LA VITA NUOVA
La marmota, tendencias primavera-verano
La única duda sobre la constitución del Parlament, y la legislatura, es la estabilidad de JxC. Que no la líe, en plan entrar en un estanco con una recortada y decir estoy-mu-loco. No se puede descartar pues, en términos descriptivos, está mu loco
Guillem Martínez 10/03/2021
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1- El 12M hay pleno en el Parlament. Para entonces se habrá pactado, todo apunta a ello, un/a presi del Parlament. Y, menos importante –no se pierdan el punto 11–, un presi de la Gene.
2- Los grupos que están pactando son ERC, JxC y CUP. Esto es, una comunidad de mitos –todos lo somos–, que se reactualizarán a partir del viernes. Habrá que leer, entonces, las reactualizaciones y la posible, o imposible, operatividad de todo ello. En todo caso, se pueden analizar los mitos de ese tripartito. Todos los partidos los utilizan en todo el mundo para verbalizarse ante la sociedad. Y, solo en el peor de los casos –es preciso no descartarlo–, para autoformularse ante/entre ellos mismos. Sea como sea, los mitos utilizados en esta emisión son los que siguen en los puntos 3-5. Al turrón.
3- El independentismo es el 51% de la sociedad. Lo que a) es cierto, y b) es muy matizable. Matizaciones. El procesismo es 1) una convención complicada, que sus votantes identifican y entienden. Todos son usuarios de esa convención complicada, pero no todos son indepes. Para acceder al 51% de esta emisión, 2) se han sumado, además, los votos del PDeCAT, extraparlamentario. Nunca se habían sumado, en estos juegos, los votos extraparlamentarios. Sin esa incorporación, el procesismo suma lo de siempre. Un 48%. Por otra parte, los únicos partidos que subieron en voto el pasado 14F fueron PSC y Vox. El restó perdió votos en modo à gogó. El procesismo fue votado, así, por el 27% del censo. Unos 10 puntos menos que en 2017. Mucho como para no meditar sobre ello. Afirmar que el 51% de la sociedad es indepe y se muere por repetir todo lo vivido desde 2012 a escala 1:1 es una opción propagandística. Que se utilice como análisis orienta sobre la calidad de los análisis de las élites procesistas. Y sobre lo que viene el viernes. Más propaganda que análisis.
Afirmar que el 51% de la sociedad es indepe y se muere por repetir todo lo vivido desde 2012 a escala 1:1 es una opción propagandística
4- El pack gubernamental entrante se autodenomina indepe. Lo que nos lleva al mundo de la autoformulación, muy respetado en los medios esp y cat. Pero lo importante es cómo se formula desde ese pack al resto de partidos. Se hace a través de la alocución ‘Bloque del 155’. La aplicación del 155 fue una desmesura. Por varias razones. El procesismo debería haberla evitado –pudo– para evitar un precedente chungo en todo el Estado. El Gobierno Rajoy, a su vez, aplicó un 155 raruno, aparatoso, más parecido a la ponencia constitucional de Fraga –descartada, glups, en su día–, que a lo especificado en la CE78. Que es tan poco que debería haber continuado siéndolo. Pero, como siempre, la alocución ‘Bloque del etc.’ se presta a matizaciones. PSOE/PSC, que en su día, en efecto, podría haberse negado a dar ese paso, lo dio. Pero evitó, por ejemplo, la clausura de TV3. Por otra parte todos, pero es que todos, los partidos procesistas apoyaron el 155. Es decir, aceptaron concurrir a las elecciones resultantes de manera inmediata. Incluso a mí, que nunca me hice muchas ilusiones rupturistas con la cosa procés, me sorprendió. Unos segundos. La Gene, por otra parte, se entregó con facilidad al 155. Algunos altos cargos de la Gene, como Elsa Artadi, fueron felicitados por el Estado por su colaboración más allá del deber. Antes del 155, por cierto, algunos grandes ideólogos del procesismo te lloraban, en la barra del bar de la vida, por un 155 para que todo parara. El 155 no es, diría, un bloque que integre a muchos más partidos aparte de los que lo votaron, lo rogaron y/o lo rentabilizaron. Convertirlo en bloque es dificultar la vida no ya al diálogo, sino a la sociedad. En efecto, ubicar a una parte de la sociedad como artífice del 155 no solo no encaja, sino que imposibilita cualquier empatía. Puede ser un indicio post-viernes.
