Tecetipo
Nueva normalidad y trampas al solitario
Si no llega a entender los criterios que se usan en la gestión de este mundo post pandemia, pruebe a recordar aquella expresión del mítico Rodrigo Rato: “Es el mercado, amigo”
Gerardo Tecé 2/07/2020
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Si hace tres meses el mundo vivía “la situación más grave desde la Segunda Guerra Mundial” y hoy estoy aquí, esperando un montadito de anchoas con queso viejo sentado en una terraza repleta de gente, o la comparación con la SGM era demasiado exagerada o la salida está siendo demasiado precipitada. Leo en el periódico los datos del virus en China, el país cuya contundencia en el control de la población aceptamos como modelo mundial de actuación por su eficiencia a pesar de ponernos los pelos de punta todo aquello del confinamiento militar, el rastreo de contagiados o las pruebas masivas por la calle. Qué tiempos aquellos. La noticia dice que Pekín vuelve a respirar aliviada. Parece que los 31 casos detectados la semana pasada, y que llevaron a la capital china a un nuevo confinamiento, se han convertido en un solo nuevo caso registrado. Vuelven a dar la situación por controlada. El mismo día en que esos 31 casos disparaban todas las alarmas en Pekín, Madrid registraba 32 nuevos episodios de positivos. Se detectaban, eso sí, con un ánimo muy diferente al de China. En este caso, con cierto alivio. Alivio porque, a pesar de los nuevos positivos, íbamos recuperando la normalidad, la alegría de las calles. Hablando de alegría: este viernes 3 de julio al fin abren las discotecas en Madrid. Había ciertas reticencias en aquello de juntar a gente bebida en espacios sin ventilación, con el virus circulando aún por una de las capitales más afectadas del mundo, pero un par de telefonazos de empresarios del sector de la noche parecen haber convencido a Díaz Ayuso. Si ella, al mando de la situación, no ve problema, no creo que haya que preocuparse.
En Andalucía nos situamos estos días de verano a la cabeza en la competición de los rebrotes. Esa especie de torneo veraniego que no acapara tantas portadas y prestigio como la Champions vírica de otoño-primavera, pero que, oye, también tiene su público. La mayoría de los casos registrados por aquí hasta el momento tienen que ver con la exclusión y la pobreza: centros de acogida, pateras, temporeros… Todos esos a los que una Segunda Guerra Mundial como esta les pasa tangencialmente por sus vidas porque siguen luchando en la Primera Guerra: la de comer. Con Andalucía a la cabeza en rebrotes, todo el sector turístico, pan de esta tierra, cruza los dedos para que el guiri llegue en masa. En Mallorca, durante aquella prueba piloto consistente en que miles de alemanes llegaran a la isla –exótico experimento–, los trabajadores de los hoteles los recibieron con aplausos. Más cariño y facilidades no les podemos poner. A día de hoy, el Gobierno español no sólo descarta la cuarentena para los turistas –en Italia, por algún tipo de trauma reciente, han decidido imponerla–, sino que también descarta la realización de test masivos a su llegada. Han venido a disfrutar, no a sufrir molestias. La política con los turistas que llegan en avión choca con la aplicada a quienes llegan en pateras a las costas andaluzas: estos últimos sí son sometidos a estricto control. La peor situación vivida desde la Segunda Guerra Mundial es rarísima.
El camarero me trae el montadito –ha tardado un buen rato porque aquí hay más gente que en la guerra– y cuando le voy a meter diente suena el teléfono. Es mi tía, que llama desde el pueblo para saludar y ponerme al día: este verano no abrirá la piscina municipal. La España vaciada que se confinó obedientemente, simulando que el campo de encinas de detrás de la casa era la Gran Vía madrileña, no podrá darse un triste chapuzón este verano. La alcaldesa, una joven promesa del PSOE andaluz que apunta alto, no quiere tachones en su prometedor currículum, ni a su pueblo saliendo en el telediario por un brote en la alberca municipal que a ella le toca gestionar. Toca mojarse el culo con la manguera en el patio. Esta rarísima posguerra no responde en principio a unos criterios claros de prevención sanitaria. Los miles de vigilantes de las inmensas playas andaluzas contrastan con los pequeños bares llenos de gente; las piscinas de pueblo cerradas contrastan con los aeropuertos abiertos; la tensión mantenida en China porque el virus sigue ahí contrasta con nuestro relajo; el discurso bélico de hace unos pocos meses contrasta con esta nueva normalidad llena de florituras incomprensibles. Una nueva normalidad a la que le falta sinceridad en su discurso: lo que nos sana económicamente –hostelería y turismo– nos enferma sanitariamente y no tenemos más remedio que asumirlo. Si lo que va a hacer no da dinero, quédese en casa. Si lo da, bienvenido sea lo que usted vaya a hacer.
El discurso del mundo entero remando unido en la búsqueda de una solución al problema contrasta también con la realidad que nos encontramos hoy. Una gran farmacéutica, dueña de la patente del medicamento que mejor alivia los daños producidos por el virus, ya le ha puesto precio a la preciosa metáfora del mundo unido: dos mil euros por tratamiento. Inasumible por los países pobres, pero, atención a la novedad, inalcanzable de momento también para la rica Europa: EE.UU. ha acaparado la producción. Cuando llegue la vacuna, si llega, la película no será diferente. Si la nueva normalidad le confunde, si no llega a entender los criterios que se usan en este mundo ya concienciado en que todos somos interdependientes, pruebe a recordar aquella expresión con la que el mítico Rodrigo Rato explicaba el desfalco y hundimiento de todo un país: “Es el mercado, amigo”. Sin tener presente al gran Rodrigo, no podremos ni siquiera acercarnos a entender esta extraña realidad que es la era post confinamiento. Seguiremos jugando a hacernos trampas al solitario sin entender si estamos ganando o perdiendo.
Si hace tres meses el mundo vivía “la situación más grave desde la Segunda Guerra Mundial” y hoy estoy aquí, esperando un montadito de anchoas con queso viejo sentado en una terraza repleta de gente, o la comparación con la SGM era demasiado exagerada o la salida está siendo demasiado precipitada. Leo en el...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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