal a su principal escollo y despejar así el camino hacia la gobernabilidad a la que él aspira.
Ciudadanos se estrella. Rivera abandona la política. Sánchez mantiene el resultado. Y, como en La Odisea, el héroe se presenta ante su esposa, quien, aunque a priori no le reconoce, acaba pactando con él
Albert Rivera, quien un día fuera su –fallido– aliado político, le ha vuelto la espalda. Aún con todo, Sánchez sabe que la fuerza del Estado le empuja hacia él. “¡Con Rivera no!”, le gritan quienes tiempo atrás le devolvieran a la secretaría general del PSOE. Él les toma la palabra. En pleno fulgor de la extrema derecha, convoca nuevas elecciones. El oráculo mediático habla de revalidarse. El plan, en realidad, es otro bien distinto.
Ciudadanos se estrella. Rivera abandona la política. Sánchez mantiene el resultado. Y, como en La Odisea, el héroe se presenta ante su esposa, quien, aunque a priori no le reconoce, acaba pactando con él un acuerdo de gobierno en cuarenta y ocho horas. Homero cierra su poema épico con la aparición de la diosa Atenea, que detiene la lucha entre iguales y les anima a sellar un pacto de paz.
Es incierto si Sánchez estará a la altura de los héroes griegos. Sin embargo, en tiempos tan convulsos para la política, la narrativa en torno a un líder político resulta tranquilizadora. Permite al espectador relajarse y disfrutar del viaje sin ataduras. Al final, no se trata de nada más que ficción.
Se ha hablado mucho, y se seguirá hablando, de las distintas fases por las que ha pasado Pedro Sánchez desde que fuera elegido secretario general del PSOE en julio de 2014. Desde entonces, han transcurrido cinco años y medio, un período en el que el líder socialista ha atravesado a toda velocidad la pubertad y...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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