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Cuando Bertold Brecht dijo que “Tristes son los tiempos en los que hay que luchar por cosas evidentes” seguro que no pensaba en los partidos entre el Atleti y el Sevilla F.C. porque cada año se repite la historia. Suele ser un encuentro trascendental para la clasificación final en la tabla y alcanzar uno de los dos puestos Champions, que los otros dos tienen dueño antes de la primera jornada en agosto. Este año con un rocoso Getafe y una efervescente Real Sociedad peleando por colarse entre los elegidos, con el Valencia que tampoco se descuelga el asunto parece más difícil todavía. Y al fondo, Anfield y la vuelta contra los Reds de Mersey. El talibanismo colchonero seguro que no iba a fallar, por encima de las 60 mil animosas almas acudieron a vivirlo en el estadio en una estupenda tarde de primavera. Visto lo visto igual hubiera convenido irse de excursión a la sierra a disfrutar de la primera floración, por ejemplo, porque el partido, a pesar de los cuatro goles, fue un de un sopor monumental. Los archiconocidos entrenadores de ambos conjuntos, con fichas astronómicas y reconocido prestigio (uno más que otro), tienen una ineludible cuota de responsabilidad. Fútbol raquítico, juego esmirriado el que atizaron a los presentes los conjuntos sevillano y madrileño. A la hora del café se sumaron al desdichado plan los señores Hernández Hernández y su colega de VAR, sobra el chistecito, Pablo González quienes convirtieron el partido, tras dos acciones bastante raras, en una suerte de espera en la consulta del proctólogo. Se señalaron dos penaltis, uno por bando, hasta aquí todo normal. Lo que no lo parece tanto es perder 10 minutos, si diez, en tomar la decisión. Y vaya usted a saber si después de todo, fueron acertadas. En las tribunas la impresión mayoritaria era que no.
Aparte de la temperatura ambiente hubo otras dos buenas noticias, aquí también una por cada bando. Del rojiblanco la prestancia y el buen gusto de Joao Félix con y sin balón en el mejor partido del menino ante su afición, y por los de Nervión la alargada sombra de un tipo grande y canchero que juega al fútbol cojonudamente y que amargó a la retaguardia local cada vez que entraba, y mucho, en contacto con el cuero. Lucas Ocampos le dicen, 11 goles lleva el pibe en lo que va de temporada, su primera en España. Un centrocampista gigantesco.
Simeone tuvo la ideíca de colocar a Hermoso de lateral izquierdo en lugar de Lodi, parece que lesionado a última hora, y a los quince minutos ya se vio que aquello no funcionaría; Navas se cuela por ese costado, Suso toca de primeras hacia De Jong, Savic se hace un lío y el holandés solo fusila a Oblak. Diez minutos después, en un barullo en el área andaluza, un antebrazo por aquí una caída de Joao por allá, 6 minutillos de espera y balón a los 11 metros. Morata ajustó al palo izquierdo el remate. En el 35, con la afición animando a grito pelado, Koke roba un balón (lo de siempre, mi capitán) en centro del campo, lo conduce hasta el área contraria, cede a Joao y golito tras rebote en un defensa.
La alegría duró poco, en la jugada siguiente Reguilón remata de cabeza a bocajarro, Oblak obra el milagro sobre la línea, la jugada continúa y tras un choque en el pico del área el señor colegiado vuelve a dudar, y a dudar, y a dudar para terminar señalando penal. Lo patea Ocampos y tablas al descanso.
El fútbol es orden y aventura, que lo dijo Menotti y la palabra del Flaco es cosa seria. Pues bien nada de eso disfrutamos en la segunda mitad, un Atleti sin ideas contra un equipo con cinco y hasta seis defensas en línea. La pelota era un objeto extraño para todos. El portero del Sevilla perdió todo el tiempo que le dio la gana y nosotros, pobres espectadores, nos fuimos de allí con la misma sensación. Hemos perdido el tiempo. Y dos puntos que pueden ser importantes al final de la liga. Veremos. Abandonando el estadio sonaban las sirenas de los bomberos y los camiones rojos rugían. En un edificio cercano crecía una columna de humo. Raúl, amigo debutante en el Metropolitano, dijo con sorna “ese es uno que se ha quemado a lo bonzo”.
Bueno, no sería para tanto.
Cuando Bertold Brecht dijo que “Tristes son los tiempos en los que hay que luchar por cosas evidentes” seguro que no pensaba en los partidos entre el Atleti y el Sevilla F.C. porque cada año se repite la historia. Suele ser un encuentro trascendental para la clasificación final en la tabla y alcanzar...
Autor >
Luis Mengs
Luis Mengs es realizador. Algunos de sus trabajos se han proyectado en museos como el Thyssen-Bornemisza de Madrid, Bellas Artes de Bilbao, Fundación Telefónica, Reina Sofía, Nagasaki Prefectural Art Museum, Public Library de Nueva York y el Palacio de Carlos V en Granada. Desde 2015 dirige con mano de hierro una empresa de un solo empleado.
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