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Con la pisada fuerte volvíamos los que no vivimos in situ la victoria champions del martes contra el intratable Liverpool, ya saben, campeón de Europa. Pagamos el martes sin rechistar nuestras abultadas cuentas en un bar de buen fario –allí no hemos visto perder al Aleti–, y seguíamos desde entonces gozando como marranos, que diría Cuerda, y riéndonos por lo bajinis. Cuando va el comandante Morales y deja a Courtois con el disfraz de momia puesto. ¡Viva el carnaval! Derrota blanca, palanca mayor para alimentar nuestros sueños de fin de semana.
¡Al fútbol, ladies and gentlemen, que juega el Aleti en casa! Como el invitado es el Villarreal, alias submarino amarillo, me pongo Yellow submarine, canción estupenda como tantas de los otros famosos muchachos de Liverpool antes de salir de casa. No me parece tan buena. Eleanor Rigby era la cara B del sencillo aquel y muchos la preferimos, como quien prefiere al Levante entre los equipos de la Comunitat Valenciana, cuestión de gustos.
Domingo y nueve de la noche: nos filtran que el ciudadano nipón de la anterior crónica ha decidido no sacar a mear al perro y se queda en casa a ver al Aleti, el partido completo, no crean. Chie, sabiduría en japonés.
Victoria perruna. Nos conformamos con eso, decimos a Chus Visor, a quien encontramos debajo de la banderona rojiblanca. Él firma un empate, nos dice a la entrada mientras espera a Almudena. “Me grabo todos los partidos del Madrid y luego los veo solo… Sólo cuando pierde”. Inolvidable.
Homenaje a Rubén “Ratón” Ayala antes del comienzo. En aquella España de los últimos fusilamientos, el Atleti fichó a un argentino loco, melenudo y anarcoide, veloz y valiente. Uno de los nuestros, marcó más de 50 goles. Se recuerda que algunos defensas tras ser superados por el ratón le tiraban del pelo como último recurso defensivo para regocijo de los seguidores rivales, que le recomendaban pasar por la barbería y luego le recordaban a su madre.
Apenas rastro del primer cuarto de hora cuando en un ataque al trote de los amarillos la bola cae cerca de Alcácer que con un derechazo tremendo desde fuera del área adelanta a los visitantes. “Este es un delantero polvorón”, dice uno, y como nadie parece entender la ironía, aclara: “Tiene mucha pólvora”. En el plantel no, pero en la grada hay fichajes de invierno que nos van a dar mucho juego.
Cercanos a la media hora, Koke toma definitivamente el mando. Il capitano centra y centra perfecto pero los de arriba no ven puerta. Asenjo lo evita al menos en dos ocasiones claras. Poco importa, no hay lugar al desaliento y en el minuto 40, Correa de la guarda, el angelito de las cuatro esquinitas, se adelanta a todos y marca su octavo gol de la temporada. A estas alturas quien no haya entendido que el 10 colchonero ha sido el hombre que ha mantenido a flote el barco pirata en semanas de tormenta es que no tiene ni remota idea de fútbol ni de navegación. La prensa, esa que se recomienda no consumir, todavía no parece haber descubierto el talentazo de este pelotero superlativo. Poco más que añadir. Ángel se merece el diez que luce en la camiseta. El 10 del Atleti es suyo hasta nueva orden.
Empatito al descanso sin bocata, ni hambre, ni cambios.
Morata remata flojo un buen ataque y al poco Correa parece ser derribado en el área. ¿Penalti? Vamos hombre, si todavía respira. Responde un fabuloso Cazorla, un jugadorazo el asturiano, con mucho el mejor de los visitantes, su centro envenenado lo remata Alberto Moreno, ex del Liverpool. ¿Estamos de coña? El sevillano se encontró con un señor muy serio que se llama Oblak. ¡Largo de aquí!, pareció decirle el arquero, que aquí manda Jorge Resurrección. Así lo demostró cuando marcó el segundo gol, con un cabezazo del chico del brazalete que llega al remate en el área chica después de haber recorrido al sprint 40 metros y asombrar con una definición de ariete puro. ¿Ustedes no lo celebraron? El Metropolitano explotó jubiloso con el torpedo que parecía hundir al submarino. El jugadón lo empezó Joao Felix con una apertura exquisita a Trippier, que se la dio a Correa para que templara con la derecha. Fue precisamente el menino quien terminó de cerrar el match con un gol con rebotillos que ya había anunciado el nuevo fichaje de la grada cuando el portugués saltó al campo en el 55 sustituyendo a Vitolo. “Mowgli va a sentenciar.” ¿Mowgli? Sí, el del Libro de la selva. ¡Coño, si es igualito! La risa corrió como la pólvora por nuestro sector, descaradamente gozoso por ver marcar al luso un gol en casa cinco meses después. Achuchó algo el Villareal pero sin excesivo peligro. En el banquillo, el Mono Burgos, a los mandos por que Simeone cumplía sanción (¡otra!) no parecía demasiado preocupado.
El orfeón de San Blas que casi llenó las tribunas nuevamente afinó las cuerdas hasta el final. No había más remedio que cantar.
¡Qué partidazo! ¡Hemos vuelto! La desmesura entusiasta y la búsqueda de latas frías suele acompañar a los fieles al abandonar nuestro estadio mientras enfilamos hacia el metro, autocar o bus o bien hacia alguna barra abierta cerca ya de la medianoche.
Esperemos que Chus Visor haya grabado también este partido.
¡Qué duro es volver a la irrealidad!, que dijo el otro.
Con la pisada fuerte volvíamos los que no vivimos in situ la victoria champions del martes contra el intratable Liverpool, ya saben, campeón de Europa. Pagamos el martes sin rechistar nuestras abultadas cuentas en un bar de buen fario –allí no hemos visto perder al Aleti–, y seguíamos desde entonces...
Autor >
Luis Mengs
Luis Mengs es realizador. Algunos de sus trabajos se han proyectado en museos como el Thyssen-Bornemisza de Madrid, Bellas Artes de Bilbao, Fundación Telefónica, Reina Sofía, Nagasaki Prefectural Art Museum, Public Library de Nueva York y el Palacio de Carlos V en Granada. Desde 2015 dirige con mano de hierro una empresa de un solo empleado.
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