Ganas de quemar cosas
Odio sobre lienzo
“Contra su sectarismo, nuestras brochas” es una declaración venenosa. Establece de partida que reconocer el trabajo de las mujeres para hacer avanzar la historia es sectario y apela a lo más miserable de todo lo que somos
Alicia Ramos 9/03/2021
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Entiendo que lo hagan porque conmigo funciona. Y me alegro enormemente de comprobar que a muchísimas compañeras no les afecta, pero a mí su violencia desatada me desanima, me desarma. “Contra su sectarismo, nuestras brochas” es una declaración quíntuplemente venenosa. Primero porque establece de partida que reconocer el trabajo de las mujeres para hacer avanzar la historia es sectario. Y punto, y a otra cosa. Pasando por alto lo sectario que es afirmar algo así, supone también arrogarse la potestad para señalar qué es sectario y qué no y para pontificar unilateralmente cómo deben ser las cosas, así en general. Y eso es venenoso porque consiste en apelar a lo más miserable de todo lo que somos, de todo lo que todas las personas llevamos dentro, de la más asquerosa de las potencialidades de la gente. Apostar por el odio es apostar sobre seguro porque no tienes que proponer nada ni crear nada, es encender algo que ya existe y está ahí. Con que una fracción de la población responda, ya tienes legión. Y como en el fondo todo el mundo entiende que odiar a quien es más vulnerable que tú es algo moralmente censurable y que lo que están haciendo está feo, paradójicamente eso les hará más leales, porque nada une más que la abyección puesta en común. Bueno, sí, la ilusión por un proyecto compartido, pero eso se juega en otra liga.
Y luego está la parte de las brochas. Brocha gorda. La negación del matiz que glorifica la homogeneidad: étnica, religiosa, política y de opinión. De salarios ya hablamos otro día. Y a grandes brochazos se explica la Historia de manera que al final la Reconquista la hizo Franco y luego trajo la democracia. ¿Para qué bajar a otro nivel de detalle? Brocha gorda. A brochazos se tapan las caras de las mujeres y los textos de los murales, en horas de toque de queda, que no pasa nada, que los responsables de hacerlo cumplir me acaban de mandar un mensaje al grupo de whatsapp. Brochazos los justos, que esto cansa un huevo y parecemos obreros, joder. Con tapar las letras, que las carga el diablo, y los caretos ya va que se mata.
Para Banksy la calle es el lienzo, pero Banksy es un rojazo e hila fino. Mejor la brocha gorda. Odio sobre lienzo.
La peste parda se viene arriba y baja a la calle a pegar en persona a las señoras que se manifiestan mucho más pacíficamente de lo que cabría esperar, la peste parda se graba siendo expulsada por las fuerzas del orden, ¡del orden!, “¿es que acaso hay un nuevo orden y por eso ya no me defienden? ¿A mí, que soy hombre y soy blanco y soy español y católico como mandan los cánones?”, bramarán para construir un victimismo que de manera increíble acaba funcionando para quienes no demandan mucho más que brocha gorda para construirse una visión de conjunto. Porque los detalles estorban, los matices confunden y los árboles no dejan ver el puto bosque, joder.
Conmigo puede esta peste parda, no soy tan fuerte. Veo a las compañeras levantarse, resistir, permanecer organizadas allí donde más falta hace, criminalizadas por unas instituciones ocupadas por fieles de una religión ultraliberal para la que ayudar a la gente es herejía, anatema, y la ortodoxia es cagarles la vida hasta donde sea posible. Y yo me vengo abajo, me desinflo, dudo y no me rindo porque no sé cómo se hace, pero lo pienso. Me ganan la tristeza, la desilusión, la desesperanza, la constatación de que esta especie capaz de los derechos humanos es capaz también de despeñarse otra vez por los abismos de la despersonalización y la negación de la otredad. Ya quisiera yo ser fuerte, volver a rearmarme y regresar a la brega.
Siempre desconfié de los mercados de futuros, me temía que tarde o temprano algún fondo de inversión acabaría comprando los nuestros.
Entiendo que lo hagan porque conmigo funciona. Y me alegro enormemente de comprobar que a muchísimas compañeras no les afecta, pero a mí su violencia desatada me desanima, me desarma. “Contra su sectarismo, nuestras brochas” es una declaración quíntuplemente venenosa. Primero porque establece de partida que...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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