salto de altura
“En mi época, una mujer con chándal por la calle parecía de otro planeta”
Sagrario Aguado, la primera deportista que usó el método Fosbury para hacer salto de altura en España, batió el récord nacional 12 veces al aire libre y 14 en pista cubierta mientras trabajaba y estudiaba una carrera
Ricardo Uribarri 23/11/2020
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Hace algo más de cuatro años, el 21 de agosto de 2016, Ruth Beitia conseguía en los Juegos de Río uno de los éxitos más importantes en la historia del deporte español: la medalla de oro en salto de altura, la primera lograda por una atleta nacional en una cita olímpica. A 8.134 kilómetros de distancia, en Madrid, y ya en horario de madrugada, una mujer que entonces tenía 67 años daba saltos de alegría por un triunfo que sentía un poco suyo. “Yo le he dicho a Ruth en alguna ocasión, anda guapa, mira qué suerte has tenido, porque la que empezó a saltar así fui yo, te lo puse en bandeja”. Más allá de la broma, una de las primeras piedras para que el atletismo femenino empezara a desarrollarse en nuestro país, y más concretamente el salto de altura, la puso la autora de esas palabras, Sagrario Aguado, una de esas pioneras de nuestro deporte que deben descubrir las generaciones más jóvenes.
En una época, a mediados de la década de los 60, en la que “una mujer con chándal por la calle parecía que era de otro planeta y la tildaban de cualquier cosa menos de femenina”, Aguado reconoce a CTXT que fue una afortunada porque su familia la apoyó y “nunca tuve ningún problema por hacer deporte. De pequeña me gustaba mucho y con 16 años, aprovechando que hubo una universiada, fui a hacer unas pruebas y empecé a entrenar en el colegio mayor La Almudena. En mi casa lo único que me dijeron era que estudiara y que luego podía hacer lo que quisiera. Mi padre falleció el primer año que yo hice atletismo y fue curioso porque después descubrí que tenía guardado algún recorte de periódico en el que hablaban de mí. Así que nunca le importó que practicara deporte, pero sí me dejó claro que lo primero era estudiar porque el día de mañana iba a vivir de mi trabajo, no del deporte y menos en esa época”.
Hasta 1963 el atletismo estuvo prohibido para la mujer por el régimen franquista con el argumento de que las masculinizaba
En sus inicios deportivos, no sólo se dedicó al atletismo. También practicó baloncesto. donde llegó a jugar en Primera Nacional con el Medina Almudena. “Me llevó Anselmo López (presidente de la Federación Española entre 1966 y 1971 e impulsor del minibasket) porque saltaba mucho y cogía muchos rebotes. Hubo un tiempo que compatibilicé las dos cosas, pero donde era buena era en atletismo y, en concreto en salto de altura. El primer día que me pusieron un listón hice 1,30. Pero practiqué otras modalidades porque un entrenador me dijo que como era rápida y tenía buen bote, debía probar en salto de longitud y durante un año fue a lo que me dediqué, intentando pasar de seis metros. Pero no lo conseguí y el último día del verano había unas pruebas y dije, ‘voy a saltar altura’. Batí el récord de España, así que pensé, ‘creo que me debo pasar otra vez a la altura’. Pero fui internacional en vallas, en 100 metros, en altura y en longitud. Eso se podía hacer antes, ahora es impensable porque la gente se especializa en una prueba”.
La ausencia de su progenitor provocó que Sagrario se pusiera a trabajar con apenas 17 años en una financiera, lo que no impidió que siguiera sacando tiempo para hacer deporte y para otras cosas. “Yo trabajaba de 8 a 15 horas. Entrenaba de 17 a 18:30 horas y estudiaba de 19 a 22 horas. Me saqué toda la carrera de Ciencias Sociales en el horario nocturno”. Estamos ante una mujer que batió o igualó el récord de España en 12 ocasiones al aire libre y 14 en pista cubierta, y que elevó la mejor marca nacional 15 centímetros en abierto, hasta dejarlo en 1,73, y 17 cm. a cubierto, donde saltó 1,69, ambas conseguidas en 1975. Se proclamó seis veces campeona de España al aire libre y ocho en pista cubierta. Fue internacional desde el 66 hasta el 77, logrado la medalla de bronce en la Copa Latina y en la Copa de Europa celebrada en Madrid. “Entrenaba lo que podía. Si hubiera dedicado más tiempo a ello a lo mejor habría conseguido más cosas, pero tampoco me importó”.
Hasta 1963 el atletismo estuvo prohibido para la mujer por el régimen franquista con el argumento de que las masculinizaba. El ejemplo de Sagrario, y el de muchas otras, demostró que no era así. Gracias a su apariencia física, en los medios se referían a ella como ‘la bella atleta’ o ‘la guapa deportista’, algo que nunca le molestó, aunque “me gustaba que me juzgaran por lo que había hecho en las pistas, que era donde demostraba mi valía”. De lo que está segura es que, si su carrera deportiva se hubiera desarrollado en la actualidad, algún beneficio por publicidad podía haber sacado. “Con lo que salí en la prensa y en la televisión, pienso que algún anuncio habría hecho, aunque fuera de desodorante… pero entonces no había nada”. Lo que está claro es que el interés económico nunca estuvo entre sus motivaciones a la hora de hacer deporte. “Tan sólo hubo un año que, por ser récord de España e internacional, recibí una beca de 4.000 pesetas mensuales que apenas me daban para poner gasolina al 600 que tenía para moverme entre el trabajo, los entrenamientos y la escuela”.