5- A falta de concreciones políticas, el procesismo postviernes puede ser lo de siempre. Lo de siempre, después de varios años de siempre, puede ser esto: dos partidos y pico, que no se tragan, compiten por ser el superviviente y el que cierre, con la libertad que da la soledad, el paréntesis. Poco más. Lo sorprendente y lo inexplicable es que el partido que impone los marcos y las posibilidades es un partido trumpista que, además, no ha ganado las elecciones. Esa es la gran originalidad cat. No tengo una explicación satisfactoria –y breve– al respecto. Supongo que, no obstante, la explicación está en la sentimentalidad. Ocurra lo que ocurra, ocurre una lectura sentimental de la política. Y JxC debe de ser la Pimpinela de ese modo de emitir política.
6- El Gobierno debería segar la sentimentalidad de raíz, con soluciones democráticas y operativas, que se aplazan. Para aplazar, supongo, un conflicto con la justicia, que la justicia, por otra parte, no aplaza un instante. Indultos y soluciones para los casos –en números redondos, unos 3.000– aún sin sentencia. Con ese aplazamiento del conflicto, se amplía el conflicto. El Deep State, otra corriente sentimental, está en huelga japonesa, y no para de ampliar el conflicto.
7- Y, aquí, un inciso. Lo sentimental en la política. El Cirujano de Hierro, ese mito de la política esp, formulado por Ganivet, y que impregnó a Ortega y a José Antonio, hoy es el Cirujano Sentimental. Una idea sentimental de la democracia, de la justicia, de la nación. Sobre la que, en el siglo XXI, reposa la brutalidad en la política, la justicia, el nacionalismo. Socorro.
8- La figura sentimental –y reaccionaria– del arrepentimiento se utiliza para volver a mangar el tercer grado a los presos procesistas. Lo que es un indicativo de que la sentimentalidad, el trumpismo esp, está haciendo política previernes. Prefiere imposibilitar soluciones, potenciar un Govern sentimental en Cat. El otro indicio de lo que prefiere es la decisión de Fiscalía de empurar a Torrent. Por un caso gaseoso y acaecido lejos en el tiempo. Un indicio, en fin, de que la justicia, cuando no es rápida y predecible, pasa a ser otro negociado.
9- Se acusa a Torrent, el anterior presi del Parlament, de situarse fuera de la ley por permitir dos resoluciones. Una pedía el derecho de Cat a la autodeterminación. Era la décima o undécima resolución al uso desde 1981. Es decir, nada. La otra era una resolución contra la monarquía. Aquí conviene recordar que una resolución es el grado cero del parlamentarismo. Las resoluciones son símbolos. Y, por lo mismo, libertad de expresión, no delitos. Un parlamento rico en resoluciones es rico en símbolos. Sobre la nada. Por el mismo precio, Torrent evitó otros trámites parlamentarios que le hubieran supuesto la inhabilitación –tal vez, la cárcel, si los fiscales se ponen sentimentales–, y que hubieran contribuido a una legislatura más propagandística aún, y aún más orientada a vertebrar sufrimiento sentimental. Un esfuerzo contra la presión de JxC, visto lo visto, inútil. El mensaje del Deep State parece claro. Queremos sufrimiento sentimental para vertebrar sufrimiento sentimental. Queremos un enemigo de nuestro tamaño. Sentimental.
