PRECARIZACIÓN
El 27% de los jóvenes está insatisfecho con la duración de su jornada laboral
Desde la crisis de 2008 no ha parado de crecer el desajuste entre las horas que trabajan y las que desearían trabajar. Seis de cada diez jóvenes que trabaja a tiempo parcial lo hace de forma involuntaria
CTXT / El Observatorio Social 26/12/2020
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El déficit de horas trabajadas y la insatisfacción con la duración de las jornadas laborales se ha convertido en uno de los principales síntomas de la precariedad laboral que sufren los jóvenes en España. Y el problema, lejos de reducirse, no ha parado de crecer durante los últimos diez años, desde el inicio de la crisis de 2008. Esto es lo que asegura un estudio de la investigadora de la Universidad Carlos III Margarita Torre, donde se advierte que, en la actualidad, cerca de 27% de los jóvenes sufren desajustes entre las horas que trabajan y las que desearían trabajar.
Entre otros factores, el documento apunta a las jornadas parciales, los contratos temporales o las ocupaciones altamente segregadas como algunos de los determinantes que explican este deterioro que han sufrido las expectativas laborales de los más jóvenes, muy afectadas por la recesión y la precarización económica. Ejemplo de ello es que, a cierre de 2018, un cuarto de los jóvenes que tenían un contrato temporal deseaba trabajar más horas, mientras que el 60% de los que tenía una jornada reducida lo hacía de forma involuntaria, ya que también deseaba ampliar su jornada de trabajo.
Si bien el principal quebradero de cabeza para los jóvenes es la falta de horas, el problema de la insatisfacción se demuestra mucho más profundo y enraizado. Por un lado, las largas jornadas fuera del horario laboral, una situación prácticamente inexistente a comienzos del milenio, también se han asentado y normalizado entre la población ocupada de menor edad. En la actualidad, más de un 3% de los trabajadores menores de 32 años reconoce que trabaja más horas de las que desearía, aunque el pico se vivió en 2006, cuando este porcentaje casi llegaba al 10%.
Por otro lado, y al tiempo que ha aumentado el número de trabajadores jóvenes insatisfechos con su jornada laboral, también lo ha hecho la brecha entre el tiempo que desearían trabajar y el que realmente pasan en su puesto de trabajo. Como es lógico, no afecta de la misma forma trabajar un par de horas menos de las esperadas que sufrir un desajuste de entre diez y veinte.
En este sentido, las cifras del documento señalan que el déficit entre las horas trabajadas y las deseadas ha pasado de las 13,3 horas del año 2000 a las cerca de 18 horas que se registraron en 2018. Algo similar ha sucedido, aunque de forma menos pronunciada, con las jornadas demasiado largas. En 2004, los jóvenes ocupados deseaban reducir su jornada semanal en 8,6 horas, mientras que en 2018 esta cifra llega hasta las 12,2 horas.
Según la investigación, todo este desajuste en la satisfacción con las jornadas laborales está generando consecuencias negativas tanto para los trabajadores como para las propias empresas. Para la población ocupada, trabajar menos horas de las deseadas puede provocar depresión o baja autoestima, mientras que una jornada laboral demasiado larga aumenta el resentimiento y los conflictos con la familia. En el caso concreto de los jóvenes, las consecuencias se extienden en el largo plazo, “al reducir la acumulación de capital humano, proporcionar salarios insuficientes, retrasar la edad de emancipación y provocar la postergación, e incluso renuncia, de la maternidad”.
Junto a esto, y de la misma forma que sucede con la temporalidad y la parcialidad, la segregación también es un factor importante a la hora de explicar el déficit de horas que sufre la población trabajadora más joven. Las mujeres, las personas migrantes y los empleos de baja cualificación se ven más afectados por este problema, hasta el punto de que “la probabilidad de querer un incremento de horas es mayor en las ocupaciones mayoritariamente femeninas (23,8%) que en las mayoritariamente masculinas (12,6%)”.
Por su parte, casi un cuarto de los jóvenes migrantes de fuera de la UE también desean jornadas más largas, frente al 18% de la población nativa y el 7% de los que migran desde dentro del espacio comunitario.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto Desajustes entre las horas trabajadas y deseadas en la población joven, de Margarita Torre, de la Universidad Carlos III de Madrid, publicado en el Observatorio Social de ‘la Caixa’.