En el legado deportivo de Aguado no se puede obviar que fue la primera atleta en España en hacer el salto Fosbury (de espaldas al listón), que había puesto de moda el estadounidense Dick Fosbury en los Juegos de México en 1968, en lugar de saltar a rodillo, que era lo que se estilaba. “Mi entrenador, Bernardino Lombao, que junto a José Manuel Ballesteros fueron los primeros que apoyaron el atletismo femenino en Madrid, me dijo que lo había visto en los Juegos. Pero como no había foso, empezamos a probarlo en la piscina universitaria. Cuando iban a cerrar nos dejaban practicar y donde estaba el trampolín poníamos una toalla a modo de listón y yo saltaba al agua. Te puedes imaginar la expectación, todo el mundo se quedaba. El primer foso que vino a España lo trajo Lombao desde Italia ganando una subasta. Lo utilizábamos en Vallehermoso, en Madrid, donde, por cierto, inauguré la pista de tartán, pero cuando iba a otra ciudad a competir tenía que saltar otra vez al estilo antiguo porque no tenía donde caer. Normalmente lo hacía sobre tierra. Por eso digo que gracias a lo que hicimos algunos, tenemos el deporte que tenemos y el atletismo que tenemos. Yo valoro muchísimo a la gente de ahora, pero lo que me molesta es que hay algunos que te miran por encima del hombro y lo que tienen son dos centímetros más de los que tenías tú hace 40 años”.
Sagrario empezó compitiendo con el CAU (Club Atlético Universitario) pero se deshizo y durante dos años lo hizo con los colores del Atlético de Madrid. “Vicente Calderón creó una sección de atletismo en 1966 al poco de inaugurar el estadio del Manzanares, donde llegamos a desfilar. En esa época me nombraron mejor deportista de Madrid dos años seguidos. Luego desapareció la sección y nos fuimos muchos al Canguro”. La falta de medios y el no poder dedicarse de forma profesional sí se notaba a la hora de medirse con atletas internacionales. “Yo competí en una prueba con la búlgara Yordanka Blagoeva, que fue récord del mundo y ella quedó primera y yo segunda a mucha distancia. La diferencia era abismal. Cuando nos medíamos a Portugal o Grecia no se notaba tanto, pero no podíamos pensar en ser como las alemanas, por ejemplo, ni de casualidad”.
Su relación con el deporte la llevó a ser elegida jefe de protocolo en la villa olímpica de los Juegos Olímpicos de Barcelona, Atlanta, Sydney y Atenas
Pionera en compatibilizar la práctica deportiva con trabajo y estudios, también lo fue en conciliar la vida de matrimonio con el deporte. “Sin saberlo, rompí muchas barreras. Yo me casé y seguí haciendo atletismo, tuve un niño y seguí igual (su hijo mayor, Nacho ha sido campeón del mundo en lanzamiento de martillo en la categoría de mayores de 40 años). A los tres meses de dar a luz ya competí en el Campeonato de España en pista cubierta. Cuando me quedé embarazada por segunda vez, decidí dejarlo. Yo siempre he luchado por la igualdad de oportunidades. La persona que valga y esté preparada, sea hombre o mujer y para el puesto que sea, debe tener los mismos derechos. A la mujer se la tiene que valorar y en algunas cosas tiene muchas más capacidades. Con respecto al papel de la mujer en el deporte, siempre se puede mejorar, pero sobre lo que hay actualmente se tiene que ir trabajando. Quién nos iba a decir que en deportes minoritarios íbamos a tener las campeonas que tenemos ahora. Espero que a esta gente se la ayude todo lo posible”.
Su relación con el deporte no se limitó a sus años en activo. También fue elegida por el Comité Olímpico Español para ser jefe de protocolo en la villa olímpica en cuatro Juegos Olímpicos (Barcelona, Atlanta, Sydney y Atenas) y montó la Asociación de Atletas Olímpicos, con la que ayudó a deportistas ya retirados. “Es importantísimo que los deportistas se formen. Es verdad que hoy se dedican a tiempo completo a su actividad y es difícil, pero el que algo le quiere, algo le cuesta. Y hay facilidades que no había antes, como internet. El deporte dura lo que dura, pero llega un momento que se acaba y te tienes que preparar para entonces”. Además, durante dos años y medio fue asesora del secretario de Estado para el Deporte en la época de Gómez Ángulo, y trabajó en la Dirección de Deporte Universitario del Consejo Superior de Deportes, viajando a cuatro universiadas. Con orgullo, señala que “he cotizado 48 años a la seguridad social después de trabajar 15 años en la empresa privada y 30 años como funcionaria de la administración en la Oficina de Patentes y Marcas”.
Agradecida del reconocimiento que ha tenido su carrera deportiva, de cómo ha sido tratada, y de que se sigan acordando de ella al cabo de tanto tiempo de haberse retirado, Sagrario afirma sin dudar que “el deporte me ha dado muchísimo. Soy una romántica de él. Dinero no he ganado ni un duro, pero al margen de eso me ha compensado. He viajado muchísimo, he conocido a muchísima gente, he tenido oportunidad de estar en sitios que con otra actividad no hubiera conocido. Hice lo que me apetecía, lo que me gustaba y luché por lo que quería. Y lo volvería a hacer”.
Hace algo más de cuatro años, el 21 de agosto de 2016, Ruth Beitia conseguía en los Juegos de Río uno de los éxitos más importantes en la historia del deporte español: la medalla de oro en salto de altura, la primera lograda por una atleta nacional en una cita olímpica. A 8.134 kilómetros de distancia, en Madrid,...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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