ACTOS LITÚRGICOS
A la caza del voto joven: de repente, el manga
Es terrible que Pablo Casado insulte a la inteligencia de los jóvenes, asumiendo que a alguien de 18 años se le puede comprar con unos ‘tebeitos’ y unos ‘juegos para la consola’
Manuel Gare 27/10/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Tiene gracia leer la palabra ‘manga’ en tantos titulares así, de repente. Hasta hace poco, el cómic de origen japonés estaba relegado a lo más hondo de las secciones de cultura de los periódicos, como una especie de subproducto de baja calidad –de aún más baja que el cómic occidental, que hubo de ponerse la ridícula careta de ‘novela gráfica’ para llamar la atención de la ‘alta’ cultura– que solo emergía en forma de noticias virales capaces de arrancar clics. Si uno enciende la tele, se tira por la ventana: la cobertura sistemática del ‘manga’ por parte de los noticiarios ha estado durante años enfocada a ridiculizar a los aficionados, a sus ‘disfraces’ y excentricidades alejadas del canon cultural. Poco se ha hecho por explicar, por contar qué había detrás de un fenómeno que hoy se sitúa a la cabeza del mercado editorial. Y, de repente, el manga. Sin comillas, sin alteridad.
No es ningún misterio que la industria del manga y el anime está en auge en todo el mundo. La pujanza de las grandes empresas de streaming por producir animación japonesa revela el enorme potencial económico de un sector que hace diez años lo tenía mucho más complicado para llegar al aficionado. Hoy, en España, las editoriales que publican manga no dejan de crecer, y el número de títulos que se licencian roza lo absurdo. Aunque hay quien ve una burbuja, la dinámica es idéntica a la de quienes se dedicar a editar libros: publicar novedades sin parar, crear fondo editorial y esperar a que aparezca un nuevo boom que tire del resto de series. También de forma análoga al sector del libro, unas pocas editoras mueven el grueso del mercado, mientras que el resto hace lanzamientos más comedidos; tal es la diversificación que, en los últimos años, han surgido editoriales enfocadas a obras clásicas o de temáticas más localizadas.
En mitad de esta jungla, los esfuerzos del sector por poner en valor la relevancia cultural del manga no han cesado. En 2019, el festival Manga Barcelona –que registró más de 150.000 visitantes, la mayoría jóvenes– organizó la primera exposición dedicada al manga del Museo Nacional de Arte de Cataluña, protagonizada por la figura de Osamu Tezuka, que bien podríamos considerar el Cervantes o Shakespeare de la disciplina. Dos años después, el evento catalán, que dura cuatro días y ocupa más de 70.000 metros cuadrados de Fira de Barcelona, ha vendido todas sus entradas en cuestión de horas en su primera edición post-pandemia. El éxito de convocatoria entre el público joven tan solo lo replica otro tipo de ferias: las de videojuegos.
No debería sorprendernos que desde la tribuna política se lancen comentarios como el de Pablo Casado –tampoco debería sorprendernos que el graduado en Aravaca se prodigue en imbecilidades–, criticando que el recién anunciado bono cultural del gobierno sea una forma de “comprar el voto joven” con “cómics y videojuegos”. No debería sorprendernos porque, como apunta Carla Berrocal en Público, el cómic siempre ha sido maltratado e infantilizado por gente como Pablo Casado. Pero sí debería, como poco, escandalizarnos, porque el problema no es, por doloroso que resulte, que la burguesía rancio-cultural se dedique a denostar el cómic o los videojuegos. Lo verdaderamente terrible es que el líder del principal partido de la oposición insulte a la inteligencia de los jóvenes, asumiendo que a alguien de 18 años se le puede comprar con unos tebeitos y unos juegos para la consola. No solo denota que es bobo, sino que está incapacitado para gobernar un país que debe apostarlo todo al desarrollo de esos mismos jóvenes.
En Francia, el análogo bono cultural fue utilizado en cerca de un 60% para comprar manga, un país que siempre ha estado a la cabeza del sector a nivel europeo. Y, con todo, la hegemonía francesa se está diluyendo. El capitalismo no es idiota: como en tantas ocasiones, el auge de la cultura pop japonesa no es casual: responde a factores económicos. Mientras las condiciones de trabajo de los animadores japoneses empeoran, fruto de los elevados picos de producción, Netflix continúa engrosando su catálogo de anime. Recientemente, Sony pagó 1.175 millones de dólares por la compra de Crunchyroll, la principal plataforma de streaming dedicada en exclusiva al anime. La última en subirse al carro ha sido Disney+. No son los únicos: la industria textil –desde Inditex a marcas de lujo como Loewe– está comprando los derechos de explotación de toda serie japonesa que pueda rentabilizar el momento de bonanza que vive el sector.
Y, entre tanto, en España descubrimos atónitos que los jóvenes leen manga y que prefieren One Piece, Jojo’s o Blue Period a los Carmen Mola de la vida. ¡Cómo! Que Inio Asano les hace sentir más cosas que las lecturas obligatorias de bachillerato. ¡Ay! O que jugar a Pokémon o Final Fantasy les hace ser más creativos, más audaces. ¡Imposible! Claro que, ¿quién se lo podía imaginar? Estábamos con lo del ‘bono cultural de Sánchez’, mirando a la vecina Francia porque de algo había que escribir y, ¡pam!, colofón: no dejen de mirarse el ombligo, que todo esto iba de comprar votos. Eso sí, seguimos sin ver en el manga o los videojuegos la oportunidad que representan y el valor fundamental que tienen para los jóvenes. No nos engañemos, el problema no es el bono; nunca lo ha sido. ¿Tan difícil es? Si los jóvenes leen más a través del manga, que lean manga. Si los jóvenes viven con más intensidad a través del anime, que vean anime. Si los jóvenes experimentan nuevos mundos a través de los videojuegos, que jueguen a videojuegos. La prensa generalista, siempre pendiente de las ‘nuevas modas’, ya ha tomado nota. Con un poco de suerte, mañana descubrirán que el sol sale por las mañanas.
Tiene gracia leer la palabra ‘manga’ en tantos titulares así, de repente. Hasta hace poco, el cómic de origen japonés estaba relegado a lo más hondo de las secciones de cultura de los periódicos, como una especie de subproducto de baja calidad –de aún más baja que el cómic occidental, que hubo de ponerse la...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí