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El endorracismo es esa forma de apartar la negritud de nuestra mente –incluso de nuestra corporalidad con productos extremadamente agresivos y tóxicos–, considerarla fea, burda y detestable. Es consecuencia directa de un sistema mundo que nos informa constantemente de que les cuerpes negres no son válides, ni deseables, ni bonites. Es esa escala de valores negativa la que aplicamos a otras personas afrodescendientes si tienen acento por hablar su lengua materna o si no han cursado estudios superiores independientemente de su historia personal y, por el contrario, tener más en cuenta a aquellas personas racializadas que no cometen errores gramaticales hablando español o quieren alcanzar un ideario cultural acorde con una “sociedad moderna”.
Ese proceso lo realizamos también sobre nosotres. Y nos coartamos pensándonos que una decisión, un tipo de pelo, una forma de vestir, etc., vale más que otra cuanto más cerca está de esa superioridad, elitismo o profesionalidad imaginada... que no es otra cosa que la programación eurocentrada, heteronormativa y blanca del progreso y el éxito=meritocracia. Pero renunciar a la negritud es cercenar nuestra identidad, nuestra creatividad al margen de la blanquitud.
Como médica jamás había sentido rechazo. Como mujer negra y disidente sexual, en ciertos espacios nunca puedes asegurar de dónde viene el sufrimiento. La Medicina ha sido el empuje de muchas de mis decisiones vitales. El verano de 2020 me hallaba discutiendo sobre estos temas de la pandemia con un conocido, concretamente sobre la gestión de la primera ola, cuando al intentar explicar mis vivencias y mis opiniones como profesional de la salud, la conversación se terminó abruptamente. Ambos coincidíamos en que el sistema sanitario español se había ido deteriorando en la última década, y el sobreesfuerzo que exigió el manejo de la pandemia había tenido consecuencias letales para ciertas personas. Pero aun así, cuando llegó el momento de hablar de condiciones de trabajo y de estancia hospitalaria de extrema precariedad, esta persona no quería saber lo que tenía que decir. Por otro lado, los medios y las estructuras de poder ya se habían encargado de borrar y negar las vivencias de los sanitarios en los lugares donde la primera ola tuvo consecuencias dramáticas. Hablamos de decisiones inenarrables que han calado en el espíritu de muches sanitaries, de síndrome de estrés postraumático, ansiedad generalizada, depresión… de trauma. Y cuando esta persona me negó la palabra, sentí un dolor sordo y profundo. Porque sin un lugar desde el que poder legitimar mis vivencias, sin mi autoridad como médica, sin ese reconocimiento social que me había dado La Medicina –o yo a ella– ¿qué me quedaba? Ser mul*ta, mujer y bisexual.
Resignificar mi negritud, redescubrir su brillo y cuidarla tanto como mi capacidad de curar a otres es un proceso largo y multidimensional. Acompañada por profesionales en Psicología racializades como @marjoriepaolahurtado, aprendiendo en espacios virtuales como la comunidad de herramientas antirracistas de @desirebelal, las revistas digitales afro, los talleres de perspectiva decolonial de @parchitapower o navegando en lugares físicos como la librería afrocentrada United Minds en Valencia, aglutino en mi ideario otras formas de ser y pensar, de representarme en la sociedad. La diáspora africana en España está en ese momento crítico de desear y exigir representación propia y lugares propios. Ahora es tiempo de construir espacios donde seguir experimentando nuestra creatividad, mismamente @espacioafro en Madrid y @periferiacimarronas en Barcelona, alternativas que se oponen a esa huida hacia delante que nos pide siempre renunciar a lo negro.
Leernos, contarnos… Porque la negritud debe entenderse como un nuevo lugar para amar y abrazar nuestra identidad, su dolor y su resistencia a través del tiempo.
El endorracismo es esa forma de apartar la negritud de nuestra mente –incluso de nuestra corporalidad con productos extremadamente agresivos y...
Autora >
L. Elisa Cebrián Sale
Licenciada en Medicina por la Universidad de Valladolid. Especializada en Medicina Intensiva. Activista afrofeminista, disidente sexual. Colaboradora en radio y medios digitales sobre música, cine y literatura.
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