Chivo expiatorio
Dreyfus en la Audiencia Nacional
A propósito de la publicación en catalán de ‘Cap de turc’ (Ara), de Ernesto Ekaizer, sobre el juicio a Trapero
Ana Basualdo 8/12/2020
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Sin banderas ni manifestaciones ni casi polémica, la sentencia absolutoria de la Audiencia Nacional y la admitida derrota de la Fiscalía cierran este drama político que Ernesto Ekaizer ha llamado cabeza de turco, con un final que su libro (Cap de turc, editado por Ara el pasado julio) prepara minuciosamente y aun pronostica. La Audiencia Nacional absolvió a Josep Lluís Trapero y a la entonces cúpula de los Mossos porque no se había acreditado que “trataran de impedir o dificultar el cumplimento de las resoluciones del Constitucional, del Tribunal Supremo de Catalunya o de la Fiscalía” ni que confabularan “con quienes lideraban el proceso independentista o les apoyaran propiciando la pasividad” de esos 17.000 mossos que algunos imaginaron decididos a defender los límites de Cataluña con las armas, y a partir de esa fantasía maniobraron en las órbitas judicial, policial, política. El libro de Ekaizer es un artefacto compuesto por piezas de diverso formato, cápsulas cargadas con materiales correspondientes a diversas fases y aspectos del asunto investigado, como una especie de clepsidra que fuera volcando secuencias del proceso inventivo de un Trapero en rebeldía. El libro se abre y se cierra con textos ajenos: el prólogo estricto de Joaquín Giménez García, magistrado emérito del Tribunal Supremo; el epílogo extenso y brillante de Nicolás García Rivas, catedrático de Derecho penal. “Cuánta razón tiene Ekaizer –dice García Rivas– cuando pinta a los acusadores como si fuesen los personajes de Pirandello en busca, no de un autor, sino de un delito”. Por último, incluye una Introducción al Informe de conclusiones definitivas de Olga Tubau, abogada defensora de Trapero.
Las poco más de cincuenta páginas de la primera parte, Ajuste de cuentas (traducido al catalán como La revenja), en las que Ekaizer ejercita una manera distinta –respecto de trabajos suyos anteriores y de las restantes partes de este libro– de abordar su historia, arrancan con una conexión fuerte y definitoria: los fragmentos de la nota que una empleada del servicio doméstico de la embajada alemana en París recogió de una papelera y entregó al departamento de inteligencia militar francesa (su otro empleo) eran tan abusivos y fantasiosos como prueba contra el capitán Alfred Dreyfus como, salvadas las distancias, los apuntes en la agenda Moleskine de Josep Lluís Jové, secretario general del Departamento de Vicepresidencia, Economía y Hacienda de la Generalitat, en las fechas en que carbura la operación de convertir en culpable al jefe de los mossos. “Los trozos de papel no tenían valor incriminatorio alguno contra Dreyfus. Pero el alto mando militar francés necesitaba un culpable”, dice Ekaizer. El acto de la degradación del capitán Dreyfus, entre gritos de “Muerte a Judas, muerte al judío”, fue una catarsis “más emocionante que la guillotina”, en cita de Maurice Barrès.
El libro de Ekaizer es un artefacto compuesto por piezas de diverso formato, cápsulas cargadas con materiales correspondientes a diversas fases y aspectos del asunto investigado
No hay en la agenda de Jové ni en el documento EnfoCATs (Enfocant el procés d´independència fins un resultat exitosós), ninguna referencia a la preparación de la policía autonómica en la estrategia insurreccional independentista. Pero los escudriñadores de esos papeles se quedaron –le dijo el teniente coronel Daniel Baena a la fiscal Consuelo Madrigal– “ciegos de corroboración”. En esa exclamación los caza Ekaizer: “¡Nos quedamos ciegos de corroboración!”. No borrachos de euforia ante una confirmación manifiesta, sino encandilados y ciegos a lo que no querían ver. “Pero la ceguera será una especie de procesión que irá por dentro en aquellas frenéticas jornadas de septiembre y octubre de 2017”. Y, como sabueso que ha olfateado un acto fallido que delata el deseo de encontrar “corroboraciones”, Ekaizer rastrea atestados, reuniones, decisiones (un dispositivo policial conjunto para la jornada del 1 de octubre de 2017), incumplimiento del dispositivo acordado (ninguneo de Trapero), solicitudes de más atestados, equívocos, enunciados acusatorios en que el adverbio “indudablemente” suena vacío de certidumbres. Es que la maniobra está orientada ya, dice Ekaizer, por “una ceguera fanática groseramente manipuladora”. Pero quién es Trapero. De dónde sale. Qué significa ser major. Por qué es convertido en chivo expiatorio.