Poco importan los esfuerzos de Torrent para no verter tóxicos en la política y en la sociedad cat, si luego vienen y te empuran igual
10- Y, en efecto, poco importan los esfuerzos de Torrent para no verter tóxicos en la política y en la sociedad cat, si luego vienen y te empuran igual. Esto afectará, supongo, a la elección del nuevo presi del Parlament, la persona que puede, o no, hacer de la legislatura otra maratón sentimental de símbolos, crispación, victimización y nada. Hay varias posibilidades. El pacto ERC/JxC presupone que si uno preside la Gene, el otro preside el Parlament. Lo que supondría que el Parlament sería presidido por –ay, uy– Laura Borràs, a punto de ser juzgada por mangoneo contable. Lo que invita a pensar que una parte de la legislatura se iría en transformar un posible delito común en político. Sí se puede. La otra posibilidad es que la presi del Parlament sea de la CUP. Lo que no supondría un gran cambio respecto de Borràs. CUP es un partido diáfano en lo municipal, pero raruno en lo nacional. Sus mitos sostienen que el procés va unido a un programa social –hasta ahora, el procés, que nació para evitar una agenda social en austeridad, no ha emitido señales de ser un programa social–. Y que supone poner en contradicción al Estado –el Estado es una máquina de omitir sus contradicciones; por ahora, más que contradecirse, se ha reafirmado; las contradicciones del procés, otra política de Estado, siguen también intactas; la mayor, contar en su seno con un partido trumpista, tan ricamente–. CUP, por otra parte, parece ser un partido dado a los gestos simbólicos en el Congreso y en el Parlament. Lo que le confiere poco recorrido no-simbólico a una presidencia suya en el Parlament. Veremos.
11- PSC y Comuns tienen sendos candidatos a presi del Parlament. Pero, a falta de sorpresas, los tiene como quién tiene un tío en Graná. La única duda al respecto del viernes, y de la legislatura, es la estabilidad de JxC. Que no la líe, en plan entrar en un estanco con una recortada y decir estoy-mu-loco. No se puede descartar pues, en términos descriptivos, está mu loco.
12- Después de las elecciones ha desaparecido Borràs. Han tenido la voz cantante Jordi Sánchez, que no estuvo muy mimado en las listas, y Artadi, que está en el pack Ajuntament. Esas informalidades en un partido vertical indican perturbaciones en la fuerza. Puigde –eurodiputado, no puede ser diputat, pero aún no ha dimitido, lo que es otra perturbación– parece estar en un momento de duda. Posibles dudas: el partido, cuyo principal motor emocional era cargarse al PDeCAT, ya lo ha hecho. Igual tiene la melancolía postcoitum de cuando vas y haces, por fin, lo que más querías. Una parte de JxC está a por otras. Otras: hacer política. O algo parecido. Con leyes y todo eso. A su vez, Puigde está en realidad cambiada. Se ha votado la retirada de su inmunidad en el Parlamento Europeo. Eso no supondrá su extradición. Por ahora. El cargo de rebelión y el actual de sedición son dadás. Y no se quiere proceder a una euroorden por malversación –sería automática– porque al Deep State le parece, sentimentalmente, poco. Llarena –está a otro fracaso de tener una serie propia de dibujos animados– ha planteado una cuestión prejudicial al TJUE, que puede conducir, en el tiempo, a la extradición de Puigde. Pero también, ojo, a una desautorización del Estado, a una respuesta del TJUE en la que, sin meterse en ninguna sentencia de ningún Estado, se posicione sobre si una mani es o no sedición. Tendría guasa.
13- Puigde, en todo caso, ha sido tratado por la eurocámara de manera poco honorable. No es un héroe, si bien los medios públicos y concertados están demostrando que la cámara dijo lo contrario. Sí se puede, indeed. En todo caso, cuando la política es sentimentalismo, lo de Puigde es un problema sentimental. Que Puigde puede solucionar con otro golpe de efecto sentimental. Otro símbolo del símbolo del símbolo de la desobediencia y la ruptura. Nunca presente. Siempre denunciada por la Fiscalía.
14- Una democracia es la capacidad de solucionar problemas. El Estado esp, en su modalidad Deep y en su modalidad analógica, se ha revelado como una potencia sentimental en el modo de no solucionarlos e, incluso, de acrecentarlos. Algo particularmente grave en este caso, pues el problema territorial –uno de los componentes del procés– es el de más fácil solución entre todos los problemas aplazados y congestionados desde 1978. La política cat –no es asamblearia, no es La Commune; es más, arrecia en ella una cosmovisión clasista y racista cada vez más a su bola– es una digna rival en esta competición de Estado por su escasa calidad democrática. Zzzzzz.
15- Hasta el viernes.
1- El 12M hay pleno en el Parlament. Para entonces se habrá pactado, todo apunta a ello, un/a presi del Parlament. Y, menos importante –no se pierdan el punto 11–, un presi de la Gene.
2- Los grupos que están pactando son ERC, JxC y CUP. Esto es, una comunidad de mitos...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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