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Al tender la ropa el viento le da forma. Por un instante, el viento la viste, y la ropa vive biografías y movimientos que nunca había previsto. En ocasiones, al tender la ropa de alguien al que amas, el viento la puebla, y la llena con el mismo volumen y los mismos gestos que cuando la lleva la persona amada. No puedes dejar de pensar, entonces, que somos viento. En todo caso, he empezado a escribir estas líneas simplemente para constatar que la ropa tendida la desgasta, más que su uso previsto, el viento y el tiempo y la luz. Como en las biografías. Quizás la luz sea el factor más determinante. En las pinturas antiguas aparece, para simbolizar la vida, un árbol cuyo tronco es roído por un ratón blanco, que es el día, y otro negro, que es la noche. Eso adquiere su sentido más certero si pensamos que la luz del sol y de la luna son las que acaban con todo. Las banderas de la tierra, incluso las más sangrientas, no pueden soportar la luz sin morir al cabo. Pero eso es especialmente más severo con las banderas de fuera de nuestro planeta, expuestas a unos rayos ultravioletas aún menos matizados. Nadie lo sabe o lo imagina, pero la bandera que clavaron en la Luna los primeros astronautas que la pisaron, la única de la que tenemos constancia fuera de nuestra atmósfera, ahora, en este preciso instante, ha sido derrotada por la luz más oscura, de manera que es completamente blanca.
Desapareceremos. Y quedará, en la Luna, nuestro testimonio más resistente y conservado. Carecerá de sentido, pero, como la ropa tendida, será modulado por una suerte de viento: la imaginación de quién lo contemple. Quienes miren nuestros despojos verán las huellas de unos hombres alegres y saltarines. Y una bandera sin color alguno. Y sabrán que se produjo una expedición alegre para llevar a otro suelo tan solo una bandera blanca. Mientras la luz les devora sin ellos saberlo, creerán que fuimos magníficos.
Al tender la ropa el viento le da forma. Por un instante, el viento la viste, y la ropa vive biografías y movimientos que nunca había previsto. En ocasiones, al tender la ropa de alguien al que amas, el viento la puebla, y la llena con el mismo volumen y los mismos gestos que cuando la lleva la persona amada. No...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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