JAZZ
Charles Lloyd, santo, profeta, curandero y poeta del jazz
Concierto sublime del saxofonista de Memphis. Su repertorio de tantos años y el nuevo va cogiendo perlas de aquí y de allá, del rock y del folk, del solar latino o de montañas del sol naciente
Pedro Calvo Madrid , 6/12/2021
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Sublime Charles Lloyd en JazzMadrid 2021, bajo el epígrafe Villanos del Jazz. Contemplando la elocuencia humanísima de Lloyd, me vino una viñeta de mi personal historia oral del jazz. Hace eones, antes de que el Seat 600 se convirtiera en objeto vintage de museo, muy apretados músico y periodista dentro de un Seat 600, el gigantesco Dexter Gordon me aseguró que recitar a Shakespeare con su saxo tenor era el primer y último afán de su música. Doy fe de que así lo hacía.
Los poetas que recitan sin palabras el saxo tenor de Charles Lloyd podrían ser Keats, Auden, la floresta de Walt Whitman, el pie variable de William Carlos Williams, los viajes de la Generación Beat o los bardos venidos de Oriente. En el interior de Charles Lloyd hay un montón de vida, una existencia repleta de experiencias que fluye por su saxo con una colección de grandes relatos, sofisticadas narrativas. Son historias absorbentes, tersas, apaciguadoras, meditativas, que vienen de la turbación o del equilibrio espiritual. La experiencia final siempre es la calma. Charles Lloyd transmite paz. Te deja con una felicidad como emanada de un balneario milagroso.
La vida de Charles Lloyd ha conocido varios naufragios. De todos ha salido con esta lucidez contagiosa. El jazzista de Mississippi emigrado a California tiene 83 años venerables, radiantes de luz. Con su gorrito de lana, sus gafas de sol, la perilla blanca y su caminar pausado, Charles tiene un aire de jubilado feliz que baja al parque para jugar la partida de ajedrez al aire libre. Cuando se agita con “Blues for Langston” o se deshace en la balada íntima “When Miss Jessye Sings”, el aura es de viajero del Dharma. En su música palpita la presencia de tres ídolos de juventud: Charlie Parker, John Coltrane y Ornette Coleman. La doliente interpretación de “Requiem” te deja flotando de agradecimiento. Y no hay lágrimas suficientes para contar lo que hizo con “Every Time We Say Goodbye”.
Charles Lloyd sabe lo que es estar down in the hole, pero del descoloque le sacaron varios amigos salvadores. Cannonball Adderley y su hermano Nat le pusieron donde estaba el público y la pasta. Brian Wilson y sus muchachos le enrolaron en el pop-rock y se lo llevaron de gira con los Beach Boys, mano que le tendieron también los Doors y los Byrds. El pequeño gran Michel Petrucciani le sacó de un retiro de diez años al comenzar los años 80. Y el muy culto boss Manfred Eischer ha estabilizado la carrera de Charles desde 1989, fecha en la que fichó por ECM, el exquisito sello alemán que edita el sonido más bello después del silencio. Lloyd tuvo un cuarteto fabuloso en los 60 con un jovencísimo Keith Jarrett, Cecil McBee y Jack DeJonette. Pero Miles Davis le birló a Jarrett y DeJohnette para su banda eléctrica. Crisis. Hasta que los chicos del pop rescataron a Charles.
Con esa mezcla de sangres –africana, cherokee, mongolesa e irlandesa– lo de Charles Lloyd es un potaje cósmico
Docenas y docenas de grandísimos músicos de jazz han navegado con Charles Lloyd, que unas veces ha sido capitán, otras veces piloto y otras marinero on air. La meditación inicial con el yogi Maharishi Mahesh ha tenido una larga y profunda derivación. Entre hippy y bohemio, a Charles se le adivinaba de joven un fuerte ramalazo de filósofo. Y con esa mezcla de sangres –africana, cherokee, mongolesa e irlandesa– lo de Charles Lloyd es un potaje cósmico. Hace poco grababa enormidades con la superlativa cantautora Lucinda Williams. Y este hombre también tiene otras vidas paralelas, por ejemplo, liderando a los Marvels.
Su repertorio de tantos años y el nuevo, al lado del jazz, va cogiendo perlas de aquí y de allá, del rock y del folk, del solar latino o de montañas del sol naciente. Tan fino y encantado estuvo con su versión de “Rabo de Nube” que, sin que nadie las pronunciara, las palabras de Silvio Rodríguez te llenaban con lo mejor de la ternura: “Si me dijeran: pide un deseo…”. La apoteosis final vino con “La llorona”, donde el cuerpo astral de Chavela Vargas te sujeta el alma. Para la introducción de esta pieza, el pianista Gerald Clayton rascó las cuerdas del piano con las uñas y luego pareció como que se liaban las misantropías de Mompou con aquella melancolía de Mal Waldron en “All Alone”. Pero acabó viniendo la que salía del templo. ¡Qué maravilla! Me recogí a mí mismo con cuchara. Si han tenido alguna vez la experiencia de la desolación, Charles Lloyd es su hombre, su medicine man.
Nota: En mitad del concierto, un tipo del anfiteatro salió pitando al grito de: ¡Vaya truño! Un compañero de butaca le respondió escueto: ¡Paleto! Cosas de España, o de Madrid, o de vaya usted a saber.
Flashes del Festival JazzMadrid 2021
Joachim Khün: septuagenario galán del jazz arborescente. Un piano arrebatador, bellísimo, sutil, poderoso, explosivo, colosal.
Kenny Garrett Quintet: un bucle anímico que vuelve en la intención a los orígenes del jazz: el baile, la fiesta, el cuerpo por encima de la cabeza. Tan por encima de la cabeza que acabas olvidando que alguna vez tuviste cabeza.
Julian Lage Trío: este californiano corta pelos en el aire. Compositor sutil y guitarrista prestidigitador, ocurrente, virtuoso, elíptico, guadianesco... Todo buen gusto.
Yamandú Costa: malabarista de la guitarra con fundamento. Portentoso y simpático, trajinándose mate tras mate en escena. Un estilo sincrético de la guitarra brasileña y la argentina, conocedor del flamenco y muchas otras bondades.
Ambrose Akinmusire Quartet: no estamos solos. El jazz de vanguardia llenando espacios, humanizando la galaxia. Suspense, intensidad y belleza enlazados orgánicamente. Creador a saco por sus rincones oscuros, por esquinas de resplandor centelleante y mortal.
Sublime Charles Lloyd en JazzMadrid 2021, bajo el epígrafe Villanos del Jazz. Contemplando la elocuencia humanísima de Lloyd, me vino una viñeta de mi personal historia oral del jazz. Hace eones, antes de que el Seat 600 se convirtiera en objeto vintage de museo, muy apretados músico y...
Autor >
Pedro Calvo
Periodista chusquero. Nací en Cuatro Caminos (Madrid), en 1954. Vengo de los felices tiempos del estajanovismo plumilla. Me dio por escribir de músicas y de la tele. Tengo el humor ahí. Una manía. En RNE me dejan ponerme fino delante del micro.
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