Desde los veinte años hasta ahora mismo, Ekaizer es un detector infalible de primicias (“¡Ernesto te da una exclusiva por día!”, me dijo admirado en los años ochenta Roger Jiménez, subdirector de La Vanguardia) y, sobre todo, un buscador porfiado y lúcido de claves, conexiones, alianzas visibles y oscuras, tergiversaciones, antecedentes significativos del asunto en cuestión e indicios calibrados de su porvenir (en este caso, la sentencia absolutoria). Y de sentimientos: el desconcierto envidioso que a los constructores de la acusación les provocaba el carácter ambicioso pero recto, seguro, serio de Trapero, celoso del territorio de los mossos a su mando y acatador de la Constitución, según le cuentan fuentes policiales (largos testimonios incluidos en el libro). “Todo lo bueno y todo lo malo te lo dice directamente a la cara, sin tapujos. Creo que Pérez de los Cobos estaba acostumbrado a otro trato […] esperaba un respeto casi reverencial. Y ese no era un trato que Trapero le iba a dar a nadie”, dice una de esas fuentes. Al personaje del drama (no aplastado por la documentación ni aún menos novelizado) lo dibujan los testimonios y los documentos, y –ahí está el punto de vista, más sólido que la opinión– el modo incisivo en que el desmenuzamiento y escrutinio de los materiales sustentan la crónica.
Jordi Xuclá estima en su reseña (El Periódico, 4 de noviembre de 2020) que este libro está escrito para mentes no sectarias porque defiende “la razón jurídica frente al activismo jurídico y judicial, del cual se habla poco pero también existe”. Pero esa defensa no es un discurso ensayístico ni una recreación ficcionalizada, sino una trama de discursos (enmarcados en capítulos presentados, pautados y deshuesados por el autor) que esclarecen, en sus diversas facetas, este episodio (qué innecesario, qué inconveniente fue) de retorcimiento de la “razón jurídica” a lo largo de la abultada segunda parte de Cap de turc.
La primera parte fue escrita, según cuenta el autor, después de lo que ahora le sigue. Ya estaba todo el caudal de información distribuido en media docena de capítulos pero, de pronto, ocurrió el impulso o la necesidad de contarlo de otra manera (“me puse a escribir, sin notas…”), de abarcarlo en conjunto pero a ráfagas, convocadas por una coherencia interna acaso invisible pero irrompible, tejida por el pensamiento y la memoria. Es como si, después de haber dedicado dos libros (Cataluña. Año cero y La novel.la de la rebelió) y puntuales artículos en varios medios a los asuntos catalanes y de haberse entregado con pasión (indignación, muchas veces) al caso Trapero, improvisara como un músico sobre este tema, de memoria, intensificándolo, girando alrededor del modelado de la figura “cabeza de turco”. El último capítulo (más de cien páginas) está compuesto por la secuencia completa de los artículos sobre el juicio oral a Josep Luís Trapero, publicadas en el periódico Ara entre el 20 de enero y el 18 de junio de 2020, y en ese bloque construido día a día el lector reencuentra claves, nudos de la historia mostrados en la primera parte, y ecos de otros capítulos. Una trama que el lector arma por su cuenta.
El lector activo remata la obra; la obra escrita es un esbozo para la lectura (Paul Ricoeur, Configuración del tiempo en el relato histórico). Porque, la cuestión es, para un cronista, cómo tratar el volumen y la diversidad y complejidad de la información, y específicamente acerca de temas vinculados a los poderes del Estado y atravesados por maniobras políticas y efervescencia social y el patógeno que Ekaizer ha denominado “crispavirus”. Quizá surjan guiones de series con intrigas financiera, política, policial y judicial basados en sus pesquisas sobre Mario Conde o Trapero, pero lo más seguro es que sean citados por historiadores.
Sin banderas ni manifestaciones ni casi polémica, la sentencia absolutoria de la Audiencia Nacional y la admitida derrota de la Fiscalía cierran este drama político que Ernesto Ekaizer ha llamado cabeza de turco, con un final que su libro (Cap de turc, editado por Ara el pasado julio) prepara...
Autora >
Ana Basualdo
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí