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En 1263 tuvo lugar en Barcelona la famosa Disputa que auspició Jaume I entre un exrabino convertido al cristianismo, Pau Cristià, y un prominente filósofo y rabino de Girona conocido como Nahmánides o por su acrónimo Rambán.
El gerundense, conocedor del paño de la Europa de la época para la que “el enemigo es el judío”, qué lejanos aquellos tiempos bajomedievales, pidió un tantito así de libertad de expresión para no comparecer ante el rey cristiano, el judío converso y los representantes franciscanos y dominicos con una mano atada a la espalda. Y le dijeron “tranquilo, muchacho, sal ahí y siéntete libre de decir lo que tengas que decir, que se entiende que esto es una disputa teórica interconfesional y lo que pasa en Barcelona se queda en Barcelona”.
El converso Pau Cristià se subía así al carro de una moda que había arrancado en París unos años antes y había promovido todo aquello porque, como exrabino y conocedor de la tradición del midrashim, exégesis de textos del Talmud a través de comentarios explicativos, insistía en que había encontrado una alusión al nacimiento del Mesías como un hecho ocurrido en el pasado. A partir de ahí, deducía que la tradición rabínica era consciente de que el Mesías ya había llegado pero ignoraban el dato adrede, de mala fe, y hacían como que no había pasado para persistir en su error teológico en el que estaban muy cómodos.
Con estos pobres mimbres se estableció el debate en torno a cuatro puntos: si el Mesías había aparecido o no; en caso afirmativo, si era un ser divino o humano; si su destino eran el sufrimiento y la muerte y, en último lugar, y previendo que las anteriores controversias habrían sido resueltas a favor del converso, si la tradición judía había perdido fuerza ante la aparición del Mesías y si eran entonces los cristianos los portadores de la verdadera fe.
Nahmánides era un crack de lo suyo y al Cristià solo le asistía la nunca despreciable fe del converso, aparte de jugar en propia cancha y con los árbitros comprados. La Disputa duró cuatro sesiones en el salón del Tinell en cuatro días de julio. Me pregunto cómo sería la Barcelona del siglo XIII en verano. Una Barcelona sin tomates, papas, tabaco, aguacates, maíz, chocolate ni jalapeños, una Barcelona sin Ramblas porque por ellas discurría la muralla oriental, sin monumento a Colón. Una Barcelona en la que no solo habría un barrio gótico, sino que todos los barrios serían góticos, y los perros, la gente, y los barcos que llegaran a puerto desde la República de Génova, Cerdeña, Túnez, y mis favoritos, los que vendrían cargaditos de azúcar de caña desde el puerto nazarí de Almariyat. Todo gótico.
Sería una Barcelona calentita a finales de julio en el periodo cálido medieval que precedió a la Pequeña Edad del Hielo del siglo XIV. En fin, un mundo que empezaba a eclosionar y que varios factores de diversa naturaleza acabarían llevándose por delante, aunque lo más espectacular fue la Peste de 1348.
Al lío, ¿quién ganó el debate? Pues en eso estaban menos góticos, estaban ya en plena posverdad. No lo sabemos porque las dos actas que se conservan, una en latín y otra en hebreo, parecen hablar de dos disputas completamente diferentes. Las conclusiones redactadas en latín por la parte del converso Pau Cristià hablan de un Nahmánides que cede abrumado por el peso de los argumentos de la verdadera religión, un rabino que acaba huyendo de Barcelona antes de que la controversia concluya por pura vergüenza ante su propia incapacidad de enfrentarse al esplendor del crucificado.
Nahmánides, por su parte, y en hebreo, redacta un texto en el que se pregunta cómo habrán decidido enviarle a un pardillo como Cristià, que es incapaz de hilar dos ideas seguidas. Además, cuenta que se quedó unos días en Barcelona, al término de la Disputa, para acudir a la sinagoga a no sé qué vaina que tenía allí pendiente. Posverdad gótica.
Una interpretación intermedia, y muy posterior, explica que el debate, al basarse solamente en fuentes de autoridad, no podía prosperar en tanto que uno no reconocía la autoridad del otro y viceversa.
Lo que sí es cierto es que dos años después, a instancias del obispo de Girona, que parece que se hizo con una traducción del acta hebrea, se instruyeron procedimientos contra Nahmánides en la Santa Inquisición y el gerundense tuvo que huir a Jerusalén, donde montaría una sinagoga, la Sinagoga Rambán, y allí permanecería el resto de sus días. Los catalanes hacen cosas.
A Pau Cristià le fue mucho mejor y consiguió el patrocinio del rey Luis IX de Francia para montar otra igual en París. Construyendo Europa.
En 1263 tuvo lugar en Barcelona la famosa Disputa que auspició Jaume I entre un exrabino convertido al cristianismo, Pau Cristià, y un prominente filósofo y rabino de Girona conocido como Nahmánides o por su acrónimo Rambán.
El gerundense, conocedor del paño de la Europa de la época para la que “el...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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